El Banco Central de Argentina ampliará el uso de la banda de flotación cambiaria al próximo año y probablemente hará menos ajustes que en la actualidad, una señal de que la política monetaria respaldada por el FMI está dando frutos a finales de un año angustiante.
"Vamos a continuar trabajando con zonas de intervención y no intervención durante el próximo año", dijo el presidente del banco central argentino, Guido Sandleris, a Bloomberg en una entrevista en Buenos Aires el viernes. El ritmo del ajuste probablemente será "un poco más bajo de lo que es ahora. En este momento es del 3 por ciento. Podría ser un poco menos".
Sandleris, de 47 años de edad, ha dirigido la adopción fluida de una nueva política monetaria de un mes por parte del banco central después de que el Fondo Monetario Internacional acordase en septiembre elevar la cuantía del rescate para la nación sudamericana a US$56.000 millones.
El peso, la moneda de peor rendimiento de los mercados emergentes en lo que va de año, ganó casi un 14,7 por ciento frente al dólar en octubre, la mayor subida suba en los datos disponibles a partir de 2003 y el mejor rendimiento en todo el mundo. Las expectativas de inflación se enfriaron en octubre después de tres meses de turbulencias y los rendimientos de los bonos del Gobierno también se estabilizaron tras un alza a principios de septiembre.
Ahora se permite la flotación del peso en una "zona de no intervención" de alrededor de 35 a 45 pesos por dólar, aunque el rango se ajusta diariamente un 3 por ciento frente a su valor del mes anterior. Inicialmente, se pretendía aplicar la política solamente hasta finales de 2018. Sin embargo, Sandleris dejó en claro que continuará el próximo año a fin de ofrecer más confianza a los mercados. En diciembre se ofrecerán más detalles.
A pesar de los avances recientes, Sandleris no está de celebración. El académico convertido en político ve importantes riesgos económicos internacionales e internos por delante. En el frente nacional, el banco abandonó su objetivo de inflación a favor de lo que muchos analistas consideran un conjunto de políticas enérgicas, incluso drásticas, que podría agravar una recesión que se avecina. El fin de la era del dinero fácil a nivel mundial tampoco ayuda.
"Mi primera preocupación es el contexto internacional, el cual es mucho más desfavorable de lo que hemos visto en los últimos años", dijo. "Los años de liquidez internacional extrema que vimos en el pasado están llegando a su fin, y eso crea un contexto mucho más desafiante para los mercados emergentes".
Sandleris dijo que la incertidumbre política en Brasil, el mayor socio comercial de Argentina, es otro obstáculo para la economía argentina. El presidente electo, Jair Bolsonaro, asume el cargo el 1 de enero. El presidente del banco también señaló que las elecciones presidenciales del próximo año en Argentina podrían asestar un golpe a la economía.
Esos factores "podrían crear algo de ruido el año que viene", apuntó. En medio de estas dificultades, Sandleris está recogiendo las piezas de un Banco Central que, según su opinión, ha perdido la confianza de los inversores y del público. Los argentinos han acabado renunciado a la institución este año a raíz de una crisis monetaria, una recesión, políticas cambiantes y tres jefes de bancos centrales.
"La credibilidad y la confianza son como el cristal: se rompen fácilmente y tardan mucho tiempo en volver a recuperarse", dijo. "Estamos en el proceso de restablecer la confianza". Sandleris dice que la transparencia y los preanuncios monetarios son aspectos clave de la nueva política.
Esto supone un cambio importante respecto a su predecesor, Luis Caputo, a quien la directora del FMI, Christine Lagarde, instó públicamente a mejorar la comunicación con los mercados.
"Estamos haciendo un esfuerzo permanente en la comunicación para que todos los participantes del mercado sepan lo que pueden esperar de este banco central", declaró.
La otra cara de la nueva política monetaria podría poner a prueba la economía, que ya se encamina hacia una recesión. Para reducir la inflación, el Banco Central reducirá la oferta de pesos en circulación hasta junio con solo un breve respiro el próximo mes. Al restringir los préstamos, la actividad económica se desacelerará aún más, advierten los analistas.
Para Sandleris, sin embargo, la volatilidad y la inestabilidad que atravesó Argentina en 2018 fue mucho peor: la economía simplemente no puede continuar en esa dirección.
Más allá de una convicción firme y un plan muy estudiado, este político tiene un sueño algo inusual para alguien que está en el punto de mira.
"Mi sueño es que nadie hable del Banco Central en Argentina, que no se hable porque la inflación es baja y hay una moneda estable", dijo Sandleris, y señaló que el peso todavía está constantemente en los informativos nocturnos.