"Los europeos son ladrones"

Tras inaugurar el ‘Museo de Faraones’, Egipto reaviva la disputa con Alemania por el busto de Nefertiti: “Ya la tuvieron suficiente”

El país abrió su mega museo junto a las pirámides y volvió a exigirle a Berlín la devolución de la icónica pieza de 3400 años. Además, crece la tensión histórica por la legalidad de su traslado y el reclamo moral por la restitución. Conocé más.

Busto de la reina Nefertiti Foto: Wikicommons

Egipto inauguró oficialmente el Gran Museo Egipcio de Guiza, también conocido como 'Museo de los Faraones', un complejo de 490.000 metros cuadrados junto a las pirámides, y reactivó su reclamo internacional para que Alemania devuelva el busto de la reina Nefertiti, pieza clave de su patrimonio arqueológico. La obra, hallada en 1912 y trasladada a Berlín en 1913, lleva más de un siglo fuera del país.

Con años de retraso y un costo de US$ 1000 millones, Egipto inaugura su fascinante 'Museo de los Faraones'

Con la apertura del museo -un proyecto postergado durante dos décadas-, Egipto exhibe más de 100.000 objetos faraónicos, helenísticos y romanos, desde la máscara dorada de Tutankamón hasta colosales esculturas de Hatshepsut y Akenatón. Sin embargo, la figura más emblemática no está: la reina de “cuello de cisne”, ojos almendrados y corona azul continúa “entronizada” en el Neues Museum de Berlín.

La ausencia no pasó desapercibida y, de hecho, se convirtió en uno de los ejes de conversación global tras la inauguración. “Ya tuvieron a Nefertiti suficiente tiempo”, señalaron a la revista alemana Spiegel activistas que, junto con historiadores y funcionarios egipcios, consideran que la obra fue obtenida en un contexto colonial y debe regresar.

Mientras Berlín insiste en la legalidad del reparto de hallazgos de 1913, Egipto denuncia que la pieza fue “subvaluada” para facilitar su salida. Más de cien años después, la discusión sigue abierta y presiona a Alemania ante una pregunta cada vez más repetida en el mundo académico: “¿Qué pesa más hoy, la legalidad histórica o la justicia moral?”

¿A quién pertenece Nefertiti?

La historia del conflicto por el busto de Nefertiti se remonta a 1912, cuando el arqueólogo alemán Ludwig Borchardt descubrió la pieza en el taller del escultor Tutmosis, en Tell el-Amarna. En su diario escribió: “Busto de la reina a tamaño natural, pintado con los colores recién aplicados. Excelente trabajo. Describirlo es inútil: ¡mírenlo!”. Para los especialistas, esa nota refleja que Borchardt reconoció de inmediato la importancia extraordinaria de su hallazgo.

En enero de 1913 se realizó el reparto oficial de las piezas entre Egipto y la expedición alemana. Allí surge la sospecha de manipulación ya que el documento final describe la obra solo como un “busto de yeso pintado de una princesa de la familia real”, una formulación que, según críticos, pudo minimizar su relevancia. La egiptóloga Monica Hanna afirma que hubo “engaño deliberado”, aunque hasta hoy no existe prueba concluyente.

El busto de la reina Nefertiti se encuentra en el Museo Nuevo de Berlín.

A lo largo del siglo XX, la disputa escaló a niveles políticos. En 1924, la primera exhibición pública de Nefertiti en Berlín detonó protestas. Pierre Lacau, director de Antigüedades Egipcias, dudó de la legalidad del reparto. Incluso, aseguran que Adolf Hitler dijo que “jamás entregaré la cabeza de la reina”, porque quería exhibirla en su proyectado “Museo del Führer”.

Con los años, las demandas fueron constantes. En 1953, tras el golpe militar en Egipto, el presidente Gamal Abdel Nasser retomó el reclamo. Ya en 2007 y 2011, el famoso arqueólogo Zahi Hawass volvió a exigir la devolución o, al menos, un préstamo temporal. Alemania siempre respondió lo mismo: el busto es demasiado frágil para viajar.

En 2023, nuevas acusaciones volvieron a encender la discusión. La arqueóloga Monica Hanna sostuvo que encontró indicios de que Nefertiti fue exportada ilegalmente, basándose en la ley de 1891 y el contrato original del mecenas James Simon que prohibía retirar obras maestras del país. Desde Berlín negaron todas las imputaciones. Hermann Parzinger, entonces presidente de la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano, afirmó: “No cabe duda de que no hubo engaño en la división, como se ha afirmado falsamente una y otra vez”.

Egipto abre las puertas del gran museo dedicado a los faraones

Más allá del debate jurídico, académicos como el historiador Jürgen Zimmerer remarcan que, en 1913, Egipto estaba bajo dominio británico y sus autoridades no tenían plena soberanía para decidir. Desde esa perspectiva, la salida del busto, aun si fuera legal según las normas de la época, sería moralmente inadmisible hoy.

El nuevo museo, la presión pública y el reclamo que crece

La inauguración del Gran Museo Egipcio, junto a las pirámides, puso el reclamo nuevamente en primera plana. Con una fachada de alabastro y cristal que emula miles de pequeñas pirámides, el complejo busca mostrar al mundo que Egipto tiene hoy la capacidad tecnológica y museística para conservar sus bienes patrimoniales.

Activistas como Nagwa Taimour, de 22 años, lideran una campaña para juntar un millón de firmas y traer el busto de regreso. Ya recolectaron más de 120.000. Para ella, Nefertiti no es solo un ícono turístico, se trata de identidad. “La tuvieron ya bastante tiempo. Es hora de que vuelva a casa”, afirma. En los pasillos del museo, explica a los visitantes que el busto estuvo ocho años en manos privadas en Berlín antes de ser donado en 1920 a los museos estatales.

El Gran Museo Egipcio de Guiza exhibe más de 100.000 objetos faraónicos.

Taimour asegura que su lucha refleja un rechazo global a la vieja lógica colonial que permitió que Europa se quedara con piezas fundamentales de otras culturas. “¿Conocen a Nefertiti?”, les pregunta a las familias que ingresan al museo. Cuando les cuenta que está en Alemania, muchas personas, según describe, reaccionan con indignación: “¿Que algo así se siga permitiendo en 2025?”

Por su parte, el polémico arqueólogo Zahi Hawass respalda activamente la devolución y dispara sin filtros: “Los europeos son los mayores ladrones del mundo”. Aunque su figura genera controversia dentro de Egipto, su presión pública instaló nuevamente el debate nacional. Para Hawass, Nefertiti debe regresar porque es “un ícono cuyo lugar natural es Egipto”. Y agrega: “Los embajadores regresan a casa. ¿Y dónde está nuestra reina alemana, a quien, lamentablemente, ya no podemos devolvernos?”

En Alemania, en cambio, señalan que la pieza forma parte de su identidad cultural contemporánea. En Berlín la llaman “la Mona Lisa local” ya que atrae a medio millón de personas cada año. Sin embargo, historiadores como Sebastian Conrad advierten que esta defensa se apoya en estructuras coloniales no revisadas. “Necesitamos un debate crítico sobre cuán libres eran los egipcios en aquella época para decidir qué tesoros debían permanecer en el país y cuáles no”, sostiene.

 

RV/ff