Valores

Otra "grieta" más compleja y peligrosa

. Foto: CEDOC PERFIL

En nuestro país, el término “grieta” ha sido utilizado para identificar este fenómeno que ha enfrentado ideológica y políticamente a los argentinos como separados en dos bandos diferentes. Wikipedia dice que: “La grieta, en Argentina, es una expresión usual para denominar una división binaria y maniquea de la sociedad argentina entre kirchneristas y antikirchneristas surgida en la primera década del siglo XXI, que ha sido causa de un enfrentamiento político y cultural generalizado, caracterizado por una alta dosis de irracionalidad, odio, prejuicio, intolerancia y fanatismo.”

En los últimos años y a pesar de las repetidas promesas de los dos candidatos presidenciales de trabajar para “eliminarla”, las diferencias parecen tristemente haberse profundizado.

Si asumimos que solamente el malo hace intencionalmente cosas malas por ser malo, encontraremos teóricamente en los dos lados, personas que, aunque pueden equivocarse, actúan por lo general, conforme con las creencias y normas que les permiten identificar lo que está bien y diferenciarlo de lo que está mal y, en ambos casos, aunque con diferentes propuestas, se está buscando siempre el bien de los demás. En este aspecto, podríamos decir que no existe ninguna grieta, los dos buscan a su modo el bienestar de la población.

Esto es así porque las conductas se encuadran en el ámbito de la moral, como la “doctrina del obrar humano” que pretende regular el comportamiento individual y colectivo en relación con el bien y el mal y los deberes que esto implica.

Pareciera que en nuestra sociedad está claro (moral o éticamente hablando) que está mal robar, matar, mentir, someter y esclavizar y por eso existen leyes para garantizar el bien común y evitar el mal o castigar a quien obrare en tal sentido.

Robar está mal, sin embargo, no todos los políticos y gran parte de la población condena la corrupción y muchos viven gracias a ella y lamentablemente Argentina sigue reflejando índices muy cuestionables, tanto en los rankings de transparencia como en los de corrupción; matar está mal, aunque no todas las personas reprueban el aborto y hace poco acaba de aprobarse la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo; la droga es mala, sin embargo, crece la tolerancia social a su consumo y el consecuente avance del narcotráfico y su influencia en algunas estructuras de la democracia; mentir está mal sin embargo, desde hace demasiados años, se siguen votando candidatos que no cumplen sus compromisos de campaña y cambian de opiniones en temas trascendentes de acuerdo a sus conveniencias políticas; someter y esclavizar está mal, sin embargo, siguen creciendo la desocupación y la pobreza en niveles alarmantes.

También está mal cuando se deshumaniza al otro y es usado como un medio para cualquier fin político o personal. Y varias de estas cosas suceden en nuestro país con personas que forman parte de los dos grupos.

Por eso podríamos decir que es evidente la profundización de otra “grieta” (transversal a la anterior) en los principios morales y éticos que rige actualmente las conductas y divide a los argentinos. Y ésta es más compleja y peligrosa que la anterior grieta, porque la primera podrá resolverse a través de la democracia y la política. Pero ésta última responde a un cambio cultural profundo y silencioso en los parámetros que inspiran los modelos sociales que movilizan finalmente a las propuestas políticas y de convivencia que hoy están en disputa.

Más que un problema político estamos enfrentando un quiebre ético que separa a la población.

¿Qué es más peligroso, que haya políticos o líderes que transgredan los principios éticos o que a ellos los siga tanta gente? ¿Se alinearán las propuestas políticas según la lógica de esta nueva grieta? ¿De qué lado de esta grieta ética me ubico yo?

*Doctor de la UBA en Ciencias Sociales.

Producción: Silvina Márquez