Chivilcoy

Discursos de Sarmiento y Mitre

Maestro. Sarmiento buscaba superar el modelo de latifundio ganadero. Foto: cedoc

A principios de octubre de 1868, Sarmiento invitó a Bartolomé Mitre a viajar juntos a Chivilcoy, pero el presidente saliente declinó la invitación. Este hecho menor fue la antesala de una situación inédita: dos colosos del liberalismo triunfante sobre los caudillos del interior brindarían en el mismo mes y ciudad, dos discursos que pondrían en debate el modelo de desarrollo argentino. Que hayan elegido la misma ciudad no fue una casualidad. Ambos habían impulsado la Ley de Tierras de Chivilcoy. En particular, Sarmiento había recogido la inquietud de cientos de agricultores de Chivilcoy que reclamaban la subdivisión de tierras fiscales dadas por Rosas a unos pocos enfiteutas. También, que el Estado las pusiera en venta a pequeños propietarios con la obligación de cultivarlas. Sarmiento, como senador de Buenos Aires impulsó el proyecto y logró su aprobación en 1857. Una década después, el desarrollo de Chivilcoy sería presentado por Sarmiento como su proyecto presidencial: una Pampa civilizada basada en la agricultura, la escuela pública y la pequeña propiedad. Sarmiento buscaba superar el modelo de latifundio ganadero que él asociaba a la barbarie y al atraso. Veía en Chivilcoy un modelo similar al de los farmers que había conocido en Estados Unidos, y al ferrocarril como una herramienta esencial para ese desarrollo. En su célebre discurso lo expresa: “Chivilcoy ha sido el pioneer que ensayó con el mejor espíritu la nueva Ley de Tierras y ha estado demostrando por diez años que la Pampa no está condenada a dar exclusivamente pasto a los animales. Sarmiento asumió la presidencia el 12 de octubre de ese año. Mitre viajo a Chivilcoy el 25 de ese mes y le respondió prácticamente sin nombrarlo: “...Vamos a ver si saben tanto como dicen, vamos a ver si la sabiduría colectiva del pueblo debe inclinarse ante los maestros presuntuosos que creen que el saber humano está encerrado únicamente en un libro y un tintero”. Mitre confronta a Sarmiento poniendo el centro de gravedad del progreso argentino en las acciones individuales de las personas. Para Mitre la libre navegación de nuestros ríos y la fundación de Buenos Aires se la deberíamos más a la iniciativa privada que al impulso del gobierno: “Cuatro oscuros contrabandistas cuyos nombres merecerían pasar a la historia antes que el nuestro, porque ellos fueron los precursores, hicieron el experimento a su costa y riesgo”. Respecto de la ocupación del territorio, consideraba que esa gran conquista no se debería tanto a un plan metódico del Estado como al instinto y las necesidades sociales de individuos que “con el auxilio de las vacas y de los caballos ocuparon el desierto. No tenían ferrocarriles para marchar a vapor, por eso se hacían seguir con animales. Esta era la civilización pastoril, marchando en cuatro patas, que algunos de nuestros doctos llaman barbarie.” 

Nuestro país era prácticamente un desierto que debía ser poblado y desarrollado. El proyecto de Sarmiento pretendía superar al de Mitre, que se basaba en las grandes haciendas y en la ganadería. Sarmiento creía que la producción agrícola en tierras de menor tamaño favorecería la organización de los agricultores, como ocurría con los farmers que había conocido en Estados Unidos. El desarrollo de Chivilcoy no era para Sarmiento simplemente un modelo de explotación económica favorecido por su Ley de Tierras de 1857, sino una forma de organización social y política moderna que permitiría superar la barbarie, un plan de gobierno para el desarrollo argentino: A los gauchos, a los montoneros y a todos los que hacen el triste papel de bandidos, porque confunden la violencia con el patriotismo, decidles que me den el tiempo necesario y les prometo hacer cien Chivilcoy en los seis años de mi gobierno, con tierra para cada padre de familia y con escuelas para sus hijos.”

*Diputado Nacional del Movimiento de Integración y Desarrollo.