Una afrenta inaudita a la profesión de economista
Lo notable ha sido la comunión de opiniones contrarias y socarronas que despertó la proposición de Emmanuel Álvarez Agis. Nunca vista la unanimidad y burla contra quien fue segundo de Axel Kicillof en el Ministerio de Economía.
Fue una distracción del mundo político y del periodismo. Entretenidos por la lúbrica atracción de la competencia entre Santiago Caputo y Karina Milei, se ignoró otra evidencia en los cambios del gobierno, más nítida y ostensible: el ascenso de Manuel Adorni a la Jefatura de Gabinete, fruto de su tarea comunicacional —-que aún conserva en su nuevo cargo— y de la importancia que este rubro adquirió en los últimos tiempos para aquellos que deben exponerse en el escenario. Vale más el servicio de un Adorni para el Presidente que otros funcionarios, con superior o igual responsabilidad, a pesar inclusive de que es el mismo quien protagoniza la comunicación, dialoga con profesionales favoritos que amplifican su discurso y se sirve de un asesor de cabecera que ha montado un regimiento de voceros propios en las redes sociales. En suma, un rol vital. Así como cualquier cuzquito legislativo o ministerial dispone de un encargado de prensa pegado en la espalda, el nuevo Jefe de Gabinete se convirtió no sólo en insustituible consulta para Javier Milei sino que coordina también las voces de otras áreas. Quizás haya sido promovido como un tapón que impuso la hermana presidencial para bloquear las exageradas pretensiones de estrella del Caputo junior, no debe disponer hoy de las mismas cajas que sus antecesores (Posse y Francos), pero sin librar batallas y en silencio saltó a la cúpula gubernamental con una doble función. Y nadie se pregunta hábitos o vestuario como lo perforan a Caputito por su estilo deportivo (seguramente extraído de Arc'teryx y de gore-tex) o a Karina por las sobrias combinaciones de sus ropa y tiendas que le recomienda su pupila en Capital Federal, Pilar Ramírez: el hombre ahora al frente del Gabinete sobre todos los ministros se constituye como el teflón, antiadherente, baja fricción, resistencia a la corrosión y, sobre todo, a otras substancias. Diccionario mediante. Debe ser Adorni quien acumuló más autoridad y poder en el Gobierno desde que juró Milei como mandatario y nadie se ocupa de su fantasmal presencia: esa carrera acumulativa se la agradece al “periodismo que tanto odiamos”, como dice el slogan de Perfil. Una singular contradicción.
Pasó bajo el radar Adorni, del mismo modo que casi nadie se detuvo a pensar —bueno, si pensara no se dedicaría al juego— en los curiosos resultados en el sistema de apuestas que en los Estados Unidos desarrolló Bwin, empresa dedicada a validar todo tipo de posturas lúdicas que le interesen a sus clientes. Por plata, naturalmente. Y como en la Argentina hubo desafíos para saber si Milei se iba antes de Semana Santa, si lo volteaban por juicio político o, como se decía antes de los últimos comicios, no podría volver a la Casa Rosada por el tamaño de la derrota ante la oposición, esas contiendas personales no se trasladaban a internet. En cambio, en USA, en uno de los rincones de apuestas de la empresa de juegos, se inscriben y pagan fortunas para anticiparse a la caída de Donald Trump, a la eventualidad de un juicio político, al no cumplimiento del mandato. Justo cuando el actual mandatario parece llevar en cunita su administración. De ahí que sorprendan la aventura de las apuestas. Por ejemplo, frente al interrogante de cumplir o no su mandato, el “Si” paga 1,53. Mientras el “No” alcanza 2.40. Raro. Otro dato: ante la posibilidad de que Trump sea sometido a juicio político en los años que faltan hasta el 20 de enero del 2029, el “Si” recluta 2,60, al tiempo que el “No” se adjudica 1,44. Más raro aún. Una visión de jugadores o de intérpretes de la realidad norteamericana que en general no se tiene en cuenta aunque sea la expresión de quienes intervienen con cifras millonarias en ese mercado de apuestas.
Pocas veces como esta semana se registró una afrenta inaudita a la profesión de economistas, al margen del origen político y de la pertenencia a distintas bandas partidarias, como la afirmación viralizada por el consultor Emmanuel Alvarez Agis, quien después de una mala noche y una trepanación cerebral, lanzó a los aires una calenturienta propuesta para formalizar el empleo, mejorar la recaudación y prescindir del dinero físico: sostuvo, afiebrado, que aquellos que iban a reclamar al banco sus depósitos en efectivo debían consignar un tributo, sintetizado en que “si retiras 100, solo te llevas 90”. Al margen de que esa medida afecta la propiedad privada contemplada en la Constitución, lo notable ha sido la comunión de opiniones contrarias y socarronas que despertó su proposición. Nunca vista la unanimidad y burla contra quien fue segundo de Axel Kicillof en el Ministerio de Economía, protegido de Cristina según el mismo confesaba, que compartió gran parte de sus errores, y luego se retiró crítico para desempeñarse en la actividad privada con bastante fortuna y el interés oportuno de fondos y bancos norteamericanos que lo consultaban. Ante el tuit, fue Javier Milei el primero que saltó de la butaca y calificó a Alvarez Agis de ladrón, identificándolo con el kirchnerismo, comparando la idea a la de un ladrón que espera al ahorrista y le robe el 10% de su retiro en la puerta del banco. Acudió a otras blasfemas, por supuesto. Sin embargo, el episodio logró otro milagro inesperado: el ex socio del Presidente y furibundo crítico de su gestión, Diego Giacomini, compartió la misma opinión —tal vez por primera vez en dos años— sobre el impuesto al cash advirtiendo que “bajar la evasión por esa vía es como querer adelgazar comiendo azúcar”. Por supuesto, abundó luego en otras explicaciones técnicas menos chistosas. Por si no alcanzara, Álvarez Agis además incorporó en la crítica al peronista Guillermo Moreno, quien descalificó su idea como una tontería más, advirtiendo que nada conoce del comercio, del choripán en la cancha, nunca compró ni vendió nada, menos de la cadena corta ni de la cadena larga, y desconoce la economía real argentina y solo refleja los intereses de los bancos. El alud de objetores hasta alcanzó al titular del Tribunal Fiscal argentino, Miguel Licht, quien sostuvo en una exposición que se podía considerar el proyecto como “una devaluación del peso electrónico frente al peso físico o, si se quiere, a la creación de un doble tipo de cambio interno entre dinero bancario y dinero en circulación”. Irritado, el magistrado enumeró otras perversiones del proyecto AAgis, para cerrar con una conclusión demoledora: “Se introduce, entre otros factores, un sesgo regresivo, ya que el impuesto al retiro afecta proporcionalmente a quienes dependen del uso de efectivo (los mas pobres) y cabe escrutar si más allá de su carácter extra fiscal no representaría una forma de expropiación encubierta al reducir la capacidad de disposición sin una contraprestación ni causa de utilidad publica especifica”.
Como se escribe al final de las solicitadas, siguen las firmas. Álvarez Agis se las gano.