Crisis Financiera

El mercado está infectado con algo mucho más peligroso que el coronavirus

Desde hace años que los mercados financieros globales son “adictos” a la “morfina financiera” de los bancos centrales más importantes del mundo, en especial la Reserva Federal (Fed) de EE.UU. y el Banco Central Europeo (BCE)

Global Easing in 2020 Foto: Bloomberg

No hay dudas de que el impacto del coronavirus en la economía global será profundo pero la violenta reacción de los mercados financieros no responde solamente a una pandemia. Tampoco es puramente la consecuencia de una batalla geopolítica entre Rusia y Arabia Saudita, que hiere a EE.UU.—y castiga a Vaca Muerta—, que disparó un desplome en el precio internacional del barril de crudo y claramente generó mayor inestabilidad y volatilidad.

Desde hace años que los mercados financieros globales están infectados con algo mucho más peligroso que el Covid-19. Son “adictos” a la “morfina financiera” de los bancos centrales más importantes del mundo, en especial la Reserva Federal (Fed) de EE.UU. y el Banco Central Europeo (BCE), para robarle una metáfora a la principal editorialista del Financial Times, Gillian Tett. Esta falopa monetaria se llama tasas de interés “ultra-bajas”, junto con política monetaria “no convencional” como la compra de activos financieros para bajar todavía más las tasas que se conoce como quantiative easing (QE) o “expansión cuantitativa”.

Lo que viene pasando desde hace más de una década es que existe una liquidez excesiva en los mercados financieros que infló artificialmente los precios de los activos. Años de “easy money” en los que los bancos y los inversores internacionales se desesperaban buscando retornos en activos cada vez más riesgosos, en el contexto de tasas de interés negativas en Europa y Japón, por ejemplo. Subían las bolsas en todo el mundo, con Wall Street batiendo récord tras record, mientras que cualquier start-up de San Francisco o Tel Aviv levantaba miles de millones de dólares sin que los SoftBank del mundo titubeen.

Cómo afecta a la economía argentina el Coronavirus

La lógica de Ben Bernanke—al mando de la Fed en el medio de la crisis—, que luego copio Mario Draghi en el BCE, tenía tres patas. En primer lugar, garantizar el funcionamiento de los mercados financieros a través de operaciones de liquidez, como las que implementó la Fed en los últimos días (con resultados poco auspiciosos). Luego, apuntaban a relajar al máximo la política monetaria para contrarrestar el efecto contractivo del parate económico mundial. Y por último estimular la economía a través del QE generando un “efecto derrame” que iría de los mercados financieros a la economía real. En parte, esto último tuvo que ver con la poca efectividad que tuvieron las políticas de estimulo fiscal de las economías más desarrolladas en los peores días de la crisis en EEUU, y el poco margen para hacerlo cuando le tocó a Europa debido al endeudamiento excesivo de los países más vulnerables como Grecia, Portugal, España e Italia.

Desde hace años que varios analistas cuestionan la continuidad de estas políticas, sugiriendo que no solo se estaba generando una “mega burbuja” financiera que algún día explotaría, sino que a mediano plazo reducía a cero el margen de maniobra de los bancos centrales frente a una crisis. Tipos como Warren Buffett y Jeffrey Gundlach—conocido en Wall Street como “el rey de los bonos”—anunciaron que se venían fuertes caídas en base a las profundas distorsiones en los valores de los activos y las valuaciones “engordadas” de los activos. Antes de la implosión de Lehman Brothers en septiembre de 2008, la tasa de referencia en las mayores economías del mundo promediaba 4,15% y los recortes que se vinieron en el ámbito de los 500 puntos básicos, explica una nota de Ámbito Financiero, mientras que hoy el BCE ya está en cero y la Fed acaba de recortar prácticamente al mismo nivel.

Cuáles pueden ser las consecuencias de paralizar la actividad económica en Argentina

La crisis de salud pública que generó el brote mundial de coronavirus, con más de 200.000 casos confirmados y casi 9.000 muertes en 157 países de acuerdo a los últimos números, fue el disparador. La actividad económica global está sufriendo profundamente la paralización inicial de uno de los principales focos productivos de China, la cuarentena casi total en varios países de la Unión Europea, y ahora una disparada del Covid-19 en EE.UU. La respuesta global al coronavirus es equivalente a clavar el freno de mano de la economía mundial en el medio de la autopista, a lo que debemos sumarle el impacto desestabilizador de la abrupta caída en los precios del petróleo. La contracción de la demanda será profunda, mientras que las cadenas de producción y comercio mundiales están paralizadas. Pero el problema estructural de fondo es que la misma autopista sobre la cual viajaba la economía mundial está en condiciones precarias y ya empezó a desmoronarse. Y los bancos centrales, los que aguantaron la parada hace una década, ya no tienen con qué volver a hacerlo.

Ya la Fed se vio obligada a bajar la tasa a cero y a comprometerse a un programa de QE de US$700 mil millones. Un par de días antes había recortado la tasa (Federal Funds Rate) unos 150 puntos básicos a 0,25% y ya anunció un salvataje al mercado de letras de corto plazo del sector privado (un mercado de unos $US1.130 mil millones), una de las arterias centrales del sistema financiero de EE.UU. Trump le pidió en público a su Secretario del Tesoro, Steve Mnuchin, que “se la juegue” con el paquete de estímulo fiscal y se espera que inyecten otro trillón de dólares que incluirán literalmente ponerle plata en el bolsillo a la gente con el envío de cheques a ciertos sectores de la población. Ya van más de una docena de bancos centrales que recortaron tasas y varios países, entre ellos Argentina, anunciaron importantes medidas de estímulo fiscal.

Cómo afecta la economía global el Coronavirus

Pero los mercados globales se siguen desplomando. Desde fines de febrero que los tres principales índices de EE.UU., el Dow Jones, el Nasdaq y el S&P 500 vienen exhibiendo un comportamiento cada vez más errático, llegando a su mayor caída desde el Lunes Negro de 1987 este jueves 12 de marzo. El Merval se derrumbó casi 9% mientras que los papeles de las empresas líderes cayeron casi 21% ese día. Y la masacre sigue, a tal punto que activos considerados seguros como el oro y los bonos del Tesoro americano caen, sugiriendo que los actores de mercado están vendiendo todo lo que tengan a mano por la voracidad de la contracción.

Estamos ante el comienzo de una crisis financiera global que podría igualar y hasta superar la del 2008. En ese entonces Argentina contaba con superávits gemelos y el envión del incremento del precio de las commodities en base a la voracidad de la demanda China que generaba un crecimiento “a tasas chinas”. El impacto no se sintió de lleno al principio, pero marcó el principio del fin del modelo económico kirchnerista. Hoy, seguimos sufriendo las consecuencias de esa debacle, sumada a la de Mauricio Macri que además nos endeudó excesivamente.

Parece haberse complicado seriamente la renegociación de la deuda en manos del Ministro de Economía Martín Guzmán, y el parate económico interno será devastador para una economía que ya estaba al límite. Pero quizás sea también una oportunidad para Alberto Fernández y su gabinete que ya lanzaron una serie de paquetes de emergencia que en condiciones normales serían inaceptables debido a nuestro abultado déficit fiscal. Esperemos que así sea, ya que desde afuera no nos va a ayudar nadie.