OPINIóN
OPINION

Todos usamos IA, pero seguimos creyendo que no

El verdadero desafío no es saber si la IA formará parte de nuestras vidas, porque ya lo está. El reto será definir cómo queremos convivir con ella: qué delegamos, qué supervisamos, dónde metemos a la participación humana y dónde no.

celular
celular | Freepik

Escribí esta columna porque sentí la necesidad de ofrecer una explicación clara, directa y accesible de lo que es realmente la Inteligencia Artificial (IA) pensada para alguien sin ningún conocimiento tecnológico. En los últimos meses tuve varias conversaciones con personas que, aunque conviven con IA todos los días, siguen imaginando que se trata de algo lejano, complejo, reservado para expertos. Pero al reflexionar, noté algo revelador: lo que llamamos “Inteligencia Artificial” ya no es lo que era. En sus inicios, la IA era mucho más artificial que inteligente y hoy, la balanza viró: la parte “inteligencia” comenzó a ganar peso, relevancia y capacidad para transformar lo cotidiano.

Cuando hablamos de IA, casi siempre imaginamos lo obvio: un chatbot que responde, una app que escribe, un asistente que redacta correos. Ese es su rostro visible, pero representa apenas el 1% de la historia.

Inteligencia artificial y elecciones

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

En la vida real, la IA se ha vuelto tan cotidiana, tan silenciosa, tan integrada a lo que hacemos, que muchas veces ni la reconocemos. No la invocamos. Está ahí, en segundo plano, anticipando problemas, recomponiendo sistemas, mejorando experiencias, tomando decisiones sin que levantemos un dedo.

La ironía es sencilla: mientras muchos dicen “yo no uso IA”, la IA ya los usa a ellos para ayudarlos, protegerlos o simplificarles la vida. Cada vez que entramos al homebanking a fin de mes y todo funciona, o cuando un Hot Sale no colapsa, probablemente una IA estuvo trabajando en silencio.

Hoy, modelos avanzados monitorean infraestructuras gigantescas: tráfico, demanda, latencias, amenazas de seguridad. Cuando algo se sale del patrón un servidor que empieza a saturarse, una app que se comporta distinto, un pico inesperado la IA lo detecta, predice el impacto y actúa: redirige cargas, reinicia procesos, asigna recursos.

PAMI Adultos mayores

Lo impresionante no está en lo que soluciona, sino en lo que evita: la mayoría de los problemas nunca llegan a ocurrir. Y cuando “no pasa nada” es porque la IA hizo su trabajo.

Algo similar ocurre cuando recibimos un mail que dice “tu reclamo ha sido resuelto”: muchas veces no hay nadie del otro lado. Y cuando el banco te manda ese clásico aviso: “¿Reconocés esta compra?”, probablemente hay IA detrás modelos que aprenden nuestros hábitos, zonas, montos, horarios, y detectan cualquier anomalía.

Miguel Ponce: “El riesgo no es que la inteligencia artificial no sirva, sino haber invertido demasiado antes de tiempo”

No es magia. No es casualidad. Es IA funcionando a toda hora, a una escala imposible para cualquier ser humano.

Un ejemplo de uso masivo de IA, que la mayoría desconoce

Uno de los ejemplos más antiguos y a la vez más invisibles está en el correo electrónico: los filtros de spam. Lo que antes era un conjunto de reglas simples, hoy es IA pura, modelos que analizan lenguaje, frecuencia, reputación, muchas señales más, para decidir si un mensaje va a tu bandeja principal o al spam. Puede ser probablemente el uso de IA más masivo del mundo… y sin embargo, casi nadie lo reconoce.

Lo mismo sucede con los sistemas de recomendación a la hora de comprar algún producto. Buscaste zapatillas y te sugieren medias, artículos de limpieza o un gimnasio cercano; reservaste un hotel y te aparecen vuelos, traslados, actividades; viste una serie y te recomiendan otras. No es casualidad, no es “escucha pasiva”, sino que es IA detectando patrones colectivos que un humano jamás vería.

Abrí la cámara de tu celular: modo retrato, modo noche, detección de rostros, estabilización, HDR, corrección de color. Todo eso es IA trabajando en tiempo real, sobre cada pixel.

Y cuando abrís la app de mapas: cálculo de rutas, predicción de tráfico, estimación de llegada, detección de accidentes. Cada vez que te movés por la ciudad, probablemente hay IA detrás.

Goodlymedia

Y aun así quizás por inercia del lenguaje, por hábito, por error de percepción muchas personas siguen pensando que “no usan IA”.

El debate público suele moverse entre extremos: o la IA reemplaza todo, o no sirve para nada. La realidad es mucho más simple y mucho más profunda porque la IA ya es el Nuestro Asistente Silencioso de la vida moderna que orquesta procesos, toma decisiones operativas, reduce fricciones, optimiza desde el fondo.

Perspectivas 2026: un análisis profundo sobre el impacto de la IA, la nueva macroeconomía y los desafíos que afrontarán las organizaciones

El verdadero desafío no es saber si la IA formará parte de nuestras vidas; ya lo está. El reto será definir cómo queremos convivir con ella: qué delegamos, qué supervisamos, dónde metemos a la participación humana y dónde no.

Mientras tanto, la IA seguirá moviéndose en segundo plano, sin hacer ruido, sin pedir atención. Simplemente estará ahí, operando, aprendiendo, optimizando.

La próxima vez que alguien diga: “yo no uso inteligencia artificial”, tal vez valga la pena recordarlo: la IA ya forma parte de la vida de todos, incluso de quienes creen que no.

* Area VP LATAM, BMC Helix