El 16 de diciembre de 1965, la Asamblea General de las Naciones Unidas marcó un hito diplomático que redefinió el litigio por la soberanía de las Islas Malvinas. Con la adopción de la Resolución 2065, el organismo internacional sentó las bases para el tratamiento moderno de la disputa, reconociendo oficialmente la existencia de una "cuestión" de soberanía y urgiendo a la Argentina y al Reino Unido a buscar una solución pacífica mediante negociaciones.
Sucedió en un contexto de presión internacional y una activa política exterior argentina impulsada bajo la presidencia de Arturo Illia. Desde 1964, el gobierno argentino había elevado la cuestión a la ONU, argumentando que la ocupación británica de 1833 constituía un acto de despojo colonial que violaba el principio de integridad territorial de la nación.

La batalla diplomática y el triunfo de la razón
La Resolución 2065 fue el resultado de debates en el seno del Comité de Descolonización (Comité de los 24). La Argentina presentó su caso bajo el principio de la integridad territorial, que aplica a las situaciones coloniales donde la población existente fue desplazada o no constituye un pueblo sujeto a la autodeterminación, como Malvinas.
El Reino Unido, por su parte, se aferró al principio de autodeterminación, sosteniendo que la voluntad de los habitantes de las islas (los kelpers) era el único factor determinante. Sin embargo, la comunidad internacional, y en particular las naciones emergentes de África, Asia y América Latina, se mostraron sensibles al argumento de descolonización.
La votación de la Resolución fue un claro espaldarazo a la posición argentina y un revés diplomático para Londres:
-94 países votaron a favor de la Resolución, reconociendo la existencia de una disputa de soberanía.
-Solo 14 países se abstuvieron. Significativamente, el Reino Unido fue una de las abstenciones, rehusándose a votar en contra o a favor de un texto que lo obligaba a sentarse en la mesa con la Argentina.
El texto de la Resolución era preciso y marcaba la hoja de ruta de la controversia que perdura hasta hoy. Exhortaba a ambos gobiernos a "proseguir sin demora las negociaciones" para encontrar una solución pacífica al problema, teniendo debidamente en cuenta las disposiciones de la Carta de las Naciones Unidas y los intereses de los habitantes.
El legado de la Resolución 2065
Con la adopción de la 2065, la ONU despojó al Reino Unido de la posibilidad de ignorar la disputa. Por primera vez, el conflicto pasaba de ser un reclamo bilateral desoído a una Cuestión de las Naciones Unidas.
El Gobierno del entonces presidente interpretó la Resolución como un mandato inequívoco para iniciar un diálogo formal, y, de hecho, la Resolución 2065 se convirtió en la primera de una serie de resoluciones (2232, 3160, 31/49, entre otras) que reiteraron la necesidad de la negociación bilateral y el cese de actos unilaterales por parte del Reino Unido.
Sesenta años después, a pesar de que la guerra de 1982 alteró dramáticamente el escenario, la Resolución 2065 sigue siendo el instrumento fundacional en el plano multilateral. Es el documento que, con el consenso de casi un centenar de naciones, estableció que la situación de las Islas Malvinas no es un mero asunto de libre determinación, sino una disputa de soberanía sujeta al deber de negociación. Es el legado vivo de una victoria diplomática que forzó a Londres a reconocer que la Cuestión Malvinas es, y siempre será, un asunto pendiente para la comunidad internacional.