Defensora de Género

Las mujeres y niñas frente a las políticas de cuidados

Pandemia. Hizo visibles los cuidados a cargo de las mujeres, siempre invisibles, como las tareas domésticas. Foto: cedoc

Acaba de finalizar en Buenos Aires la XV Conferencia Regional de la Mujer organizada por Cepal y ONU Mujeres, cuyo tema central fue: “La sociedad del cuidado: horizonte para una recuperación sostenible con Igualdad de género”. El tema se impuso frente a la realidad que se desnudó durante la pandemia. Porque los cuidados existieron siempre, pero quedaban invisibilizados, algunos como las tareas domesticas (cocinar, lavar platos y ropa, limpiar la casa y otras), no se mencionaban, pero cuando se decía “ama de casa” allí estaban ocultas esas tareas que se entendía realizaban las mujeres. Si había niños se sumaban esos cuidados y también el de las personas enfermas, con capacidades disminuidas y ancianas. Siempre entendiendo que esas eran las tareas que las mujeres en una familia realizaban, y que era parte de la distribución de responsabilidades, cuando los que salían a sostener económicamente, eran los hombres. Los cambios que llevaron a las mujeres a trabajar fuera del hogar para desarrollarse y sustentar a la familia, no se acompañaron del cambio de la concentración de estas tareas en las mujeres. Se habló de la doble o triple jornada. A partir de la contabilización económica de estas tareas se empezó a hablar de trabajo no remunerado, porque es trabajo y cuando se pone el valor económico se nota su magnitud. Esto desterró el sentido, aunque no eliminó la frase: “no trabaja, es ama de casa”.

Desde el grupo de redes regionales que integramos el Comité de ONGs para la condición de las Mujeres de América latina y el Caribe elaboramos un documento con recomendaciones para la declaración de esta Conferencia y que regirá los criterios para los sistemas de cuidados integrales a adoptar en los países: que promuevan la redistribución más igualitaria entre hombres y mujeres, y que el Estado asuma el apoyo de estas tareas a las familias o personas en forma integral, y sin que esto implique tercerizar a servicios privados lucrativos. ¿Por qué el Gobierno debe cubrir esto? Porque cuidar y recibir cuidados es un derecho humano de las personas y los gobiernos deben garantizarlo. Desde esa plataforma las distintas formas de cuidado, en general, implican principalmente la participación como cuidadoras de mujeres, que actualmente trabajan en el sector informal sin ninguna protección social. Ellas fueron las que, junto a las trabajadoras de casas particulares en la pandemia, vieron caer sus ingresos a cero ante la imposibilidad de salir a trabajar. La OIT estima que si se crean estos sistemas de cuidado se generarán en el mundo más de trescientos millones de trabajo formal, mayoritariamente para mujeres. Esto da una magnitud de lo que implica en términos económicos el aporte de las mujeres, y también la economía en negro que mueven los cuidados. Pero lo importante es que este reconocimiento de las trabajadoras y trabajadores de cuidados se regularice, y esto implicará un importante aporte para disminuir el desempleo. Claro, esto requiere aumentar fondos del Gobierno, pero como se dijo ayer en el panel que organizó el Comité: “La plata está”. El problema es quién la tiene y cómo se gasta. Entonces, es muy importante desarrollar un sistema tributario más justo y redistributivo que aumente los recursos y los canalice para la creación de estos trabajos formales, que a su vez significan un aporte al apoyo familiar y a la generación de ingresos familiares. Es necesario que estos servicios sean públicos y no privados ya que no se deben guiar por el lucro. También estos sistemas son un incentivo para la economía porque requieren generar infraestructura y eso implica dinamizar otros sectores de la economía. En el país es urgente que se trate en el Congreso la ley de cuidados, presentada por el Gobierno que implica empezar a desarrollar un sistema integral de cuidados de aplicación gradual, pero sostenida.