Hacer bien las cuentas

El monumental lío mileinista

“Si el Gobierno hubiese realizado un plan económico prudente, el sector económico podría haber salvado al financiero”, señala el autor. Sucedió, en cambio, que “las finanzas destrozaron la industria”. Entonces, ¿qué puede hacer el Gobierno? Tiene dos opciones, recomienda.

Entidades Bancarias en Estados Unidos Foto: Agencia Na

En mi anterior artículo, La gestión de la herencia Argentina, describí sucintamente los seis principales errores que, desde un punto de vista técnico, cometió el Gobierno de Milei. Estos errores condujeron a Argentina a una crisis económica anteriormente existente. 

Como indiqué, la herencia financiera recibida fue lamentable, pero industrialmente Javier Milei recibió una economía con unas posibilidades de crecimiento increíbles. Por ejemplo Vaca Muerta aportó un superávit de más 5.668 millones en 2024, cuando en el 2023 el déficit fue de 600 millones aproximadamente.

Sin hacer grandes aspavientos, si el Gobierno hubiese realizado un plan económico prudente, el sector económico podría haber salvado al financiero.

Resalté que el mayor error fue mantener el crawling-peg durante 15 meses. Como justifiqué técnicamente en mi anterior artículo, es imposible lograr la estabilidad de precios y cambios en un país que carece del escudo monetario nacional, es decir, en un país que no tiene una moneda cotizando en los mercados internacionales ni tiene acceso al mercado de capitales. 

Esta decisión encareció a Argentina, haciéndola poco competitiva y cambiando violentamente a la sociedad y la estructura económica del país. Lejos de hacer lo más sencillo y sensato, el Gobierno utilizó la magia de la ingeniería financiera, cambiando bruscamente toda la estructura de precios de todas las cadenas de valor. Es decir, las finanzas destrozaron a la industria.

Ya a principios de 2025 la mayoría de economistas argentinos empezaron a darse cuenta que la cotización del dólar estaba siendo reprimida por el Gobierno. Buenos Aires era más cara que Madrid o Quebec en muchos productos básicos. El oficialismo, no solo negó este hecho, sino que criticó duramente a todos aquellos que alertaban de una realidad irrefutable. El Gobierno llegó a decir: “el dólar no está atrasado, son los precios los que están adelantados”. 

Incluso, un Gobierno teóricamente liberal, hizo serios intentos de presionar a las cadenas de distribución para que bajasen los precios, ignorando que, desde la óptica económica, los empresarios no pueden bajar muchos costes porque o bien se tratan de derechos adquiridos, o existen contratos vigentes de suministro no reconducibles fácilmente, o bien dependen de tarifas de terceras personas cuasi innegociables.

Más allá de la evidencia empírica de los precios-comparados de productos-ciudades, el primer día de economía de cualquier universidad te enseñan que cuando un país aumenta el desempleo y su balanza de pagos es negativa, su moneda está sobrevalorada. Esta simple regla de oro económica también fue ignorada por el Gobierno Milei durante todo el año 2025.

No contentos con todas las evidencias, convencidos que estaban haciendo las cosas correctamente, cuando el dólar empezó a aumentar de valor y el mercado comenzó a liberarse de la represión gubernamental soportada durante 15 meses, el Banco Central aumentó el tipo de interés y los encajes bancarios por encima del 50%: ¡increíble!  

Pero el sinsentido del Gobierno de Javier Milei no termina ahí. Al abandonar el uso del crawling-peg y dejar flotar la moneda entre bandas, la represión cambiaria hizo que el precio del dólar tocase en poco tiempo el techo de la banda. Lejos de recapacitar, el oficialismo afirmó sin dudar que defendería el techo de la banda con los dólares que previamente habían solicitado prestados al FMI.

El 19 de Septiembre de 2025 el dólar superó claramente el techo y el Gobierno vendió US$ 678 millones en un solo día comprando pesos, es decir, para comprar su propia moneda. Todo esto es realmente extraño, dado que está secando de pesos al mercado, aumentando el tipo de interés y fomentando un bucle especulativo sin salida.  

En el siglo XVIII y XIX los asaltos bancarios eran físicos. Pero desde finales del siglo XX los grandes robos bancarios son online. Por ejemplo, en Septiembre de 1992 el Banco de España malgastó el 20% de sus reservas de divisas, es decir, tiró por la borda US$ 13.500 millones (30.000 millones de hoy aproximadamente), por defender la peseta debido a las bandas de fluctuación establecidas por Europa a todos los países durante la convergencia monetaria al Euro. Como el mercado era más fuerte que el núcleo duro monetario de los países europeos en convergencia, finalmente Europa se vio obligada a ensanchar las bandas de fluctuación.  

El mercado asumió esta medida con normalidad y en pocos días las tensiones monetarias desaparecieron. Ese mismo año y por los mismos motivos, George Soros fue el responsable de la “quiebra técnica” del Banco de Inglaterra, ganando 1.000 millones de dólares (de la época) en un mes.

Basándome en la historia reciente, considero que es realmente infantil pensar que el BCRA tiene capacidad de defender al peso. Por tanto, si mantiene su política monetaria, el Gobierno del Presidente Milei se convertirá en el cooperador necesario para el atraco al Banco Central.

Entonces ¿qué puede hacer el Gobierno? Tiene dos opciones racionales, cuasi similares. La primera sería ensanchar ampliamente las bandas de fluctuación. La segunda suprimirlas, dejando flotar al peso. Es preferible asumir un posible traspaso a precios, es decir sería mejor afrontar un cierto rebrote de la inflación, que tratar de reprimir algo que Argentina necesita: un peso más competitivo que evite tener la balanza de pagos en negativo.

El deterioro progresivo del sector industrial demuestra que la dolarización endógena que trató de hacer el Gobierno ha fracasado. Además técnicamente es un objetivo absurdo. Si por cualquier motivo algún día Argentina se dolarizase, se volvería tan cara como EE.UU., por lo que su economía sería poco competitiva en los mercados internacionales, como le pasa en la actualidad a los EE.UU.  A pesar de su gigantesco déficit comercial y negativa balanza de pagos, la economía norteamericana sobrevive, no sabemos hasta cuando, gracias a la impresora monetaria, es decir, a la exportación de inflación. Pero si Argentina se dolarizase y no dispusiese de dicha impresora, se empobrecería. Estaría a merced de las decisiones de Washington. Todos los buenos activos nacionales cambiarían de propietario rápidamente. La moneda nacional es un escudo que impide este tipo de situaciones.

El próximo miércoles 24 de Septiembre está previsto que el Presidente Milei mantenga una reunión con Scott Bessent, Secretario del Tesoro Estados Unidos, quien el pasado día 22 de Septiembre hizo unas declaraciones sin precedentes de apoyo a la política monetaria argentina. Conforme a dichas declaraciones, el Gobierno de Estados Unidos anunció que hará “lo que sea necesario para apoyar a Argentina”; en otras palabras, el Tesoro norteamericano está dispuesto a conceder una línea de crédito extraordinaria para mantener la filosofía de trabajo del Presidente Milei.

Seguir endeudando en dólares a la nación Argentina es muy peligroso, no soluciona el deterioro del sector industrial, distorsiona el mercado de cambios y fomenta la especulación financiera. El Gobierno debería prestar más atención a la negativa evolución de la balanza de pagos y al aumento del desempleo, pues ambos indicadores son la prueba irrefutable de que el peso está sobrevalorado. La entrada de dólares enmascara temporalmente el comportamiento de la balanza de pagos, aumenta el valor del peso y erosiona a la industria nacional.

Esta dramática película ya la vivió Argentina en el 2018, con cuasi los mismos actores. Todos sabemos cómo termina. La gran diferencia respecto a la primera entrega es, sencillamente, su escala, es decir, el volumen de nuevo endeudamiento en dólares.

En próximos artículos abordaré otro tipo de medidas que, en mi opinión, deberá afrontar el Gobierno Argentino para conseguir que el Peso logre tener acceso al mercado de capitales.

*Profesor, Master en Asesoría Financiera y Seguros, Universitat Politècnica de València; autor de “El patrón interés”