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COSTA RICA

Crisis de deuda sacude al oasis de los estadounidenses en Centroamérica

En una parte del mundo famosa por las guerrillas, los narcotraficantes y los emigrantes que huyen, Costa Rica ha sido durante mucho tiempo la excepción. Era un oasis de tranquilidad y estabilidad, la Suiza de América Central, algunos solían llamarla. Los jubilados estadounidenses acudían en masa a sus ciudades costeras, los turistas a sus selvas tropicales, los inversores a sus bonos, y la economía mostraba tasas de crecimiento constantes, aunque no siempre espectaculares.

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"Costa Rica, después de que se le concediera el beneficio de la duda, ha comenzado a sentir la ira de los inversionistas", dijo Andrew Stanners, administrador de fondos en Londres de Aberdeen Asset Management. | Bloomberg

En una parte del mundo famosa por las guerrillas, los narcotraficantes y los emigrantes que huyen, Costa Rica fue durante mucho tiempo la excepción. Era un oasis de tranquilidad y estabilidad, la Suiza de América Central, algunos solían llamarla. Los jubilados estadounidenses acudían en masa a sus ciudades costeras, los turistas a sus selvas tropicales, los inversores a sus bonos, y la economía mostraba tasas de crecimiento constantes, aunque no siempre espectaculares.

Pero había una debilidad en esa historia de éxito: un déficit presupuestario que ha estado creciendo de forma sostenida, erosionando lentamente una economía que se volvió muy dependiente de los dólares estadounidenses.

Ahora, después de haber ignorado el problema durante años, los costarricenses se encuentran súbitamente sumidos en una crisis que amenaza con hacer añicos esta prístina imagen internacional. Los rendimientos de los bonos en dólares de referencia del gobierno se han disparado a más del 8 por ciento y la moneda, el colón, ha estado cayendo a mínimos históricos, lo que ha llevado al banco central a aumentar las tasas de interés la semana pasada para tratar de conseguir que los inversores mantengan su dinero en el país.

Recientemente, el colón se desplomó un 3 por ciento en un período de tres días, un movimiento enorme en un país donde las autoridades siempre han controlado estrictamente sus fluctuaciones. (Durante los últimos tres años, la variación promedio diaria del precio fue de sólo el 0,007 por ciento). "Costa Rica, después de que se le concediera el beneficio de la duda, ha comenzado a sentir la ira de los inversionistas", dijo Andrew Stanners, administrador de fondos en Londres de Aberdeen Asset Management.

Los analistas temen que las pérdidas se intensifiquen rápidamente si no se toman medidas para controlar el déficit. Y hay otro problema. El gobierno no es el único que fue atraído a pedir préstamos en dólares. Más de medio millón de "ticos", como se les llama a los costarricenses, contrajeron préstamos e hipotecas denominados en dólares, tentados por la posibilidad de pagar tasas de interés que eran aproximadamente la mitad de las que tenían en colones.

Al igual que el gobierno, estas personas ahora están luchando para reunir suficientes colones para comprar los dólares que necesitan para cumplir con los pagos de intereses. Muchos no lo logran. El porcentaje de préstamos denominados en dólares en mora aumentó a alrededor del 3 por ciento en septiembre, respecto del 1,7 por ciento de hace un año.

Esta crisis financiera no sólo deja a la gente con menos dinero para gastar, por ejemplo, en un nuevo par de zapatillas o en una noche de cine, lo que entorpece aún más una economía que ya estaba comenzando a desacelerarse, sino que también está creando una sensación de angustia y temor en la capital, San José, que es palpable.

Pedro Cruz, psicólogo de 38 años que está pagando una hipoteca, dos préstamos automotrices y un préstamo comercial, todos en dólares, habla con cautela sobre la especulación que escucha de sus amigos. El colón entrará en caída libre, le dicen, y lanzan números estratosféricos, 2.000 colones por dólar, tal vez incluso 3.000.

Aunque estos pueden ser pronósticos improbables, asustan a Cruz. Al tipo de cambio de hoy, 620 por dólar, ya está destinando 60.000 colones más al mes para cumplir con los pagos de sus préstamos de lo que necesitaba hace sólo seis meses. Ha estado cambiando sus ahorros a dólares para tratar de proteger sus finanzas. "Escuché rumores de una devaluación y decidí tratar de adelantarme a ella", dice Cruz.

La crisis se agudizó el mes pasado después de que un grupo de legisladores de la oposición pidiera al Tribunal Constitucional que dictaminara si el procedimiento acelerado utilizado para aprobar la reforma fiscal violaba la Constitución. La legislación, que convierte el impuesto sobre las ventas en un impuesto al valor agregado, cierra lagunas y crea un impuesto sobre las ganancias de capital, marca la primera reforma tributaria en dos décadas y frena un déficit que se ha duplicado en los últimos años al 7 por ciento del producto interno bruto.

Se espera que el tribunal dictamine el 26 de noviembre, tras lo cual el proyecto de ley regresaría al Congreso para una segunda votación. Si la legislación es aprobada, el gobierno planea pedir préstamos adicionales a bancos multilaterales para financiar su déficit presupuestario. La ministra de Hacienda, Rocío Aguilar, dijo que el gobierno "estará listo" para hacer frente a un posible rechazo de la legislación, aunque no dio detalles sobre las medidas que se implementarían.

Costa Rica utilizó US$1.600 millones de sus reservas de divisas en los últimos ocho meses para defender el colón en el mercado cambiario y satisfacer la necesidad del Ministerio de Hacienda de divisas fuertes para realizar pagos de deuda. Actualmente se encuentran por debajo de los US$7.000 millones.

La carga de deuda del gobierno podría llegar a más del 50 por ciento del PIB este año, según Moody’s Investors Service, que el mes puso la calificación soberana del país en observación para una posible rebaja de varios peldaños. Y el banco central estima que esa cifra podría traspasar el 100 por ciento en una década.

Alrededor del 40 por ciento de la carga de deuda actual está denominada en dólares. El gobierno ha dejado de vender deuda en el extranjero en los últimos años y se ha centrado en el mercado local. El problema, sin embargo, es que con el incremento del déficit y la caída del colón, los inversores se muestran reacios a comprar deuda local.