Una epopeya suburbana en tiempos de degradación y fracaso. Así define Pacho O'Donnell a su última obra, Quinto Round, que trasformó el escenario del teatro Timbre 4 en un ring de boxeo. Allí Renato, un boxeador de poca fama, y su entrenador Sócrates, enfrentan una difícil decisión. Agobiados por el hambre, una propuesta de su representante desata una tormenta de sentimientos confrontados.
¿Es posible soñar y luchar y desear en un mundo así? Se pregunta el autor en una obra que pone en juego la codicia, la lealtad, la traición, el amor y el engaño. PERFIL habló con Ramiro Martínez que, en su debut teatral, se sube al escenario del prestigioso teatro de Boedo, en la piel de Renato. "La psiquis que tienen los boxeadores me parece extraordinaria", revela el actor. Su compromiso con el personaje lo llevó a entrenar tres veces por semana con el exluchador Pablo Paoliello, e incluso se subió al ring.
¿Cómo llegaste al papel de Renato?
Yo estaba haciendo boxeo y Pacho quería hacer una obra. Se embaló con esto, le apasionó el mundo del box y encontró en este boxeador, que vive en este país donde dedicarse a esto es mucho más difícil que en otros lugares, la excusa para contar la historia de un pibe que se esfuerza constantemente para cumplir sus objetivos y sus sueños.
¿Cómo te preparaste para el personaje?
Cuando empezó a tomar forma real, yo ya estaba yendo a clases, pero nunca había hecho boxeo realmente. En ese momento, tuve la suerte de conocer al exboxeador Pablo Paoliello. Empecé a entrenar con él tres veces por semana durante dos meses. No necesitaba ningún tipo de contacto para este personaje, porque lo que hago en el escenario es una especie de entrenamiento, pero yo necesitaba sentir los golpes. Fue un desgaste físico interesantísimo, pero me encantó y creo que cuando termine de hacer este personaje voy a seguir entrenando porque me picó el bichito del boxeador.
Tu amistad con Pacho O'Donnell data de largo tiempo. ¿Es así?
Yo era administrador de empresas y nos conocimos cuando él estaba trabajando en el Instituto Dorrego. Empecé a trabajar como administrativo y terminé siendo un secretario privado de él. Tenía 29 años y estaba atravesando una crisis porque no me gustaba lo que estaba haciendo. Él me incentivo a tomar una clase de teatro. Fui y me estalló la cabeza, me di cuenta de que eso era lo que me gustaba.
¿Es tu primera obra de teatro?
Sí. Había hecho algo en microteatro, pero trabajé más en audiovisual: participaciones en películas, series. Después se estancó un poco. En el mundo del arte es difícil entrar y mantenerte, estar en continuidad. Pero nunca dejé de formarme. Siempre tuve muchísimas ganas de hacer teatro, pero nunca había llegado a mis manos una obra que me convenciera. Yo soy de poner toda la energía en lo que hago. A veces pasa que con tal de estar en movimiento, muchos agarran papeles que no les cierran tanto, y a mí eso no me sale. Por eso cuando llegó Quinto Round, me pareció una apuesta super interesante, que podía llamar la atención. El elenco con el que estoy es soñado, era muy difícil decir que no.
¿De qué trata la obra?
Es un boxeador que está entrenando con Sócrates, su entrenador de toda la vida, que lo interpreta Osvaldo Santoro. Se están entrenando para una revancha que es en 20 días contra un oponente que se llama El Ninja. Mi personaje, Renato, está muy enfocado en que quiere ganar, él piensa que es mejor que el Ninja, que en la pelea anterior le ganó por un golpe de suerte. Pero aparece nuestro representante y hace una oferta que pone en juego la decisión de esforzarse tanto para ganar la pelea o no. Tanto Renato, como Sócrates están pasando un momento muy triste, no tienen ni para comer. La oferta del representante es muy interesante, pero no tiene el objetivo final que tiene este boxeador que es hacer carrera y ganar todas las peleas que pueda.
¿Cómo elegís las obras en las que participás?
Primero me interesa que sea una historia linda de contar y que transmita un mensaje. Me parece que Quinto Round es una obra que viene como anillo al dedo para hablar de lo que nos está pasando hoy en el país, que uno siente que tiene todo en contra y tiene que seguir pegándole piñas a la vida para salir adelante sin bajar los brazos. Es un mensaje lindo, un mensaje esperanzador. También me seduce cuando los personajes tienen cierta complejidad. Me pasó eso con el boxeador, es una energía completamente diferente a la mía. Son personas que se dedican a perfeccionar sus golpes para lastimar a otro, y perfeccionarse para que no los lastimen tanto. Cuando empecé a entrar en el personaje, me di cuenta de que tengo buena técnica para boxear, pero me falta esa energía, ese motor que tienen ellos por dentro para lastimar a otros. Me parece muy interesante meterme en la piel de estos personajes, y así fue que me subí al ring cuando Pablo me lo propuso.
¿Pudiste pegar?
Sí, ya estaba tomado por el personaje y empecé a sentir cierto grado de placer. La psiquis que tienen los boxeadores me parece extraordinaria. Me he juntado con muchos boxeadores que me contaron cómo fue su experiencia. Por lo general, la mayoría tiene las mismas características de niñez. Muchos casos de violencia familiar desde que son chicos. Incluso, me ha pasado de hablar con boxeadores que dejaron de pelear porque empezaron a psicoanalizarse. Eso me pareció extraordinario. Empezaron a darse cuenta de que había un motor que los movía que era otra cosa que arrastraban y después no tenían ganas de subirse a un ring y pegarle a nadie.
Domingos a las 19 hs en Teatro Timbre 4 (Mexico 3554)
Autor: Pacho O´Donnell
Actúan: Osvaldo Santoro, Ramiro Martínez, Juan Carlos Ricci, Lía Bagnoli.
Dirección: Gerardo Otero y Ana Sancho.