Streaming argentino

Marina Mammoliti hizo de la psicoterapia un podcast global

Marina Mammoliti logró con su podcast “Psicología al desnudo” una audiencia de más de tres millones de personas, y se ubicó en 2023 y 2024, entre los 25 más escuchados a nivel global. "La hoy tan difundida salud mental, tiene que dejar de ser un lujo”, dijo a PERFIL.

Marina Mammoliti en el estudio de grabación. Y en pantalla gigante en Time Square, donde se promocionó su ciclo Pscología al desnudo. Foto: gtza.p.m.

“Cuando me di cuenta de que somos analfabetos emocionales, que no sabemos nada de emociones, es que decidí crear el podcast e Instagram de @psi.mammoliti”, dice a PERFIL Marina Mammoliti. Ella es psicóloga y en 2020 lanzó Psicología al desnudo, el podcast de psicología más escuchado en español. Con cuatro temporadas “al aire” y más de doscientos episodios,  se ubicó en 2023 y en 2024 entre los veinticinco podcasts más escuchados a nivel global, y tiene más de tres millones de oyentes en el mundo. “Empecé sin la expectativa de que hablar de salud mental fuera algo que le interesara a la mayoría de las personas. Antes de la pandemia no era un tema tan masivamente convocante como lo es hoy”. Fuera de lo virtual, Mammoliti se contacta con sus seguidores en grupo de WhatsApp, o en el Club de Psi Mammoliti (www.psimammoliti.com) donde, por ejemplo, se realizan experiencias en grupos terapéuticos que guían psicólogas de su equipo. 

—¿La pandemia fue un disparador de escuchas?

—Aceleró ese proceso. Ese fue el momento en el que entendí que lo que hacía en el consultorio tenía que llegar a más personas. Grabé el primer episodio del podcast con el micrófono del celular, sin guion ni estructura, con la convicción de que la salud mental tiene que dejar de ser un lujo. Ese fue el nacimiento de Psicología al desnudo. 

—Fue momento bisagra. 

—Es que antes era más fácil andar por la vida distrayéndose, pero la pandemia nos dejó sin anestesia, nos obligó a sentir, y muchas personas se asustaron de lo que vieron, de lo que sintieron. Eso fue devastador para muchos, pero también muy fértil. Mucha gente descubrió que necesitaba herramientas emocionales, que no podía más con la autoexigencia, con el ruido mental, con la desconexión. Y por eso nació el podcast. No como estrategia, sino como respuesta a ese pedido de respuesta ahogado que veía en mis pacientes y en lo social.

—¿Y quiénes te escuchan?

—Nuestra comunidad es diversa y global. La mayoría de los oyentes son de Argentina, México, Colombia, Chile, España, pero tenemos una gran comunidad en países como Japón, Israel, Arabia Saudita, Islas Turks & Caicos, China, Marruecos; más de treinta y cinco países. En cuanto a edades, la gran mayoría tienen entre 18 y 50 años.

—¿En tus podcasts hay temas “estacionales”, como, por ejemplo, en los podcasts de gastronomía están los de Navidad, Pascuas, etc? 

—Sí, pero no son más que tendencias que no pueden ser pensadas para todos por igual. Y también existen ciertas generalidades. Diciembre, por ejemplo, trae nostalgia, balances, presión por estar bien, por sonreír. Hay mucho de la positividad tóxica, o de la ambivalencia, esto es, por un lado, la alegría socialmente impuesta, y por otro, los duelos invisibles, los vínculos tensos, las sillas vacías en la mesa de las fiestas. En cambio, en marzo aparece mucho la ansiedad del “tengo que arrancar con todo ya”. Se repite la idea de “este año sí voy a poder”, y trae de la mano al miedo al fracaso, el agotamiento, la presión del rendimiento. Y hay momentos como las vacaciones o el cambio de estación que disparan conflictos vinculares, redefiniciones, búsquedas.

—¿Y hay feedback de oyentes en esas fechas?

—Una vez una me escribió para agradecerme un episodio sobre la soledad en Navidad. Me dijo que ese año, por primera vez, se permitió no asistir a la reunión familiar y pasar la fecha como necesitaba: sola, pero en paz. 

—Más allá de los temas que las métricas marcan con trending topic, ¿cuáles te gusta tratar a vos? 

El apego. Me apasiona profundamente ese tema. Lo trabajo en terapia, en el podcast, en charlas. Porque realmente entender tu estilo de apego cambia tu vida, vuelve más sanas las relaciones, más profundas, te da nuevas perspectivas de por qué uno es como es. Es algo así como un mapa para mirarse a detalle. Y es apasionante la cantidad de capas de profundidad que tiene el tema; marca realmente a fuego todo lo que somos y desde dónde interpretamos lo que vemos. ¡Es apasionante!

—¿Es la única temática?

—No, otra que me apasiona es el mundo de la ansiedad como síntoma de época. No solo por haber vivido la ansiedad desbordante en carne propia durante mucho tiempo, sino porque existen hoy tratamientos muy eficaces que sabemos que funcionan, ¡y eso es revolucionario! Nadie debería vivir con una ansiedad que lo incapacite, ya que hoy sabemos cómo sanarlo.

—¿Qué comentarios recibís de colegas psicólogos? 

—Afortunadamente, ¡mensajes hermosos en general! Muchos colegas me escriben para agradecerme la traducción de conceptos complejos a lenguaje simple, sin banalizarlos. Me cuentan muchísimo que usan los episodios como herramientas terapéuticas que recomiendan a sus pacientes escuchar en terapia. También me escriben para pedirme más información sobre algunos contenidos puntuales que hacemos, porque los usan con sus pacientes en terapia. Otros colegas se suman a nuestra comunidad de psicólogos, Entre Psicos, donde compartimos formación continua, supervisamos conjuntamente, compartimos cafecitos virtuales, entre otras cosas. 

—Más allá de la divulgación que hacés con los podcasts, ¿animás a la gente a analizarse?

—Me gustaría hacer una aclaración importante. Muchas veces se asume que hablar de psicología es hablar de psicoanálisis, pero la psicología clínica es un campo mucho más amplio y diverso. Yo, por ejemplo, no soy psicoanalista. Me formé como psicóloga clínica con una mirada diferente al psicoanálisis, y desde hace años trabajo con un enfoque diferente: la psicología junguiana o psicología analítica.

—¿Entonces?

—Mi objetivo no es que todas las personas vayan a terapia. Sí que puedan mirarse, entenderse, vivan más conectados con quienes son, simplemente porque ese autoconocimiento, del que tanto se habla, no es nada más ni nada menos que la herramienta más poderosa que tenemos hasta el momento para vivir mejor. Y mi misión va en consonancia con acompañar a que vivamos mejor.

—Igualmente, ¿por qué es bueno hacer terapia?  

—El espacio de terapia te permite encontrarte con vos desde un lugar muy honesto. No existen tantos espacios hoy por hoy que tengan este propósito. La terapia, cuando es bien hecha, es uno de los pocos espacios que tenemos en la vida donde no tenés que rendir, ni agradar, ni ser útil para nadie. Podés simplemente ser, y eso no es menor. Vivimos en un mundo que todo el tiempo nos empuja a producir, a demostrar, a sostener máscaras. En cambio, en la terapia podés sacarte el disfraz, podés decir: “Me siento mal y no sé por qué”, o “me estoy repitiendo en todos mis vínculos y no entiendo cómo salir”. Y alguien preparado para ello te va a escuchar sin juzgarte, te va a acompañar para entenderte y, sobre todo, para transformar eso que hoy te duele en algo con sentido.

—¿Y para vos en particular qué representa la terapia?

—Es un acto de amor hacia uno mismo, y también hacia los demás. Porque cuanto más me conozco y me cuido, menos daño hago a los que me rodean. Más disponible estoy para vincularme de forma sana. Por eso la defiendo tanto; sé, lo veo en mí, en mis pacientes, en mi equipo, que cuando una persona se anima a entrar en sí misma, algo se acomoda. Y eso es muy revolucionario