un largo camino para llegar al san martín

Gabriel Oliveri es el alma mater de un cotizado hotel y ahora debuta como actor

Como cara del Four Seasons Buenos Aires, Gabriel Oliveri es anfitrión de famosos personajes del espectáculo. Ahora es él quien se sube al escenario para protagonizar “Queridísimo Truman”, obra que retrata la vida de Truman Capote.

En escena. La metáfora de los “cisnes de Park Avenue” de Capote, en manos de Gabriel Oliveri. Foto: carlos furman

Siempre quise ser actor pero hasta este especial debut en el Teatro San Martín, Gabriel Oliveri hizo de la hotelería una profesión que le llegó por casualidad y también por necesidad. “Soy un hotelero de corazón, de alma”, dice Oliveri a PERFIL. “La hotelería me salvó la vida; en su momento, cuando empezaba , me dio uniforme, comida, propinas, me enseñó a comer, a viajar, a vivir. Cuando paso los fines de semana y veo la torre del Four Seasons (su “escenario” laboral permanente), digo: ‘Gracias, Dios, por haberme dado un lugar donde soy feliz’”. 

Gabriel Oliveri en escena (der.), con los actores Sergio Grimblat y Cristóbal Barcesat, en "Queridísimo Truman".

Como algo más que relacionista público del Four Seasons Buenos Aires, Oliveri se hizo muy conocido para personajes de la cultura, del espectáculo,  y de los negocios, entre otras  categorías. Y en el camino que recorrió para poder estrenar hace unos Querísidimo Truman en el San Martín, hubieron muchas escalas: fue panelista invitado en programas televisivos, tuvo el suyo propio, estudió actuación con diferentes profesores, consume teatro con pasión, y para el guión de esta obra que coescribió con Florencia Bendersky, estudió dramaturgia con Mauricio Kartun. 

Los libros "sobre el mal" que escribió Truman Capote.

El camino. Querídisimo Truman es una biografía musicalizada sobre Truman Capote. Gabriel Oliveri lo descubrió en su infancia y desde entonces se convirtió en su obsesión, y en escena se presenta como un cronista amoroso que, desde su propia vida, examina la de Capote como un observador quien, por momentos, se anima a volverse el propio autor. 

—¿Qué es Truman Capote para vos?  

—Bueno, es un chico que nació en New Orleans, que tuvo una infancia dificilísima, y que era gay desde que nació. No le importaba nada, y teniendo las peores condiciones, termina convertido en solo escritor. Y ni siquiera había terminado la secundaria. Y con su novela consagratoria A sangre fría gana dos millones de dólares termina viviendo en un departamento con vecinos ricos, haciéndose amigos de todos y teniendo una vida glamorosa, espectacular. Eso me enamoró del principio. El poder hacer de su vida lo que quiso, inventarse, darse a luz de nuevo, y viviendo el mundo que había soñado. El final no pudo o no quiso manejarlo, y fue malo, pero sí me generó admiración. 

Gabriel Oliveri como "Queridísimo Truman", la obra que coescribió con Florencia Bendersky.

—¿Tu conexión más personal con la figura de Capote por dónde pasa? 

—Yo, en otra dimensión muy pequeña, soy un granito de arena frente a él, pero me encantó el tomarme el colectivo, el venirme a Buenos Aires, a una pensión, el ser cajero de supermercado...Uno se va inventando y llegar en mi pequeño mundo a estar comiendo un día con embajadores, o con Pampita (Ardohain), a recibir todas las estrellas del mundo...A veces me siento identificado en esa parte, en el vivir una vida que, a veces, uno cree que no es de uno pero para la que trabajó mucho para que sucediera. Eso también es reinventarse, ¿no?.

La traición a los ricos que marcó el destierro social de Truman Capote.

—¿Cómo te preparaste para este personaje? ¿El tema de su particular voz sobre todo?

—Fueron ahora son tres meses de muchas horas de ensayo, en paralelo con mi trabajo en el hotel. La voz la trabajé con un coach de voces de México que se ocupa de de ayudar a los personajes que trabajan en plataformas a a crear su voz. Y con Vivian Luz, que es una gran bailarina, trabajé la caminata,  Flor Vendarsky en la dirección.

—¿Y también viajaste a Nueva York para sumar más información?

—Sí, fueron diez días dedicados a la vida de Truman. (Capote). Fui a su casa en 70 Willow Street en Brooklyn, conseguí autorización para visitar Studio 54 (NdR: la discoteca top de los ’80). Todo está igual así que fui ahí para para absorber su espíritu, donde él terminó su vida. Fui a sus direcciones,1060 Park Avenue, que fue el primer lugar donde vivió en Nueva York; al edificio de Naciones Unidas donde tenía un departamento en el piso 23. Hablé con los porteros, hablé donde él vivía con un viejito que lo conocía para que me cuente de él y después conseguí una primera edición de su libro A sangre fría de 1965, que es una reliquia. Cree mi propio Capote, puede gustar o no, pero es el mío, y la verdad que estoy un poco tomado por él ¡ hasta en sueños!.

Una biografía apunta al origen de la tristeza de Truman Capote.

—¿Qué se siente actuar en el San Martín con todo lo que significa para la cultura teatral argentina? 

—Es un sueño. Me siento como Mia Farrow en La rosa púrpura del Cairo. ¿Viste cuando entras a la pantalla? Es maravilloso, no lo puedo creer. A veces me paro enfrente de la cartelera, y digo:, “No puedo creerlo”. 

—¿En qué momento de tu vida te tocó esto?

—A partir de la muerte de mi mamá, volví a pensar en que uno se va a morir. Entonces retomé el estudio del teatro, escribí la obra, seguí preparándome y hoy cumplí este sueño maravilloso.

Gabriel Oliveri "de civil" cuando trabaja en Four Seasons Buenos Aires.

—¿Siendo tan autosuficiente, cómo fue coescribir una obra con, por caso, Florencia Bendersky? 

—Fue una experiencia muy linda y nos complementamos mucho porque más o menos tenemos los mismos códigos y queríamos lo mismo. Cuando decido volver a hacer teatro intensamente a partir de la muerte de mamá, no como en los últimos casi treinta años que hacía seminarios y talleres de escritura, la primera oportunidad fue a partir de un compañero de clase en lo de Lili Popovic que me dice: "Hagamos Mateo me invita a hacer una obra de teatro”. Fue en Microteatro y yo hago de Ernest Hemingway. Ahí me ve Flor Vendarsky y me dice, "Vos tendrías que hacer de Truman Capote." Y le digo, "He ido a su tumba en Los Ángeles, lo leo desde los ocho años, ha sido mi obsesión, leí todos sus libros, me apasionaba su vida con tanta locura, tanto talento y tanta destrucción toda junta." Y ahí ella me dice, eh, "Bueno, quiero dirigirte en esa obra." Y así fue. 

—Y a la hora de elegir el elenco...

–El elenco lo eligió Florencia Bendersky, que es la directora. Están Cristóbal Barcesat, que es músico, cantante y actor que hace varios papeles y creó la música y también interpreta el piano canciones maravillosas. Y después está Sergio Grimblat, que también es actor y cantante.

Una escena de "Queridísimo Truman", con Gabriel Oliver (izq.) como actor y coautor.

—¿Es cierto que tu primer profesor, apenas llegaste de Entre Ríos, fue Carlos Gandolfo?

—Sí. En esa época estudiaba abogacía, ya trabajaba en hotelería, pero me faltaba algo más y no sabía qué era. Y me dije: “Tengo para un pasaje de colectivo. Me tomé uno que me llevara a donde fuera el colectivo, sin rumbo. Y ese colectivo pasó cerca de Parque Centenario, y estaba la escuela de teatro de Carlos Gandolfo. Y por esas cosas que parecen una película, ese día era el de la selección de alumnos para el año. Vi un montón de gente y el cartel y me bajé. (Carlos) Gandolfo nos entrevistaba, uno por uno, quedamos catorce  varones y catorce mujeres. Entre ellas, Mónica Gonzaga, que se llamaba en realidad Mónica Eve González y estaba haciendo –creo —Amándote una novela con Arnaldo André. Y quedé elegido,  empecé a estudiar y la verdad que me volvió el alma al cuerpo. En ese momento, para mí Gandolfo fue alguien que, en un punto, me salvó. Así empezó mi amor por el teatro, que es lo que yo en ese entonces, quería hacer.