Las nubes de Pablo Accinelli están en un sótano. Con este primer trastoque de ubicación, lo que tendría que estar arriba se emplaza debajo, da rienda suelta (o controlada) a una serie de modificaciones, dislocamientos, cambios de habitus, confusiones, extravíos, mezclas y desequilibrios, las fuerzas compositivas de las obras de este artista.
Lo más evidente puede leerse en la buena tradición del arte pop: sustraer de la serie original de bienes de uso y de mercado y tomarlo para el arte. De ahí que los objetos que el artista emplaza en el subsuelo del Museo de Arte Latinoamericano hayan perdido un valor, su utilidad y empleo, para volverse piezas de arte. Lo sabido: desde Duchamp y la primera vanguardia hasta mediados del siglo pasado la lógica de reformular lugar, función y valor.
Cajas, frascos y latas que fueron de la góndola del supermercado, donde comparten su fisonomía con millones de iguales, a la pieza única. De un valor exiguo a una cifra exorbitante. De una caja de jabón en polvo a la caja Brillo con firma de autor. En ese sentido: de las botellas de whisky White Horse a una composición “esculturas-objeto” sobre un estante en la sala de un museo.
Sin embargo, la cosa no termina ahí ni de ese modo. Esta primera consideración, en principio, la veo más como un ejercicio: la cita erudita al pasado de las vanguardias y la referencia a un lugar en la historia del arte. Una rutina de calentamiento conveniente para diseñar otras alternativas. En definitiva, cómo salir un poco de estas posibilidades, de los legados de esos movimientos artísticos. ¿Cuáles son los materiales con los que contamos? ¿Qué imaginación del presente nos interpela en esta busca? Ya hemos mirado al pasado. ¿Cómo delinear un futuro? Busquemos en las nubes y sus combinaciones aleatorias. Es tiempo de mirar al cielo para bajarlo a la tierra.
Desde allí, cepillo en mano, Accinelli puede barrer este significado para juntar las partes de otro modo. La sala de exposiciones, por ejemplo, se vuelve un cuarto de guardado. La inversión del procedimiento no es inocente y por lo tanto, las piezas tomarán el espacio “artísticamente”. Un nuevo orden para los vasitos y los clips que forman juegos de mesas, decoraciones abstractas. Los plumeros aferrados a las paredes para que a nadie se le ocurra usarlos. Cartones de almacenamientos que se almacenan a sí mismos y promueven, al vaciarse de sentido literal y metafóricamente, novedosos pensamientos.
¿Cómo delinear un futuro? Busquemos en las nubes y sus combinaciones.
Las figuras retóricas, esas plantillas para las ideas que nos permiten llenarlas una y otra vez de manera distinta, pueden ser las analogías con estos juegos de objetos de modo que remiten a juegos del lenguaje. Si cambiamos objetos por palabras en las obras de Accinelli, aunque sus construcciones sean casi mudas y no tenga filiación evidente con corrientes artísticas que usan grafismos, obtendremos algunos ejemplos.
Asíndeton y polisíndeton, acumulación de términos sin y con conjunciones, respectivamente, hilvanan vasito, paquete, bolsa, ganchito, candado con cubo y tierra y cilindro y caja y estante. Hipérbaton para alterar el orden lógico de los elementos en la sintaxis, aunque acá se escriba con objetos. Nada sirve para lo que fue realizado. Todo tiene una utilidad nueva. Lo que de-semboca en una paradoja. En este punto, es algo más que la antítesis. No es solo la contraposición de significados sino un pensamiento profundo y contradictorio; la disposición de imágenes como pictogramas para ser vistas y también leídas.
Nubes de paso
De Pablo Accinelli. Curadora: Florencia Cherñajovsky.
Sala 1. Nivel 1. Malba, Av. Figueroa Alcorta 3415
Jueves a lunes y feriados de 12 a 20; miércoles de 12 a 21; martes, cerrado.
