A 195 años del legado de Simón Bolívar, la vigencia de su sueño de unidad americana
El militar y político venezolano dirigió campañas exitosas que liberaron Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia entre 1819 y 1825, fundando la Gran Colombia como federación. Además, colaboró con José de San Martín y sirvió como presidente de Gran Colombia y dictador de Perú.
El 17 de diciembre de 2025 se cumplen 195 años del fallecimiento de Simón Bolívar en la Quinta de San Pedro Alejandrino, Santa Marta.Un aniversario que invita a una reflexión profunda y necesaria hoy sobre la figura central de la independencia suramericana y la perduración de su proyecto político: la unidad continental.
Su vida, marcada por la acción militar incansable y una visión política grandiosa, se extinguió en la desilusión, pero su legado sigue siendo un motor para la comprensión del nacionalismo y la geopolítica de Hispanoamérica.
Juró en Roma en 1805 liberar su patria del control español
El coloso y la visión de la unidad
Bolívar no solo fue un estratega militar que liberó seis naciones (Venezuela, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Bolivia), sino un intelectual influenciado por la Ilustración y la Revolución Francesa. Su sueño, cristalizado en la creación de la Gran Colombia (oficialmente la República de Colombia) , trascendió la mera emancipación de la Corona española.
Desde el Manifiesto de Cartagena (1812) hasta la Carta de Jamaica (1815), Bolívar articuló la necesidad de una gran confederación que pudiera resistir las ambiciones de las potencias externas y superar la debilidad inherente de los nuevos Estados fragmentados. Estaba convencido de que la única manera de garantizar la libertad era a través de la unión y de un poder central fuerte, con capacidad para imponer orden y estabilidad. Este ideal se materializó brevemente en la Gran Colombia, una entidad que abarcaba lo que hoy es Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá.
La fragilidad del proyecto: anarquía y regionalismos
La visión de un "cuerpo de naciones hermanas" chocó inevitablemente con la realidad social y política de la época. La desintegración de la Gran Colombia, que comenzó incluso antes de la muerte de Bolívar, fue el mayor fracaso del Libertador y el origen de su amargura final.
Regionalismos y Caudillismo: La vastedad del territorio, la inexistencia de infraestructuras de comunicación adecuadas y las profundas diferencias culturales y económicas entre las regiones fomentaron un fuerte sentido de identidad localista. Líderes regionales como José Antonio Páez en Venezuela o Juan José Flores en Ecuador, conocidos como caudillos, priorizaron sus intereses y los de sus élites locales sobre el proyecto unificador.
La Tensión entre Centralismo y Federalismo: Bolívar abogó por una república centralista, considerando que el federalismo era inadecuado para sociedades en transición y proclive a la anarquía, una postura que plasmó en la Constitución de Bolivia (1826). Sin embargo, este modelo chocó con las aspiraciones de las élites liberales, que temían el surgimiento de una nueva tiranía.
La Ausencia de un Sustrato Político Común: A diferencia de Estados Unidos, que poseía un ethos político más unificado entre sus élites fundadoras, las nuevas repúblicas hispanoamericanas carecían de una tradición de autogobierno consolidada, lo que hizo de la transición a la vida republicana un camino lleno de conflictos.
El legado inmortal en el siglo XXI
Aunque la Gran Colombia se disolvió, el ideal bolivariano no murió. Hoy, la figura de Bolívar es fundamental para entender el nacionalismo en las naciones que liberó, sirviendo como un símbolo de soberanía e identidad.
El prócer olvidado: “Para los cordobeses, Bustos podría ser nuestro San Martín”
Su pensamiento ha influido en corrientes políticas a lo largo de los dos siglos, desde los proyectos de integración regional del siglo XX (como el frustrado intento de la Comunidad Andina) hasta las políticas de gobiernos contemporáneos que se han apropiado de su imagen para promover una agenda de unidad latinoamericana frente a la hegemonía. La búsqueda de la integración, ya sea económica (como el MERCOSUR) o política, sigue siendo una manifestación del antiguo sueño bolivariano, demostrando que, la reflexión sobre la unidad continental sigue siendo una conversación inconclusa.
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