En el marco de la edición 27° de El Empresario del Año, en un salón colmado por empresarios, ejecutivos, dirigentes políticos y referentes de la economía y el ámbito judicial, Agustín de la Reta, CEO de Punto a Punto Grupo de Medios, ofreció un discurso que mezcló diagnóstico, advertencia y una interpelación al poder político y empresarial.
“Estamos ingresando a una era completamente distinta a todo lo que conocimos”, planteó desde el escenario. Con referencias a la singularidad tecnológica, a la caída de la natalidad, al avance de la soledad urbana y a una democracia puesta en tensión por nuevos liderazgos, De la Reta planteó pensar el futuro sin ingenuidad y sin perder de vista un dato que repitió varias veces: “en el medio hay gente”.
El vértigo del nuevo mundo
Para el empresario, el mundo que se avecina no será una continuidad del actual sino un salto abrupto. La inteligencia artificial superando a la humana, la aceleración exponencial del cambio tecnológico, la integración de sistemas inteligentes a la vida cotidiana y la reconfiguración demográfica global conforman —según dijo— un escenario más cercano a la ciencia ficción que a la linealidad conocida.
Marcelo Bechara es el Empresario del Año de Punto a Punto
“Esto no va a pasar en 30 años, va a pasar en cinco o diez”, advirtió. Robots en las góndolas, autos autónomos, familias más pequeñas, más mascotas que niños en los hogares, vínculos más solitarios y transformaciones profundas en el empleo van surgiendo como parte de una realidad que, insistió, “no dará tiempo a adaptarse antes de que llegue la próxima novedad”.
En esa línea, subrayó que el envejecimiento poblacional, la caída del nacimiento de niños —41% menos entre 2014 y 2024— y el auge de los hogares individuales desplazarán viejos paradigmas de organización social. “Vamos a vivir más y mejor, pero sólo quienes puedan pagarlo”, planteó, anticipando tensiones en los sistemas previsionales, “que deberán ser modificaos”.
La política frente al desafío: liderazgo o desconexión
En ese sentido, De la Reta se preguntó sobre la forma en que la dirigencia política está reaccionando al nuevo contexto global. “La gente ya no cree en la democracia”, señaló, destacando estudios donde los jóvenes surgen como la franja más escéptica respecto a las instituciones del siglo XX.
Y advirtió sobre la tentación de los liderazgos fuertes: “Los locos con poder son peligrosos. La historia lo demostró infinidad de veces”, afirmó. Si bien se definió como “un absoluto liberal y de los que Milei llama ñoños republicanos”, remarcó que la Argentina del futuro necesitará algo más que eficiencia económica: “Vamos a necesitar gobernantes que sean humanos. Que entiendan, que acompañen, que no se burlen de los problemas de la gente”.
Un pedido directo al presidente
Hacia el final de su discurso, De la Reta le habló directamente al presidente: “Si me tocara pedirle algo a Milei, le pediría que el mismo martillo que usó para romper estructuras, lo use para clavar una nueva construcción sólida, moderna, justa y humana”, expresó.
“En el medio hay gente”, reiteró. Y allí colocó a las empresas como actores decisivos del tiempo que se abre. “Nuestra función es generar riqueza, pero debemos contener a nuestros empleados y a la comunidad donde vivimos”, señaló, recordando que las transformaciones tecnológicas no licuarán el impacto social.
Reconoció que Argentina aún deberá atravesar “un par de años complicados”, pero se mostró convencido de que “hay 20 años de crecimiento por delante”, especialmente en sectores vinculados a la energía, el agro, la tecnología y los servicios.
Córdoba como refugio y oportunidad
En el cierre del discurso, De la Reta afirmó que Córdoba es “el mejor lugar del mundo para vivir”. Enumeró rutas, conectividad, educación, seguridad y convivencia social como atributos diferenciales frente a otras ciudades del país y de la región.
En un país que registra 50% de pobreza, dijo, Córdoba mantiene estándares que deben ser defendidos: “Tenemos buena gente, nos reímos con el kiosquero, el taxista o el limpia vidrios, nos tratamos con respeto. Sólo falta que empecemos a creérnosla”.