TODO PASA Y TODO QUEDA

Tres lunas

Bessent. El extraño vínculo con los Estados Unidos también articula el discurso oficial. Foto: Bloomberg

Las peores cosas transmiten advertencias, que pueden ser descubiertas en el lenguaje antes de que transcurran. En todo gobierno la opacidad de lo ostensible impide advertir en qué momento lo coyuntural comenzará a dominar a lo estructural, máxime si sus construcciones verbales esconden asuntos mediante falsedades, mentiras e imposturas. Una falsedad puede contrariar la verdad sin ser intencional; la mentira, en cambio, tiene la intención de engañar, y la impostura implica asumir la personalidad de lo falso. Luigi Pirandello decía que, a veces, lo que está escondido entre las palabras revela más que el discurso explícito.

En una gran tragedia siempre hay un conjunto de desgracias menores. El futuro ya comenzó y transcurre ahora: lo palpable y evidente parece sincero, y lo abstracto y misterioso parece fantástico. Pero si resulta ser que las palabras no fueron ni palpables ni evidentes, ni abstractas ni misteriosas, entonces no hay nada de nada que sea ni fantástico ni sincero. Un periodista, durante una conferencia de prensa, preguntó sobre la cantidad de mastines ingleses que había en la quinta de Olivos, porque según la versión oficial eran cinco, pero en realidad eran cuatro. La respuesta fue que, si el poder había dicho que había cinco perros, “hay cinco perros y se terminó”.

En el discurso público oficial, falsedad, mentira e impostura son tres lunas en la noche del engaño; eso no es “no tener filtro” o “hablar claro”. Es falso decir que en sus ensayos Michel de Montaigne eliminó el Estado, entre otras razones, porque fue alcalde de Burdeos; pero la falsedad puede provenir de la ignorancia. Así, sería apenas una luna lúgubre. Es una mentira sostener que la universidad pública argentina es elitista y que “a la UBA van los ricos”; según datos oficiales, más del 80% de los estudiantes universitarios en Argentina provienen de hogares de ingresos medios o bajos. En este caso, la mentira es deliberada; hay una luna funesta en el cielo sombrío. Repetir que las universidades no colaboran con la movilidad social contraría estudios del Ministerio de Educación y de organismos internacionales. Al personalizarse en la estratagema, detona la tercera luna luctuosa. Falta todavía la bufonería, pero su inclinación trágica provoca intriga y piedad, de las que las otras carecen.

El Monitor Fiscal del FMI (abril de 2025) indica que la deuda pública mundial aumentará en 2,8 puntos porcentuales este año, lo que la llevará a más del 95% del PIB global, tendencia que va a continuar, superando incluso los niveles de durante la pandemia. Un 100% implicará que, en promedio, cada dólar producido en el mundo estará contrarrestado por un dólar de deuda pública. La Unctad señala que la deuda pública mundial casi se ha duplicado desde 2010. Si bien no es metodológicamente dominante decir que esto significa “un triunfo” de la actividad financiera por sobre la productiva, sí refleja un cambio estructural en cómo se organiza y se financia la economía. Seguro que tampoco deberá de ser metodológicamente dominante decir que “la gente de bien” tiene tendencia a exhibir sobre su escritorio un exceso de monitores, de hojas de cálculo abiertas, de plataformas de trading y de celulares para brókeres, y una insuficiencia de escrúpulos.

La captura de valor a través de intereses, especulación, deuda, rentas y valorización de activos no requiere de producción directa, sino de posesión de capital o instrumentos financieros. Está desligada del trabajo y la producción, es volátil y sensible a la confianza, y puede expandirse sin límites aparentes. Un síntoma de que la lógica financiera ha ganado peso frente a la lógica productiva es el crecimiento desigual, en tanto los activos pueden crecer sin que haya un correlato en producción, empleo o bienestar. Más de 3.300 millones de personas viven en países que gastan más en intereses de deuda que en salud o educación.

Cuando el dinero se multiplica más rápido que los bienes, aumentan aceleradamente los potentadosy sus potestades, y la concentración del poder y la riqueza se basa menos en la industria, que queda marginada porque no produce tanta riqueza como las finanzas y la IA. La reyerta entre Elon Musk y Sam Altman sobre el alma de OpenAI (empresa dedicada a la investigación y desarrollo de inteligencia artificial), el foco en la seguridad versus la integración con grandes corporaciones, con fuerte inversión y escalabilidad (entre otras cosas), es un caso testigo de estas tensiones. La economía global ha pasado de producir valor a financiarlo, y eso plantea desafíos sobre sostenibilidad, justicia y sentido. También en difundir frases con las que nos dicen que perdemos el tiempo, armadas por aquellos que, con sus ávidas caras de comadreja, no pueden hacer lo que hacemos.

Argentina es el país que más años ha liderado el ranking de deudores del FMI, que lo considera un “deudor prolongado”, lo que implica que su dependencia del organismo es crónica y no transitoria. En 2025, encadenó ocho años consecutivos como el mayor deudor del organismo; esta tendencia refleja la exclusión persistente del país de los mercados voluntarios de crédito, viéndose obligado a recurrir a fuentes institucionales. En 2025, incrementó significativamente su deuda con el FMI, el BID y el Banco Mundial. Uno de los verbos divinos fundacionales del credo oficial, Milton Friedman, dijo que, aunque el Estado se endeude hoy, los ciudadanos terminarán pagando ese gasto. Localmente, se difunde la idea de que los comicios del 26 de octubre constituyeron un plebiscito entre libertad y servidumbre.

Un augur de la racionalidad, el macroeconomista Robert Lucas, emergió entre volutas de palo santo, vapores de vinagre y una mezcla de hierbas naturales, para hablar de la importancia de la credibilidad y de la reputación del Estado. Su nombre y su apellido sirven incluso para bautizar mascotas, pero evidentemente no para hacer escuela. ¿Qué credibilidad ostenta un país que, frente al retiro por parte de Scott Bessent de una inversión en letras de liquidez del Banco Central argentino (que provocó una caída de $ 2,7 billones en el balance semanal del BCRA), respalda públicamente la operación por el rol de Bessent como aliado estratégico en el salvataje financiero? ¿Qué reputación puede tener “la gran deudora del Sud”, como Sarmiento catalogó a la Argentina en el periódico El Censor (1885)? En la noche del engaño, hay una luna petulante, otra penetrante y otra recalcitrante.

Alguien tiene que mirar no hacia el mañana sino hacia el pasado mañana, a cuando el servicio de la deuda lo sea todo o casi todo. Gobiernan sujetos impasibles frente a las consecuencias de sus actos, huidizos frente a la realidad del dolor ajeno, deferentes con los magnates e indiferentes con los pobres. Ni estetas del decoro, ni ascetas de los caracteres, ni apologetas del consenso. Habrá un momento en el que la verdad se hará patente en toda su crudeza, y ya será imposible ignorarla o culparla. El día anterior a su muerte, Pier Paolo Pasolini dijo: “Yo bajo al infierno y sé cosas que no perturban la paz de los otros. Pero hay que tener cuidado. El infierno está subiendo”.

¿Hacia dónde vamos? ¿Al Derecha Fest de la calle Virrey Loreto, a las chombas con los Falcon verdes, al vino “Lágrimas de zurdo”, a la idea: “Un hombre no puede ser una mujer, solo hay dos sexos y cincuenta formas de hacer el ridículo”? ¿A la Argentina de “por algo será, en algo habrá andado”? Fuimos eso; ¿lo volveremos a ser? ¿De dónde salen estos sujetos? Los economistas vienen del mundo financiero; los políticos de múltiples prados asturianos; el círculo cultural del cosplay y las redes sociales; los comunicadores, del periodismo provocador; los “miembros económicamente racionales del Congreso”, de la televisión de nicho. ¿Qué es lo intocable en nuestro país? ¿Qué esencias, qué principios, qué valores? Si la locura exterioriza un método, entonces el apelativo “loco” deja de ser sinónimo de excéntrico, y pasa a serlo de desleal. ¿Qué bien puede surgir de tanto mal?

Esto también pasará, seguramente; importa saber qué Argentina quedará, y cómo. La década de los 90 también pasó (y con ella “la plata dulce”, el “deme dos”, el “voto licuadora” y el “robo para la corona”); la Argentina que afrontó el siglo XXI estaba menos confiada en sí misma y era más inculta. En 2018, Mauricio Macri recibió del FMI un programa de asistencia financiera condicionado a reformas estructurales (SBA, stand by), el préstamo más grande en la historia del organismo, por intercesión del monarca Trump. El argentino retribuyó exhortando a los argentinos a tener “cariño” por Christine Lagarde, y amenazándolos con que, si se ponía “loquito”, iban a sufrir. Parecía que más cipayo no se conseguiría jamás. En 2025, reapareció el monarca Trump, como un ganso aleteando sobre la superficie del agua para marcar su territorio: esta vez, fue el Tesoro de los EE.UU. el prestador que recuperó a un gobierno in articulo mortis.

Tropezar con la misma piedra es evitable.

*Abogado y excanciller.