gira por chipre y grecia

Francisco denunció la esclavitud y tortura que sufren los migrantes

En sus mensajes en suelo chipriota, el Papa pidió a los ciudadanos europeos no acostumbrarse a las imágenes dramáticas de los medios.

Misa. Ofició ante miles de miembros de la minoría católica de Chipre, compuesta por unas 25 mil personas, en su mayoría trabajadores inmigrantes asiáticos y de África, a quienes pidió “mantenerse siempre unidos”. Foto: AFP

En el marco de su gira de cinco días a Chipre y Grecia, que comenzó el jueves, con el objetivo de llamar la atención de Europa y el mundo sobre la dramática situación de la migración, el papa Francisco presidió ayer una oración ecuménica junto a migrantes en una iglesia de Nicosia, durante la cual condenó la “esclavitud” y “tortura” que sufren, tras una misa celebrada en el estadio de la capital ante miles de personas.

El Pontífice subrayó que el odio es un “veneno” para la sociedad del que “resulta difícil desintoxicarse”.

“El odio también ha contaminado nuestras relaciones entre cristianos. Y esto deja una marca, una marca profunda que dura mucho tiempo: es un veneno del que resulta difícil desintoxicarse, es una mentalidad distorsionada que, en vez de hacer que nos reconozcamos hermanos, lleva a que nos veamos como adversarios, como rivales”, subrayó Bergoglio en el último acto oficial del día en Chipre.

Con este viaje a la isla dividida, el número 35 desde su elección en 2013, el Papa argentino quiere atraer la atención sobre el tema migratorio, un problema mayor en Chipre y en la zona, puerta de entrada a la Unión Europea.

Según las autoridades chipriotas, el Pontífice llevará consigo a Italia a cincuenta inmigrantes, diez de ellos que se encuentran detenidos. El Ministerio del Interior, señaló que dos cameruneses “bloqueados en la zona tampón” que separa las dos partes de la isla, integran el grupo que se irá con el Papa.

Testimonios. Tras escuchar a migrantes procedentes de África, de Oriente Medio y de Asia, el Papa quiso agradecer con un “enorme gracias de corazón” a todos los que dieron su testimonio.

“Ustedes ya no son extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familia de Dios. Fueron palabras escritas a los cristianos de Éfeso –no lejos de aquí–, muy distantes en el tiempo, pero tan cercanas, que son más actuales que nunca, como si hubieran sido escritas hoy para nosotros”, recordó.

Decenas de personas, la mayoría de ellas extranjeras, se agolparon frente a la iglesia de la Santa Cruz de Nicosia, situada a pocos metros de la zona de distensión administrada por Naciones Unidas. Algunas de las personas presentes esperaban formar parte de este grupo.

Fue el caso de Bassel Ismail, un refugiado sirio de unos 20 años y que lleva en Chipre cerca de siete meses. “Hemos venido a ver al Papa y quizá nos lleve con él al Vaticano (...) Queremos reunirnos con mi hermano de 12 años” que está en Italia, dijo, junto a su mujer y su bebé.

“Su presencia, hermanos y hermanas migrantes, es muy significativa para esta celebración”, dijo el Papa de 84 años, en la Iglesia”.

“Dios nos llama “a no resignarnos a un mundo dividido (...) sino a recorrer la historia dibujada por el sueño de Dios: una humanidad sin muros divisorios, libre de enemistades”, añadió, volvió a criticar a Turquía, que controla el norte de la isla, de “instrumentalizar la migración” y pidió a los “socios europeos” mostrar “solidaridad” con Nicosia ante “las dificultades relacionadas con el creciente flujo de migrantes”.

“Debemos ir contra ese hábito de acostumbrarnos a las noticias que leemos en los periódicos o vemos en la televisión, advirtió. Mirándolos, pienso en muchos que tuvieron que volver porque los rechazaron y terminaron en los campos de concentración, donde las mujeres son vendidas, los hombres torturados, esclavizados”.

En la Iglesia, Marina Nouwo, una camerunesa de 33 años, dijo que estaba “muy emocionada” de conocer al Papa. “Es una bendición que nos ofrece Dios”, añadió. Esta madre de cuatro hijos dejó su país hace un mes junto a su marido y espera también poder llegar a Italia.

El papa Francisco pidió “abrir los ojos” frente a la “esclavitud” y la “tortura” que sufren los migrantes en los campos, haciendo un paralelo con la Segunda Guerra Mundial. “Nos recuerda la historia del siglo pasado, de los nazis, de Stalin, y nos preguntamos cómo pudo ocurrir. Pero lo que ocurrió en el pasado está ocurriendo hoy en las costas vecinas. Hay lugares de tortura, gente que se vende”, dijo el Papa durante la oración con los migrantes.

Jesús viene al encuentro, aseguró Francisco, “en el rostro del hermano marginado y descartado, en el rostro del migrante despreciado, rechazado y oprimido”.

“Mantenerse unidos”. Horas antes, en el estadio municipal de Nicosia, unas 7 mil personas asistieron a una misa ofrecida por el Pontífice, según los organizadores. “Si no nos reunimos, si no hablamos, si no caminamos juntos, no podremos sanar plenamente nuestra ceguera”, dijo Francisco en italiano, bajo el cielo azul de la isla de Chipre, en presencia del presidente chipriota y de un importante dispositivo de seguridad.

El Pontífice argentino pidió “mantenerse siempre unidos” a los fieles congregados en el lugar, que ondeaban banderas libanesas, argentinas e, incluso, filipinas. Un coro de 130 personas de diferentes nacionalidades entonó cantos en árabe, inglés y griego frente al altar.

Entre los asistentes a la misa se encontraban miembros de la comunidad católica de Chipre, compuesta por unas 25 mil personas, en su mayoría trabajadores inmigrantes asiáticos y de África. Janine Daou, de 39 años, vino desde el Líbano, “a pesar de las dificultades económicas”, para “pedir ayuda” para su país.

El jueves, Francisco lanzó una poderosa llamada a la “unidad”, ante la “terrible herida” de la isla chipriota, dividida desde 1974 tras la invasión turca que desencadenó la formación de la autoproclamada República Turca del Norte de Chipre.

Las autoridades de Chipre aseguran que reciben el mayor número de solicitudes de asilo de la Unión Europea en comparación con su población, unos 10 mil durante los diez primeros meses del año.

 

Casi mil muertos en el mar frente a Canarias

El número de migrantes que han muerto en el mar en su intento por llegar a las islas Canarias suma en 2021 –con cifras hasta el 3 de diciembre– un total de 937 fallecidos, según los datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que alertó sobre el mayor número registrado desde que se recogen estos datos, en 2014. Los datos de este organismo también señalan que ochenta de estas vidas que se han perdido son de niños y 214 de las víctimas de estas rutas son mujeres.

La cifra de 937 muertes en la ruta a Canarias supera con creces las 877 registradas en 2020. Se mantiene así la tendencia al alza que registra esta estadística desde que la OIM recoge estos datos. En 2014, se contabilizaron 29 muertes y en 2015 un total de 82. Un año más tarde la organización contabilizó hasta 169 víctimas, una cifra que bajó hasta las 42, para volver a subir en 2019 hasta las 202. Tal y como determinan los datos recogidos en el informe, la mayor mortalidad de esta ruta se ha registrado en dos de los meses del verano. Así, el 68% lo han hecho en los meses de junio (258) y agosto (380), siendo el mes de mayo el que menos víctimas ha cobrado en esta ruta, con dos muertos. La mortalidad va de la mano del aumento exponencial de las “pateras”, o precarias embarcaciones con las que los migrantes se lanzan al mar. En las dos primeras semanas de noviembre las embarcaciones salvavidas españolas rescataron 28 botes con 1.194 personas que intentaban llegar a Canarias.