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Jorge Vasconcelos : "No conviene que el tipo de cambio se vuelva a atrasar"

El investigador jefe de Ieral aseveró que hay que olvidarse de la inflación como un objetivo de este año.

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Jorge Vasconcelos, investigador jefe del Ieral | Cedoc

“Si se estabilizan las variables macro”, empieza aclarando Jorge Vasconcelos, investigador jefe del Ieral cuando se le pregunta por dónde haría hincapié para impulsar el crecimiento a mediano plazo del país. Y luego enumera alguna de las ideas que sintetizó en un documento titulado “Australia 5, Argentina 2”, sobre las trabas del desarrollo argentino en comparación con la isla de Oceanía, donde también expone posibilidades hasta ahora inéditas en la historia argentina para conseguir cortar con los ciclos de expansión y crisis. Pero claro, el tema es ése, que primero se “estabilicen las cuestiones macro”. En el marco del ciclo #ArgentinaVolatil, Vasconcelos asegura que es clave que el tipo de cambio no se vuelva a atrasar y que hay que olvidarse de la inflación como un objetivo de este año.

—¿Qué haría ante las tensiones con el dólar?

—El programa con el FMI implicaba  una serie de objetivos pero a dos meses aproximadamente de la firma del acuerdo, se ha visto claramente la necesidad de reescribirlo en algunos aspectos. Ha habido una parte ambiciosa e irreal de rescate de deuda intransferible, que las condiciones de mercado hacen que no se puedan cumplir,  y ya no es una obligación ante el Fondo Monetario Internacional (FMI).

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—¿Qué más quedó desfasado?

—El programa fiscal fue diseñado con una expectativa de crecimiento modesta de 0,4% y creo que las medidas que anunciaron la semana pasada, con cambios en retenciones, reintegros y la suspensión del fondo sojero, implican 0,3 puntos del PBI. Ahí se refleja o es un anticipo de las dificultades que va a tener el Gobierno para cumplir la meta de recaudación porque el crecimiento no será 0,4% sino negativo.

“Conceptualmente me parece que el esquema de libre flujo y bimonetarismo que tiene la Argentina es el mejor”

—¿Y respecto del Banco Central?

—Ahí Turquía facilitó las cosas porque estaba previsto en el memorando que ante situaciones disruptivas había posibilidad de tomar medidas menos reglamentadas, con mayor capacidad de improvisación. Probablemente ha habido una negociación entre la Argentina y el FMI, porque el BCRA obtuvo más libertad para el mercado cambiario y subió las tasas.

—¿Le parece acertado ir al desarme de Lebacs más rápido?

—La idea de continuar con el programa de rescate de Lebacs pero usando estos mecanismos que no estaban contemplados ha dado un buen resultado. De los 130 mil millones que se liberaron ha habido una demanda potencial de US$ 4000 millones y se efectivizó una demanda de US$ 1000 millones. Esto muestra que estas novedades introducidas en el programa de Fondo han dado un buen resultado.

“Hoy, introducir un cepo tendría consecuencias más devastadoras que las que tuvo aquél”. 

—¿Revisaría más puntos del acuerdo con el FMI?

—La realidad mostró cosas que no se pensaron en el momento que se firmó la Carta de Intención. El gobierno y el Fondo han trabajado en equipo para reformularlo y este primer ensayo no ha salido mal, pero la situación es suficientemente delicada como para que las evaluaciones sobre la marcha de la coyuntura haya que revisarlas semana a semana. 

—¿Incluiría algún control al movimiento de capitales?

—Conceptualmente me parece que el esquema de libre flujo y bimonetarismo que tiene la Argentina es el mejor. Pero hay que reconocer que las medidas alrededor del bimonetarismo son asimétricas. Si uno interrumpiera esa válvula e intentara repetir algo parecido a lo que hizo el gobierno anterior con el cepo, hoy el cepo tendría consecuencias aún mucho más negativas que la implosión de exportaciones, el estancamiento en el PIB y en el empleo privado y en las reservas que quedaron negativas. Porque aquella vez estuvo acompañado de dos variables nominales que tuvieron comportamiento negativo pero no extremo que fueron la inflación y la brecha cambiaria. La inflación osciló en 25 o 30 con congelamiento de tarifas y la brecha en 50%, aún con condiciones externas favorables. Hoy, introducir  un cepo tendría consecuencias más devastadoras que las que tuvo aquél. Porque los vencimientos de deuda y la situación externa, y  menos  stocks para utilizar, harían que la brecha cambiaria no tenga un número al que ir, sería varias veces a uno. 

“Si se estabiliza la macro, hoy hay factores que  permiten crecer más con la misma inversión”

—Pero sin pensar en el cepo, ¿no se puede pensar en algún control que amortigüe los vaivenes externos?

—El bimonetarismo funcionó bien cuando había pocos pesos, en el 91, cuando había poca deuda pública, en el 95 y 96, o cuando había tipo de cambio muy alto como en 2002, que era mucho más alto que hoy que parece alto, y entonces la gente se quedaba en pesos. Y también funcionó bien con poca inflación. Hoy no se da ninguno de esos requisitos. La deuda pública no es elevada pero está creciendo. La inflación no afloja y todavía hay muchos pesos, de hecho el BCRA debió subir encajes. Es útil que el bimonetarismo funcione, pero tiene que convivir con inflación y es necesario que se refuercen las otras señales, que  la deuda  se estabilice, que haya menos pesos. La alternativa para que el bimonetarismo funcione es que el tipo de cambio no puede ser bajo, que fue el problema de 2017. Tiene que ser un tipo de cambio relativamente alto, quizás sea a 30, pero no conviene que el tipo de cambio se vuelva a atrasar. Quizás lo ideal es que se mantenga en 30 en términos reales, acompañando la inflación. Para recoger los beneficios del bimonetarismo.

“No me preocuparía tanto de lo que es 2018 dada que la inflación va a ser un subproducto de las alteraciones tuvo la política económica"

—¿Sería más agresivo o más laxo en la reducción del déficit fiscal?

—Las tres medidas fiscales que se anunciaron hace una semana tienen que ver con asegurar el cumplimeinto de las metas fiscales con el Fondo que son más exigentes para el año que viene, pero enturbian lo que todo país debe tener que es una visión de futuro. La única forma de crecer en forma sustentable es con un dinamismo permanente de las exportaciones. Tanto el tema retenciones como el tema reintegros implican un enturbiamiento de la visión de futuro. Debería plantearse un esquema temporal y no permanente. Incluso en el tema retenciones, había que adoptarlo mirando en espejo lo que hace China que es el principal cliente para granos y derivados del mundo aunque no les compre a la Argentina. China tiene aranceles a la importación que van en escala, para importar granos aplica 3% pero para aceites 9% y para harinas es intermedio. Quizás la Argentina podría trabajar en espejo su esquema de retenciones. Para pensar que el esquema de retenciones tenga visión de futuro.

—¿Ve consistente el programa antiinflación?

—Hay que diferenciar lo que es 2018 de lo que puede ser 2019. No me preocuparía tanto de lo que es 2018 dada que la inflación va a ser un subproducto de las alteraciones tuvo la política económica. Algo entre 32 y 34% sería razonable y no me rasgaría las vestiduras por eso. Tampoco el acuerdo del Fondo dice que sería importante para interrumpir desembolsos. En el propio acuerdo se reconoció que es subproducto de otras decisiones. Es importante que de cara a 2019 las variables se estén organizando en función de reducir en forma significativa las presiones inflacionaria bastante más baja que la de este año. Ponerle un número a la inflación de 2019 es un esfuerzo inútil porque hay demasiados cabos sueltos.

“La producción no convencional de hidrocarburos podría transformar a la Argentina en un país de energía abundante y barata”

—¿Dónde pondría el acento para pensar en crecimiento sostenido?

—En la medida en que la Argentina pueda estabilizar su macro, hay factores que han limitado nuestra capacidad de crecer que ahora no tienen tanta vigencia  y no impiden tanto una buena y correcta asignación de recursos que te permite crecer más con la misma inversión y generar la profecía positiva de más crecimiento y más inversión. Hoy tenemos vecinos que son relativos más ricos que en el pasado; la mayoría de los desarrollos tecnológicos han sido pensados para países que antes tenían peor castigo a la distancia, como el móvil, internet o la energía eólica, que hacen que haya lugares del país como la Patagonia o la puna jujeña que pueden tener energía abundante o barata sin tener que tirar un cable. En igual sentido, el desarrollo tecnológico que permite la producción no convencional de hidrocarburos podría transformar a la Argentina en un país de energía abundante y barata, ya existen las condiciones. 

—¿Cómo juega el vínculo con el mundo?

—Hay que pensar en China como oferente de productos industriales, que ya hace que en la Argentina aún sin ser una economía abierta, los empresarios ya tomen decisiones de inversión como si la competencia china estuviera a la vuelta de la esquina, y por eso se observa inversiones en aquellos sectores que tienen el potencial en ser complementarios de China y poca inversión en los sectores expuestos a su competencia. Hasta el primer trimestre la inversión venía creciendo hasta el 15% interanual con foco en los sectores más complementarios que competitivos. Por ejemplo las pick ups, Vaca Muerta, el litio y otros sectores. Eso tiene un componente central: si uno mira la inflación y las corridas al dólar, son un síntoma de los desequilibrios macro que ha tenido el país. Si uno mira la macrocefalia del país donde un 40% de la población está en una partecita del territorio, ése es el síntoma de una mala asignación de recursos que hubo en el pasado.