Algunos de los mayores operadores mundiales de casinos en Macao, territorio chino epicentro del juego y las apuestas, comienzan a instalar cámaras ocultas, tecnología de reconocimiento facial, fichas de póker y mesas de baccarat digitales para detectar cuántos de sus millones de clientes probablemente perderán más dinero.
La nueva tecnología utiliza algoritmos que procesan la forma en que los clientes se comportan en la mesa de apuestas para determinar su apetito por el riesgo. En general, cuanto más alto es el apetito por el riesgo, más puede perder un jugador y más ganancias tiende a tener un casino, a veces multiplicadas por 10.
La casa siempre gana y ahora tiene a la inteligencia artificial de su lado.
Esta adopción de monitoreo de alta tecnología surge en momentos en que los operadores de casinos se disputan el crecimiento en una industria en desaceleración y bajo presión a nivel mundial por obstáculos económicos y el control normativo. En el polo de juego más grande del mundo donde la expansión está llegando a sus límites, dos operadores de casinos, las unidades en Macao de Las Vegas Sands y MGM Resorts International ya comenzaron a implementar algunas de estas herramientas en cientos de mesas, de acuerdo con personas conocedoras del tema. Sands planea extender la iniciativa a más de 1.000 mesas adicionales, agregaron.
Otros tres operadores, Wynn Macau, Galaxy Entertainment Group y Melco Resorts & Entertainment, están en conversaciones con proveedores para desplegar esta tecnología, informaron las fuentes, que solicitaron no ser identificadas.
Minoristas aumentan su dependencia de la inteligencia artificial
La inteligencia artificial ya se emplea en muchos otros sectores desde la gestión de los recursos humanos, para impulsar las ventas y el marketing hasta redes sociales para la eliminación de contenido considerado "basura". La mayoría de los minoristas dicen que a medida que se acelera el uso de la IA, tendrán que crear puestos enfocados en la ética del uso de datos de clientes.
Es decir, que las empresas que quieran utilizar la inteligencia artificial para ganar una ventaja competitiva tendrán que hacer frente a la desconfianza de los consumidores sobre su posible impacto, según las primeras encuestas que surgen en torno a la cuestión.