OPINIóN

Reforma laboral: un retroceso que traerá más desigualdad

Argentina ya conoció la flexibilización en los 90, cuando “lo único que creció fue la desocupación, la precariedad y se desfinanciaron las cajas previsionales” sostiene la autora. Analiza porqué la propuesta presidencial va en esa dirección; qué conflictos se agudizarán.

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| juan salatino

El gobierno de Javier Milei tiene una gran habilidad para dar vuelta el significado de las palabras. Impulsa una reforma laboral a la que califica como “modernización”. En realidad, se trata de un retroceso absoluto en cuestiones que en la Argentina y el mundo se habían superado con luchas que, incluso, costaron vidas, como la jornada laboral de ocho horas.

El proyecto del gobierno nacional va para atrás en todos los aspectos con especial impacto en las mujeres y diversidades: abre de nuevo la puerta para la discrecionalidad de la parte empleadora en un contexto que ya es gravísimo para las y los trabajadores. Los últimos dos años en los que gobernó Milei en la Argentina se cerraron casi 20 mil empresas. La mayoría eran Pymes, que son las grandes creadoras de empleo. Además, se perdieron más de 270 mil puestos de trabajo.

Es un proyecto de ley que más que de “reforma” podríamos llamar de retroceso laboral. Son medidas que ya conocemos. Durante la década de 1990 tuvimos flexibilización. Lo único que creció fue la desocupación, la precariedad, la informalidad. Se desfinanciaron las cajas previsionales y la seguridad social.

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Varios artículos del proyecto del presidente van en el mismo sentido. Por ejemplo, el que crea el Fondo de Cese Laboral. Los recursos saldrán de parte de lo que hoy se destina a las obras sociales y a las jubilaciones.

Ese desfinanciamiento también incluye la Asignación Universal por Hija/o: el gobierno nacional se comprometió con el FMI a dejar de indexarla por inflación. Fue la única prestación social que tuvo recuperación en los años de Milei.

Reforma laboral, retroceso

La reforma tiene un impacto aún más negativo en las trabajadoras mujeres. ¿Por qué? El trabajo en casas particulares, por ejemplo, ocupa al 17% de la población femenina económicamente activa. Este proyecto “desengancha” este sector a la regulación de la Ley de Contrato de Trabajo general. Se retrotrae la situación a la que era antes de la promulgación de la Ley N° 26.844 que, justamente, consagró que este sector se regían supletoriamente bajo las modalidades de contratación de la ley que se aplica a todas las actividades.

Se creará el Fondo de Cese Laboral. Los recursos saldrán de parte de lo que hoy se destina a las obras sociales y a las jubilaciones"

Otro punto clave es el famoso “banco de horas”. El proyecto elimina de hecho la jornada laboral de 8 horas pudiendo elevarse a 12 por decisión de la parte empleadora. Esto colisiona de manera directa con las tareas de cuidado. ¿Cómo hacen quienes cuidan niñas, niños, personas con enfermedades crónicas, con discapacidad o personas mayores? ¿Quiénes son las que más se ocupan de las tareas de cuidado? Las mujeres.

La tensión va a ser así: o se aceptan estas condiciones o se cuidan a las personas. Va a contramano de lo que se está discutiendo en el mundo, donde se debate la reducción de la jornada laboral y se plantea que las licencias por cuidado sean iguales para varones y mujeres, además de más amplias.

Elimina la ley de teletrabajo: una norma que reconocía las tareas de cuidado para poder pactar los horarios"

La brecha salarial entre varones y mujeres, que en Argentina es del 27%, tiene mucho que ver con que las mujeres no pueden estar en ciertos lugares de mejor remuneración y mayor productividad porque eso exigiría abandonar las tareas de cuidado. Esto se va a profundizar.

No es una ley que moderniza. Al contrario, precariza, quita derechos, limita las posibilidades de asociación colectiva. Busca individualizar al extremo la relación laboral y la negociación entre trabajadoras y trabajadores y empresarios, debilitando la posición de los primeros. Por eso impulsa acuerdos por empresa y no por rama. Elimina la ley de teletrabajo: una norma que reconocía las tareas de cuidado para poder pactar los horarios.

En la misma línea, apunta a deslaboralizar al trabajo de plataformas. Otra vez a contramano del mundo, donde lo que se debate es cómo regular esta nueva forma de empleo para que tenga más derechos y no menos.

Jornadas de 12 horas para trabajadores esclavos

Este supuesto liberalismo se ampara en la idea de que todas las personas somos iguales ante la ley para justificar las arbitrariedades.

Las legislaciones del trabajo se impulsaron históricamente por la comprensión de que no hay igualdad de condiciones entre patrones y asalariados, es una relación asimétrica, porque un trabajador no negocia en igualdad de condiciones con el empresario, y la legislación laboral recoge ese principio.

Lo mismo ocurre con las mujeres. Hay desigualdades históricas entre varones y mujeres donde es imperativo que el Estado equipare el punto de partida. Arrasar con esta concepción de base es profundizar las desigualdades.

No hay libertad sin igualdad. No hay libertad cuando hay sometimiento. Negar la asimetría de esta relación es un enorme retroceso. Por eso quieren borrar también la ultra actividad, que mantenía los convenios aunque hubieran vencido hasta la adopción de uno nuevo. Acordar los salarios por empresa implica una mayor debilidad en la negociación para las y los trabajadores.

Vivimos en una época en la que los avances tecnológicos generaron niveles de productividad jamás conocidos. Vemos la concentración de la riqueza en cada vez menos manos y una mayoría cada vez más precarizada. Este es el modelo Milei en su máxima expresión.

Debemos darnos una gran discusión. Hay casi un 40% de trabajadores informales y esto afecta aún más a la juventud. Hay que reconocer las nuevas formas de trabajo para darles más derechos. No menos. Saldar las desigualdades es urgente, profundizarlas un hecho histórico imperdonable.

* Ministra de Mujeres y Diversidad de la provincia de Buenos Aires