eficacia y gestión

Del “con la democracia se come, se cura y se educa” al “¿qué quiere que haga?”

El Gobierno llega al acto electoral con pocos argumentos. Tanto que el antiperonismo aparece como el principal eje de campaña de LLA.

‘Casa tomada’ Julio Cortázar. Foto: Pablo Temes

1. La democracia argentina se fundó en dos ejes: los derechos humanos (que consisten no solo en la denuncia de los crímenes de la dictadura, sino que expresan una serie de consensos de toda la sociedad) y en aquel rezo que solía expresar Raúl Alfonsín en 1983: “Con la democracia se come, se cura y se educa”. La política, el voto, representaban esos objetivos, tales expectativas. El gobierno de Javier Milei, autopercibido como el Topo que quiere acabar con el Estado desde adentro, parece expresar otro paradigma. Lo dijo el mismo presidente en más de una entrevista la última semana previa al voto. Cuando periodistas que no son en absoluto opositores al Gobierno, le preguntaron por ese 80% que tiene dificultades para llegar a fin de mes, el Presidente fue taxativo: “¿A ver, cómo quiere que lo arregle?” fue la repregunta que recibió, por caso Eduardo Feimann.

2. Es interesante seguir la secuencia del diálogo. Feimann le dice: “El especialista en crecimiento con o sin dinero es usted”. A lo cual, Milei corrigió: “Económico. Crecimiento económico”. Para el Presidente, el crecimiento es económico, macro se diría. No tiene que ver con la calidad de vida de las personas. Nuevamente, a la manera de Thomas Kuhn, quien allá por los 60 escribió su La estructura de las revoluciones científicas, estamos ante un paradigma: el bienestar, el llegar a fin de mes, es un tema no de economistas (ni de presidentes, lo que sería aún más extraño), sino de sociólogos –y quizás de políticos–.

3. No fue la única respuesta paradigmática. Tanto Scott Bessent como el propio Donald Trump unificaron dos conceptos de la política, peronismo y comunismo, y lo extrapolaron a la realidad de su país, los Estados Unidos. Ambos hablaron de un izquierdismo comunista. Y Luis Caputo y Javier Milei lo replicaron. La intervención del gobierno republicano se sostendría en una afinidad ideológica: el comunismo es lo que representa Axel Kicillof. El peronismo, lo que enuncia el candidato a alcalde de Nueva York, Zohran Mandani o la senadora Elizabeth Warren.

4. La evidencia demuestra que el peronismo no es un izquierdismo. El propio Perón, con sus diletancias, su pragmatismo, y sus idas y venidas, siempre fue claro al respecto: su marco teórico, su educación, tenían otro origen. El filósofo Alexandr Dugin, quien nada tiene de izquierdista y que nutre las ideas de Vladimir Putin, tuiteó esta misma semana para marcarle “el error conceptual” a los líderes de la ultraderecha norteamericana.

5. Ernesto Semán, en su esencial Breve historia del antipopulismo, explica algo que tuvo que ver con el primer Perón: “En su famoso discurso de agosto de 1944 en la Bolsa de Comercio, Perón –por entonces secretario de Trabajo– describió un Estado corporativo como receta para frenar la radicalización de los trabajadores. Los empresarios desestimaron la oferta, convencidos de que, como el sindicalismo no era radicalizado, el viejo orden aún podía recuperarse”.

6. “Está claro que la historia del peronismo tampoco es la del fascismo (que sí es un antecedente de las ideas que sostienen al movimiento MAGA en los Estados Unidos y se replican en las Fuerzas del Cielo”. Pero afirmar que en el partido que está a la izquierda del partido, que preside Cristina Kirchner está “la pared” como dijo alguna vez Aníbal Fernández, es más un argumento de campaña (o una excusa) que algo que se sostiene en los hechos.

7. Sin embargo, en el contexto de un gobierno que llega con problemas de consistencia económica (en la macro, que parece ser el único espacio en el que debiera gestionarse, según lo que expresa el Presidente), acusaciones de corrupción en marcha, internas feroces, el argumento antiperonista/antipopulista emerge como el sostén que le permite llegar al domingo electoral. Como tituló su artículo Jaime Duran Barba en PERFIL, el último domingo: “No es la economía, estúpido”, aquí parecería ser un poco más. A veces, “es la ideología, estúpido” podría ser un sustento de algunos votos.

8. El mismo Semán, hablando del primer peronismo, interpreta al cuento de Julio Cortázar, “Casa tomada” como una posible toma de posición de cierto sector social. Representaría algo así como un “riesgo”, un “fantasma” que amenazaría cierto status quo.

9. ¿Qué es el peronismo para cierto sector social? El historiador Ezequiel Adamovsky lo explica de la siguiente manera: “Otra vez, se temía que apareciera una figura carismática, un ‘caudillo’ como aquellos del siglo XIX, capaz de excitar y dar cauce a impulsos plebeyos que de otro modo estarían bajo control. Por un tiempo, luego de la organización nacional y de la derrota del partido federal, el peligro de ese caudillismo plebeyo había quedado en suspenso. Pero el sufragio universal reactivó esos viejos temores; tanto Yrigoyen como más tarde Perón fueron insistentemente comparados con Juan Manuel de Rosas y sus seguidores con la mazorca”.

10. También es verdad que la historia del último peronismo en el poder genera otras dudas. Aún faltan autocríticas sobre corrupción, sectarismo. Aún no está resuelta su propia interna. Tanto es así que ante la intervención tan fuerte de los Estados Unidos, no pudo reeditar la consigna Braden o Perón. No es porque no haya un Braden hoy, sino porque, precisamente, le falta su propio Perón, tal como señaló más de un lúcido analista.

11. Sin embargo, el antiperonismo, el antikirchnerismo siguen siendo un argumento de campaña que concita votos. Cabe preguntarse cuántos, ante la evidencia de una gestión anárquica en todo sentido. El paradigma actual fue definido por Adamovsky como un “individualismo autoritario”. Explica que “La institución que permite un grado de cooperación tan grande –el mercado– es, paradójicamente, la misma que nos convierte en individuos aislados que buscan su propia satisfacción”. La pregunta “¿Qué quiere que haga?” es la que, precisamente, deberá develarse a partir del lunes 27 de octubre. “Casa tomada” termina de la siguiente manera: “Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada”.