Hongos y salud mental: por qué crece su consumo en Argentina y qué dice la ciencia
El auge del uso terapéutico de hongos avanza en Argentina mientras especialistas señalan beneficios en salud mental, debates sobre evidencia científica y un vacío legal que obliga a médicos y pacientes a moverse en un terreno aún experimental.
En el programa "Bienvenidos al Tren" de Bravo TV, el biólogo Luis Acosta analizó el fenómeno del consumo de hongos psicoactivos y adaptógenos, un tema que dejó de ser marginal y hoy se vuelve parte del debate sobre salud mental, tratamientos alternativos y bienestar.
Según Acosta, los hongos ganan popularidad porque “funcionan” para ciertos padecimientos donde la biomedicina suele quedarse corta: ansiedad, depresión, dolor crónico, trastornos neurodegenerativos, autismo y adicciones. El especialista comparó este crecimiento con lo que ocurrió con el cannabis medicinal: primero estigmatizado, luego validado por casos clínicos que mostraron mejoras contundentes, especialmente en epilepsia y autismo. Para muchos pacientes, los hongos representan la posibilidad de un rol más activo en su tratamiento, en contraste con el modelo tradicional basado en psicofármacos y medicación acumulada.
Sobre la evidencia científica, Acosta explicó que las macrodosis de psilocibina ya cuentan con estudios publicados en revistas de alto nivel, con ensayos clínicos aleatorizados y doble ciego, principalmente para ansiedad y depresión resistente. También existen reportes de casos donde pacientes con depresión mayor lograron reducir o abandonar medicación psiquiátrica después de iniciar microdosis, un tipo de evidencia que suele quedar fuera de los criterios tradicionales de la biomedicina pero que, según Acosta, no debería desestimarse.
El uso de hongos en Argentina no está regulado. La producción suele ser artesanal o por recolección en la naturaleza, ya que varias especies con psilocibina crecen en Buenos Aires, La Pampa o Misiones. Se consumen deshidratados y molidos en cápsulas, o en tinturas madres elaboradas con soluciones hidroalcohólicas. En contextos experimentales internacionales ya se trabaja con psilocibina sintética o producida en bacterias modificadas.
Acosta aclaró que los hongos no generan adicción química y que la tolerancia desaparece rápidamente, por lo que las microdosis suelen administrarse con días de descanso. Frente al vacío legal, muchos médicos optan por acompañar a los pacientes desde la reducción de daños, una práctica cada vez más común desde la experiencia acumulada con el cannabis medicinal.
Para el especialista, se trata de un cambio de paradigma: una “revolución silenciosa” en la que pacientes, profesionales y sociedad en general buscan nuevas respuestas para problemas de salud mental que los tratamientos tradicionales no siempre logran resolver.
LB/DCQ