Efecto 200 días: más del 30% de las mujeres está agotada o no puede dormir
Las tareas de cuidado, las escolares y las laborales hacen que el 21% de las encuestadas sienta que “no tiene energía” y que el 20% no pueda hacer ninguna actividad de ocio.
Emilia Rissi tiene cuatro hijos y un trabajo que le demanda atención de 9 a 18 todos los días, con reuniones presenciales que hoy hace vía zoom. Los cuatro chicos se acompañan entre sí para las tareas del colegio. Seis meses después “de esta vida en la que todo parece El Día de la Marmota (N. de R: la película en la cual un hechizo hace que los días sean iguales uno detrás de otro), lo único que pienso en cuanto viene algún día sin obligaciones es en dormir. Tengo 42, pero siento que desde marzo envejecí diez años”, cuenta.
La situación de Rissi no es diferente a la de la mayoría de las mujeres, que según un estudio reciente, sienten que a esta altura de un año muy difícil ya no tienen energía ni voluntad para planificar alguna actividad fuera de las que sienten como obligatorias.
Ante el contexto de aislamiento –casi 200 días en buena parte de la Argentina–, la salud emocional está, en algunos casos, tan resentida como la física. Un trabajo reciente del Observatorio de Tendencias Sociales y Empresariales de la Universidad Siglo 21 tomó la brecha de género como pregunta disparadora de su investigación. Los resultados no sorprenden, pero sí echan luz sobre la realidad dispar que aún se vive dentro de la mayoría de los hogares del país, donde son las mujeres las que acumulan más tareas y responsabilidades de cuidado, quehaceres domésticos y, además, el acompañamiento de las tareas escolares: según datos del Ministerio de Educación nacional, nueve de cada diez adultos que acompañan las trayectorias escolares en casa son mujeres.
Ellas presentan más tensión en el balance familia-trabajo y niveles superiores de estrés y de agotamiento emocional: el 21% de las mujeres manifestó falta de energía para realizar actividades de ocio producto de su trabajo, mientras que en los hombres este porcentaje fue del 15,3%. Esto también deriva en problemas con su familia y pareja, falta de concentración y poco espacio para distensión o hobbies. Al respecto, el 20% de las mujeres nunca o casi nunca se toman el tiempo para hacer actividades que las distraigan, mientras que en los hombres este porcentaje es un 6% menor, detalla el informe de la Universidad S21.
Otro factor evaluado es el estrés percibido y los niveles de agotamiento emocional durante la situación de cuarentena. El 31,6% de las mujeres manifestó que “con frecuencia o siempre” se encuentra agotada al final de jornada laboral; pero en los hombres, este porcentaje no supera el 25%.
Diferencias. Los resultados también indican que las mujeres presentan niveles superiores de sintomatología depresiva en comparación con los varones en situación de pandemia. Por ejemplo, el 15% de las mujeres manifiestan sentirse decaídas, deprimidas o sin esperanzas. En cambio, en los hombres este porcentaje llega a 11,7%. “Aquí no se trata de hacer una ‘guerra de los sexos’ que es más propia de décadas atrás que de ahora: en mi casa, no hay diferencia alguna a la hora de agarrar el trapo, de cocinar o de cambiar a los chicos. Las preocupaciones por el futuro y el día a día de lo administrativo del hogar también son compartidas con mi compañero. Sin embargo, yo duermo peor que él, como peor, tengo contracturas y dolores corporales casi todos los días. Y él puede cortar un rato cada día y, si no sale a correr o caminar, se dedica a jugar, sin celular, con nuestros dos hijos. Yo no puedo, aunque tenga el tiempo: siento que la cabeza me corre la carrera y me gana”, cuenta Catalina Grandi (38), que además de trabajar en su casa es psicóloga –atiende adolescentes– y analiza un poco más lo que le sucede.
La investigación le da la razón: el 32% de las mujeres encuestadas manifestó tener dificultades para dormir, entendidas también como dificultades para quedarse dormidas o al revés, haber dormido demasiado, mientras que en los hombres ese porcentaje solo llega al 20%. “Los resultados requieren nuestra atención inmediata: la pandemia visibiliza el tiempo que dedican desproporcionadamente aún las mujeres a estas tareas no remuneradas. Y no es una cuestión del ámbito privado, sino una problemática que tiene consecuencias en el PBI, en el gasto público y en la calidad de vida”, concluye Laura Gaidulewicz, directora del Instituto de Género e Inclusión de la S21.
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