El consumo de carne de pollo podría ayudar a controlar el hígado graso en las personas que lo padecen. “Este alimento es una buena elección por su alto valor proteico y bajo contenido en grasa. Además, es accesible y muy versátil lo cual permite diferentes preparaciones”, informó el Centro de Información Nutricional de la Carne de Pollo (CINCAP).
El hígado graso no tiene, hasta el momento, un tratamiento farmacológico específico, por lo que, para frenar el avance de la enfermedad, se aconseja realizar cambios en el estilo de vida: mejorar la alimentación, tener una adecuada hidratación, hacer actividad física y descansar bien.
En cuanto a las proteínas, se recomienda ingerir de buena calidad o alto valor biológico, con escaso contenido de grasas. Entre éstas, una de las más destacadas es la carne de pollo, sostienen desde desde el CINCAP.
Embarazo y lactancia: la carne de pollo aporta más proteínas y vitaminas
La pechuga de pollo sin piel aporta tan sólo 1,5 gramo de grasas, de predominio insaturadas y 2 gramos por porción de 150 grarmos (media pechuga grande). En el caso de la pata muslo sin piel, el aporte de grasas es apenas un poco mayor, siendo de 5,3 gramos cada 100 gr de carne y de 8 gr por porción de 150 gramos (1 muslo mediano).
Según el CINCAP, “a las personas con hígado graso se les aconseja aumentar el aporte de proteínas de la dieta a 1 a 1,5 gramo de proteínas/kg peso/día. Una porción de carne de pollo promedio aporta prácticamente 50% de esta recomendación, cubriendo casi 80% de las proteínas de alto valor biológico necesarias, con muy bajo aporte de grasas. Además, la carne de pollo aporta selenio, que es un potente antioxidante y que puede colaborar en disminuir el daño celular propio de la enfermedad”.
Qué es el hígado graso
El hígado graso es una afección multisistémica (ya que puede afectar otros órganos) que se caracteriza por la acumulación de un exceso de grasa en el hígado.
El hígado es un órgano vital, que tiene múltiples funciones: almacenamiento, detoxificación de sustancias endógenas y exógenas, reservorio de sangre, defensa y, por sobre todo, control y regulación de las vías metabólicas. Se calcula que entre un 25-30% de la población general es afectada. Fuente: CINCAP.
LM