“Rovira nos obliga a pensar el tango desde otra libertad”
Ariel Eberstein presenta Rovira 100, el álbum que celebra al compositor y los diez años de la banda, junto a un concierto que reactiva la vanguardia del tango.
El doble aniversario –los cien años de Eduardo Rovira y la primera década de Sónico– podría haber sido una coincidencia, pero para Ariel Eberstein terminó funcionando como una síntesis perfecta de un recorrido artístico. Desde 2015, cuando fundaron el ensamble en Bruselas sin imaginar el futuro alcance del proyecto, la música de Rovira se volvió una brújula estética y una misión cultural: reconstruir, grabar y hacer sonar una obra que había quedado parcialmente oculta dentro del relato del tango moderno. Por eso Rovira 100, el nuevo álbum que revisita Sónico (1969) y Que lo Paren (1975), aparece como la consecuencia natural de diez años de investigación rigurosa y también como una declaración: devolverle a Rovira un lugar más justo dentro de la historia. Dice Eberstein: “Aunque el doble aniversario haya ocurrido de manera casi casual, sentimos que estos dos hitos son inseparables. Cuando fundamos Sónico en 2015, no imaginábamos que diez años más tarde seríamos la única agrupación en el mundo que interpreta de forma continuada la obra de Eduardo Rovira. Pero el tiempo hizo que nuestros caminos se entrelazaran. El centenario de Rovira y la primera década de Sónico son la culminación de un mismo proceso: diez años de investigación, rescate y relectura de una obra extraordinaria que merecía volver a ser escuchada. En este sentido, Rovira 100 representa un punto de llegada y, a la vez, un punto de inflexión”.
—Rovira fue un innovador radical, aunque también una figura eclipsada. ¿Qué desafíos encontraron al rescatar su obra?
—Los desafíos fueron múltiples: desde la falta de material gráfico o grabaciones en buena calidad hasta la necesidad de modificar la forma en que se percibe la historia del tango moderno. La tapa del disco refleja bien esta búsqueda.
—¿Cómo dialogan esos discos emblemáticos con una escucha contemporánea?
—Nuestra intención nunca fue reproducirlos de manera literal, sino dialogar con ellos. Mantenemos estructuras y arreglos, pero incorporamos nuestra perspectiva a través de articulaciones, matices rítmicos y una búsqueda sonora que, con la tecnología actual, permite revelar la complejidad de las partituras con mayor nitidez. Cada álbum tiene su propio universo: Sónico remite a la electricidad y el riesgo de los setenta; Que lo Paren, grabado poco antes de la muerte de Rovira, condensa su lenguaje en una forma más clásica y madura.
—Sónico se volvió referencia por su trabajo de archivo. ¿Qué hallazgos inesperados aparecieron?
—A partir de nuestro segundo disco desarrollamos una metodología precisa: búsqueda, digitalización, reconstrucción y reinterpretación. Encontramos algunos manuscritos originales, pero la mayoría del material fue transcripto directamente de las grabaciones. A veces, distinguir las voces es una tarea ardua, pero también hubo momentos felices: gracias al productor Oscar del Priore accedimos a tomas radiales inéditas donde descubrimos obras como Sinfonía, Sin Título y un arreglo de Nonino. Esas piezas completaron capítulos esenciales de la producción de Rovira.
—Con “Rovira 100” como punto de inflexión, ¿cómo imaginan el futuro del ensamble?
—Aún quedan historias por contar. En 2026 estrenaremos material vocal inédito y cerraremos la trilogía The Edge of Tango. También daremos un paso hacia una nueva dimensión con nuestro primer programa de tango sinfónico junto a la Filarmónica de Bruselas, bajo el título Sinfonía de Tango. Más allá de Rovira, Sónico consolidó una forma de trabajo que combina rigor histórico y creatividad artística. Creemos que la vanguardia del tango sigue viva. El “antitango”, nuestro sello y casa de producción, no es una negación: es la afirmación de un futuro posible, una manera de expandir los límites del género.
Las sinfonías en acción
J.M.D.
En paralelo al lanzamiento de Rovira 100, Ariel Eberstein trabaja en el desarrollo del primer programa sinfónico de Sónico, un paso decisivo para proyectar la obra de Rovira hacia nuevos públicos. “El desafío es pensar cómo trasladar ese lenguaje, tan camerístico y preciso, a la escala de una orquesta sin perder identidad”, explica. La colaboración con la Filarmónica de Bruselas será el núcleo del proyecto Sinfonía de Tango, que presentarán en 2026 en la sala Henry Le Bœuf del Bozar. Eberstein cuenta que el proceso implica no solo adaptar las partituras, sino también repensar la circulación del tango contemporáneo dentro de instituciones que históricamente han privilegiado repertorios clásicos. “Llevar esta música a un espacio sinfónico es también una forma de disputar su lugar en la programación internacional”, dice.
A la hora de imaginar el futuro del género, Eberstein su-braya que el tango moderno no depende únicamente del rescate de repertorios olvidados, sino de la capacidad de generar nuevas formas de interpretación, producción y escucha. En ese sentido, la expansión de Sónico hacia formatos sinfónicos, vocales y multimedia busca abrir caminos que excedan lo tradicionalmente esperado de un conjunto de tango. “Rovira abrió puertas que todavía no terminamos de recorrer”, asegura, convencido de que esa exploración recién empieza. También adelanta que trabajan en material vocal inédito, nuevas ediciones dentro de su colección dedicada a la vanguardia tanguera y proyectos educativos enfocados en la obra de Rovira. Todo eso, señala, es coherente con la misión que los guía desde el origen: devolver a la obra del compositor la potencia artística y la libertad que siempre tuvo, y hacerlo dialogar con un mundo contemporáneo que todavía puede descubrirlo.
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