Sustento libertario

El verdadero presupuesto es defender lo indefendible

Pre/supuesto: la base, racional o no en la que se apoya una idea. Definición que puede explicar también el regalo de un libro.

El avance de las derechas. Foto: Pablo Temes

1. El año se cierra con dos hechos políticos. El debate por el presupuesto, con las contingencias de negociación que implica la instauración de un plan de gastos anual y las prioridades de la gestión para el año, por un lado; y, por el otro, la fiesta de fin de año en Olivos para el gabinete ampliado en la que el presidente Javier Milei les regaló a todos los miembros del Ejecutivo un ejemplar del libro Defendiendo lo indefendible, del economista norteamericano Walter Block. Quizás ambas situaciones estén más vinculadas de lo que parece: quizás el sentido del libro explique la mirada sobre el pre/supuesto que tiene la gestión que no en vano se autodefine como libertaria.

2. El Diccionario de la Real Academia Española da cinco definiciones para la palabra presupuesto. La número 3 y la número 4 aluden directamente al debate al que asistimos en la semana pasada. La 3, “Cómputo anticipado del coste de una obra o de los gastos y rentas de una corporación” y la 4, “Cantidad de dinero calculado para hacer frente a los gastos generales de la vida cotidiana, de un viaje” son lo suficientemente claros. El sentido de presupuesto debiera terminar en la definición número 5, “Propósito formado por el entendimiento y aceptado por la voluntad” y tiene una clara razón o causa en la número 2, “Propósito formado por el entendimiento y aceptado por la voluntad”. Hasta aquí, el consenso, el problema –el problema político– está en la definición número 1, la primera y seguramente la principal: “Motivo, causa o pretexto con que se ejecuta algo”. Habría que ver cuánto hay en esto último en debate: las causas más que las consecuencias.

3. El libro de Block está lleno de los desafíos que brindan los teóricos libertarios a lo políticamente correcto. Aquello que Milei hizo alguna vez, cuando era más un columnista de televisión que otra cosa, cuando dijo que la venta de órganos tiene alguna lógica, por ejemplo. En el texto del economista norteamericano hay defensa del proxenetismo, del trabajo infantil, del tráfico de drogas. Seguramente, tanto Milei como Block ante el horror del pensamiento políticamente correcto explicitarán algo así como una línea conceptual estilo Micky Vainilla: que todo es para provocar. “Yo solo hago pop”, diría el personaje de Diego Capusotto. Aquí, seguramente nos encontremos, ante una supuesta invitación a pensar. Pensar, precisamente, sobre los presupuestos de la gestión. O más especialmente, sobre los presupuestos ideológicos del Gobierno.

4. El Diccionario filosófico de Ferrater Mora no tiene una voz específica dedicada a presupuesto. Dice que debe revisarse la definición de “supuesto”, palabra que, por otro lado se menciona unas 560 veces. Allí se explica que existen tres definiciones posibles de “supuesto”. La primera alude a aquello que tiene una sustancia. La segunda definición es supuesto como suposición: ‘Supuesto’ puede traducir asimismo, el vocablo suppositio, empleado por muchos autores escolásticos. Consideramos, sin embargo, más propio usar ‘suposición’, por lo que remitimos al artículo sobre este último concepto. La tercera definición es la siguiente: “En otro muy distinto sentido se emplea ‘supuesto’ (ya veces también ‘suposición’ y ‘presuposición’) en el pensamiento moderno y contemporáneo. Esto aparece sobre todo en las frases “pensamiento sin supuestos” o bien “los supuestos de un pensamiento”. El ideal de la ausencia de supuestos de la filosofía y especialmente de la gnoseología expresa exactamente el significado del término. 

5. El “supuesto” de un pensar sería, de esa manera, aquella base ideológica, conceptual, teórica, que lo sustenta. Incluso, sería aquello que ese mismo saber, no considera necesario justificar. O defender. Lo indefendible es lo ideológico. Lo que se defiende de otra manera.

6. Para el psicoanálisis, un presupuesto sería aquello que se instala como verdad fundante en el inconsciente, sin pasar por el juicio consciente, y que a partir de entonces organiza la percepción, el deseo y la acción del sujeto. No es un paradigma elegido, sino inferido o impuesto por la estructura y la experiencia. Gobernar sin una ley, una ley de leyes, un presupuesto aceptado por legisladores votados previamente, es aceptar ese otro presupuesto: el de lo que se da por sentado.

7. Este presupuesto es el reverso de los “paradigmas” de los que hablara Thomas Kühn cuando habla de las revoluciones científicas, mientras el paradigma es algo al mismo tiempo positivo e inconsciente, Proporciona un marco de lo que es “observable” y un “problema” y es aceptado como presupuesto por la comunidad científica, en el individuo esta construcción es más compleja y simbólica. 

8. La inteligencia artificial nos brinda una síntesis: “Un presupuesto nacional es mucho más que un balance de ingresos y gastos. Es la declaración de políticas más importante de un gobierno, un documento que muestra, en cifras concretas, qué sectores considera prioritarios para el desarrollo y el bienestar de sus ciudadanos (salud, educación, infraestructura, defensa, etc.)”. El presupuesto es esencialmente una herramienta política. Quizás no valga la pena detenerse en lo que prevé como el precio del dólar, sino en lo que indica como proridades, lo que muestra de la evolución de la sociedad. Hacia dónde marcha,

9. Volvamos al texto de Block y al libertarianismo en sí. Lo que se señala como elemento característico es que pone por delante el economicismo (un economicismo muy particular que se sostiene esencialmente en la propiedad privada) por encima de la cuestión moral, ética. Olvidar la dimensión ética en nombre de la ciencia, o de la exactitud es, también, una política. No es una epistemología, ni una toma de posición. Es algo ideológico. 

10. Quizás, cuando el Presidente les enviaba el mensaje a su equipo lo que hacía era poner en juego su pre/supuesto esencial: defendiendo lo indefendible es la forma teórica de su propia batalla cultural.