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Orsic y los chimpancés

El logo de Editorial Perfil Foto: Cedoc Perfil

En la ciencia, la política, las artes, la magia, el ocultismo y el amor, para no abarcar todas las disciplinas existentes, deberíamos imitar el comportamiento instintivo  de nuestros primos los chimpancés, que se desplazan por el aire pasando de rama en rama o de liana en liana, teniendo la prudencia de no soltar la anterior antes de aferrarse a la siguiente. Así, la mayoría de nosotros no deja un trabajo antes de haber conseguido otro que estima mejor (aunque ahora, recesión mediante, es más habitual la pérdida que la ganancia). La extensión de este hábito me recuerda el comportamiento de uno de los personajes tan misteriosos como poco recordados del siglo pasado, y que supo pasar de rama en rama. Me refiero a una mujer de larguísimos cabellos y larguísimas y estilizadas piernas de bailarina que se llamó Maria Orsic y que, de no haber desaparecido entre la bruma y el misterio, de haber durado hasta nuestros tiempos hubiese podido dictar cátedra de esoterismo y rarezas varias a más de un connotado integrante de la neotribu libertaria que gobierna. 

Maria Orsic nació en 1895 en Zagreb. Durante los primeros veintidós años de su vida fue una chica de lo más normalita, pero el 10 de febrero de 1917 a media tarde, humo y vagarosidades mediante, entró en trance y luego de varias horas de concentración logró establecer contacto con una figura luminosa que medía aproximadamente dos metros de altura y no era una estrella de básquet porque flotaba a un metro del piso y en la habitación no había aro alguno. Se trataba, claro, de un visitante de otro mundo, que telepáticamente le comunicó que venía en carácter de embajador de Aldebarán, un sistema solar ubicado a 65 años luz de la tierra (constelación Tauro, frente al cúmulo estelar Híades). Charla va, charla viene, el caso es que al día siguiente del encuentro la Orsic se vio beneficiada por un incremento de sus facultades psíquicas y de un sopetón empezó a escribir y a dibujar bocetos, gráficos, planos y fórmulas en una lengua hasta entonces desconocida para ella. Como la información al respecto es algo imprecisa, no llegamos a determinar si esta fue su primera experiencia telepática o si ya tuvo sus primeros atisbos en 1910. Pero algunos datos son inobjetables: el sistema de escritura era el cuneiforme y provenía de una de las lenguas más antiguas de nuestro planeta, el sumerio. Evidentemente, en Aldebarán también están de acuerdo con que lo viejo funciona.

En 1919 Maria Orsic deja Zagreb y se muda a Berlín. En 1922 se junta con otras connotadas médiums y funda la Sociedad Pangermánica para la Metafísica (Vril). Las chicas paranormales se acostumbran a practicar esa clase de contactos y optimizan sus facultades dejándose crecer el pelo porque, pasando determinada extensión comienzan a  funcionar como antenas receptoras de los signos que el universo emite a troche y moche. En el febril estado de cosas en que se va desplomando la sociedad alemana, todo tiene que ver con todo y de cualquier cosa puede salir otra. No falta quien al observar los planos sumerios descubre que a partir de ellos pueden construirse platos voladores. Maria ya forma (o también forma) parte de la Sociedad Thule, otra orga esotérica que buscaba volver grande a Alemania de nuevo y –de paso– eliminar a judíos y cristianos y crear una religión puramente germánica. De ahí a Hi-tler como Dios, un solo paso. Por su parte, patrióticos millonarios aportan sus reichsmarks para la construcción del primer prototipo de máquina volante (Jenseitsflugmaschine). El primero salido de fábrica no llega a levantar vuelo; el segundo, sí. Tal vez porque el gobierno del Führer puso a cargo del asunto a un científico capaz de aportar un poco de cordura al asunto, o quizá a especialistas capaces de descular la escritura cuneiforme. Desde luego, aquellos planos que contenían descripciones exactas de ovnis y de armas avanzadísimas tenían que ser útiles para que los nazis ganaran la guerra, cosa que en el siglo pasado no ocurrió, tal vez porque los lingüistas no embocaban con la palabra apropiada para cada concepto técnico, o quizá porque los aldebaránicos o aldebaranenses piensan a largo plazo (como los chinos) y su modelo de desarrollo para nuestro planeta consistía en plantar la semillita nacionalsocialista en el siglo XX, independientemente de los primeros resultados, pero que comenzara a crecer y desarrollarse en el siglo XXI como está ocurriendo.

El caso es que Alemania perdió la Segunda Guerra y que Maria Orsic, cuando las papas quemaban, a cambio de inmolarse por la causa encontró refugio en una base secreta en la Antártida. Medium que huye sirve para otros contactos con extraterrestres. En 2017 un director norteamericano filmó una biopic con su vida. Hay quien dice que Orsic hizo un breve cameo, una dulce ancianita de larga cabellera blanca. Quizá fuera una peluca.