Pobreza e imagen

La Argentina poselectoral

A pesar de que Milei bajó el tono agresivo, no se percibe que tenga en cuenta a la oposición.

Argentinos. Seis de cada diez siguen opinando que el rumbo del país está equivocado. Foto: NA

Las noticias sobre casos de corrupción como el juicio a Cristina, el caso Andis, el caso $Libra, financieras sospechadas de blanquear dinero se superponen con un goteo permanente de información referida a despidos y/o cierres de empresas como los ocurridos en Whirlpool, Scania, Essen, Cameco, Panpack, a los que se suma un récord de procesos preventivos de crisis, fuerte incumplimiento de pago de tarjetas de crédito, y alertas del Santander y el BBVA sobre que la situación económica argentina es más grave de lo que se suponía. También comienza a emerger la discusión sobre la validez de los datos del Indec y los beneficios del acuerdo comercial con EE.UU. 

La opinión pública no es ajena a estas problemáticas por eso señalan como principales problemas del país  la corrupción, los bajos salarios, la desocupación, la pobreza y la inflación. Luego del triunfo libertario, el Presidente recuperó algunos puntos de popularidad, sin los picos de 2024 y manteniendo balance negativo, mientras los líderes de la oposición tuvieron caídas en su valoración.

Tenemos entonces un gobierno que está en la iniciativa, una oposición que retrocede, pero a seis de cada diez que siguen opinando que el rumbo país está equivocado y que vamos hacia la latinoamericanización y a cuatro de cada diez que piensan que con Milei el país finalmente despegara. Este dato no es nuevo, lo venimos citando sistemáticamente porque a pesar del triunfo electoral, lo estructural no cambió. No han crecido las expectativas, ni se considera dominada la inflación. Tampoco, a pesar de que Milei bajó el tono agresivo, se percibe que tenga en cuenta a la oposición. Por el contrario, la percepción es que mantiene la idea de buscar que el Parlamento le apruebe las leyes tal como él las presenta.

El Presidente consiguió que un 41% vote por sus candidatos, en una sociedad en donde 70% tiene problemas económicos y un 30% tiene un mejor pasar. Este dato puede ser leído como un mérito y como un riesgo. Lograr que una parte de los que no la pasan bien haya votado la lista violeta muestra que hay quienes por encima de sus condiciones materiales mantienen la esperanza en que las cosas mejoren. Riesgo porque si el proceso de desindustrialización y despidos continúa avanzando la esperanza puede convertirse en desilusión. La mitad de los que votaron a los candidatos de Milei lo hicieron porque les gusta el Presidente, pero también por rechazo a un peronismo que fracasó en su última experiencia de gobierno.

En noviembre de 2017 Macri tenía el mismo nivel de aprobación que Milei, 43%, y había obtenido un caudal de votos similar. La diferencia es que su balance de imagen como dirigente era positivo. 

En noviembre del 17 todos creíamos que Macri tenía la reelección asegurada, del mismo modo que hoy se piensa que la tiene Milei. 

En una sociedad cada vez más líquida nada es seguro. Poder contestar la pregunta de si Milei es quien abre un nuevo ciclo en la Argentina o si es el último representante del viejo ciclo es trascendental. 

Su equipo económico acaba de decir que siempre se creyó que una política de ajuste económico no generaba crecimiento y que ellos están demostrando lo contrario. Quizás habría que tener en cuenta que más de la mitad de sus votantes nos dijeron que sin la ayuda de Trump el dólar y la inflación se hubieran disparado y cuatro de cada diez de sus votantes 2023 dudan de la capacidad de gestión de Milei. 

La debacle de Macri comenzó en 2018. El partido de Milei se juega en 2026. Dependiendo del resultado podremos comenzar a contestarnos la pregunta sobre a cuál ciclo representa. 

*Consultor y analista político.