El futuro del cosmos

El universo envejece: por qué nacen cada vez menos estrellas y qué revela eso sobre su futuro

Astrónomos advierten que la tasa de formación estelar disminuye desde hace miles de millones de años. Observaciones recientes revelan un universo dominado por estrellas antiguas y ayudan a entender cómo será su evolución y su enfriamiento a muy largo plazo.

universo Foto: Freepik

El universo no se apaga de golpe, pero sí envejece. Y una de las señales más claras de ese proceso es que cada vez nacen menos estrellas. Astrónomos de distintas partes del mundo coinciden en que el cosmos ya atravesó su etapa de mayor fertilidad y hoy se encuentra dominado por estrellas antiguas, un fenómeno que ayuda a comprender no solo la historia del universo, sino también su destino a muy largo plazo.

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Las observaciones no indican una desaparición inmediata de las estrellas. De hecho, se estima que existen al menos un septillón de ellas —un número con 24 ceros— repartidas entre miles de millones de galaxias. Sin embargo, la tasa de formación estelar viene disminuyendo de manera constante desde hace miles de millones de años.

Cómo nacen las estrellas y por qué ese proceso se ralentiza

Las estrellas se forman en gigantescas nubes de gas y polvo llamadas nebulosas. Allí, la gravedad hace que el material se compacte hasta dar origen a una protoestrella. Cuando la temperatura del núcleo alcanza millones de grados, comienza la fusión nuclear: el hidrógeno se transforma en helio y la estrella entra en su etapa estable, conocida como secuencia principal.

Nuestro Sol atraviesa hoy esa fase, al igual que la mayoría de las estrellas del universo observable. Pero ese mecanismo, que parece inagotable a escala humana, depende de una condición clave: la disponibilidad de gas frío. Y ese recurso no es infinito.

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Un pasado mucho más brillante

Según el consenso científico, el universo tiene unos 13.800 millones de años. Las primeras estrellas surgieron poco después del Big Bang y marcaron el inicio de la iluminación cósmica. En los últimos años, el Telescopio Espacial James Webb logró identificar estrellas extremadamente antiguas en la Vía Láctea, con edades cercanas a los 13.000 millones de años, lo que confirma que la formación estelar comenzó muy temprano.

Los astrónomos sostienen que el punto máximo de nacimiento de estrellas ocurrió hace unos 10.000 millones de años, durante un período conocido como el mediodía cósmico. En esa época, las galaxias convertían gas en estrellas a un ritmo muy superior al actual.

Estudios publicados en la última década estiman que cerca del 95% de todas las estrellas que existirán en la historia del universo ya se formaron. Desde entonces, la tendencia es descendente.

Galaxias más frías, menos estrellas nuevas

Las evidencias más recientes llegaron gracias a la misión Euclides de la Agencia Espacial Europea. Con un detallado mapa tridimensional del universo cercano, los científicos analizaron millones de galaxias y detectaron un patrón consistente: las galaxias actuales son más frías que en el pasado.

El polvo cósmico, que se calienta cuando se forman estrellas grandes y masivas, emite hoy menos radiación. Esa baja de temperatura indica una menor actividad estelar. En otras palabras, las “fábricas” de estrellas están funcionando a media máquina.

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Cuando una estrella muere, no todo se pierde. Las supernovas dispersan elementos químicos que pueden alimentar nuevas generaciones estelares. Pero ese reciclaje tiene límites. Cada ciclo consume parte del hidrógeno disponible y lo transforma en materiales menos aptos para crear nuevas estrellas.

Con el tiempo, las estrellas pequeñas se vuelven predominantes y las grandes, que consumen mucho combustible y viven menos, se vuelven excepcionales. El resultado es un universo cada vez más apagado, aunque todavía muy lejos de quedar a oscuras.

La “Gran Helada” y el destino final del cosmos

Esta desaceleración está ligada a una de las teorías más aceptadas sobre el fin del universo, la muerte térmica, también conocida como la Gran Helada. Según este modelo, el universo seguirá expandiéndose, la energía se dispersará y llegará un punto en el que ya no habrá condiciones para formar nuevas estrellas ni sostener procesos complejos.

Aun así, los plazos son inmensos. Los astrónomos calculan que seguirán naciendo estrellas durante decenas de miles de millones de años más. El Sol, por ejemplo, todavía tiene combustible para unos 5.000 millones de años antes de comenzar su fase final.

Algunas proyecciones llevan el final último del universo a cifras casi imposibles de imaginar: un uno seguido de 78 ceros, en años. Frente a ese horizonte, la disminución en el nacimiento de estrellas no es una alarma inmediata, sino una clave para entender que el universo, como todo sistema, también atraviesa un lento proceso de envejecimiento.

 

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