El mes pasado, después de escuchar casi 14 horas de testimonio, el concejo de Washington D.C. votó posponer un controversial proyecto de ley que habría despenalizado el trabajo sexual en la capital de Estados Unidos. Si se hubieran apegado estrictamente a principios de economía, los miembros del concejo habrían podido decidir otra cosa: cuando se despenaliza el trabajo sexual, la violencia contra las mujeres disminuye.
No se trata simplemente de un debate local. El asunto está ganando relevancia en todo el país, y muchos candidatos demócratas a la presidencia lo están contemplando como parte de una reformulación del sistema de justicia penal.
Libertad, cuerpo y mercado: hablemos de prostitución
Entre los escépticos y los opositores predominan dos preocupaciones. La primera es que la prostitución debilita el tejido moral de la sociedad. La segunda es que la prostitución es inherentemente violenta y la despenalización empeoraría la explotación de las mujeres.
La evidencia económica —y la teoría— tienen algo que decir sobre la segunda objeción. Primero, algo de contexto: el llamado modelo nórdico busca reducir simultáneamente el encarcelamiento y la explotación de las trabajadoras sexuales abordando la demanda. Para efectos prácticos, eso implica judicializar a los representantes y a los clientes, pero no a las trabajadoras mismas.
Parece una solución bien balanceada a un problema social complejo: castigar a los explotadores, no a las explotadas. Combinada con el alcance, promete sacar a las mujeres desesperadas de un estilo de vida peligroso.
El problema es que ese enfoque no cuenta con el apoyo de las trabajadoras sexuales, quienes dicen que complica sus procedimientos de selección de clientes y convierte el trabajo sexual en algo oculto. Esto concuerda con la teoría económica, la cual sugiere que el costo de cualquier limitación en el mercado recae en aquellos con menos opciones, ya sean compradores o vendedores.
Nuevas investigaciones confirman lo poderoso que puede ser este efecto. Los economistas estudiaron el portal Craigslist, que entre 2002 y 2010 introdujo gradualmente una sección de "servicios eróticos" que permitía a las trabajadoras sexuales promocionarse directa y anónimamente en Internet.
Papel de prostitutas: la otra cara de la oferta sexual en la vía pública
El despliegue escalonado permitió a los economistas medir el impacto en cada mercado a medida que el servicio se expandía. Como se esperaba, el mercado para el trabajo sexual se expandió rápidamente. Más importante aún, de acuerdo con el artículo de 2019, la expansión de Craigslist en un mercado "llevó a una reducción de 17% a 10% en los homicidios de mujeres". Valga aclarar que esta cifra no es de homicidios de trabajadoras sexuales —los cuales son difíciles de medir en tiempo real—, sino homicidios de todas las mujeres del área.
Este resultado sorprendió tanto a los economistas que realizaron varias pruebas para validarlo. Las pasó todas. Es más, los efectos han sido demostrados por otros estudios. La despenalización en partes equiparables de una ciudad está asociada con declives de dos dígitos en los ataques sexuales. Un estudio de 2014 de una despenalización involuntaria del trabajo sexual en espacios cerrados en Rhode Island entre 2003 y 2009 halló un resultado de 30% menos violaciones. Esta no es una simple correlación: tanto el estudio de Rhode Island como el de Craigslist usaron varios métodos diseñados para identificar las causas.
Los expertos en trabajo sexual aseguran que la introducción de Craigslist y otros servicios en línea de ese tipo ha hecho el trabajo mucho más seguro. Los economistas afirman que sus datos no dan espacio a ambigüedades. Aún así, persiste la pregunta: ¿es posible que los efectos sean tan grandes?
Los expertos en trabajo sexual aseguran que la introducción de Craigslist y otros servicios en línea de ese tipo ha hecho el trabajo mucho más seguro
La teoría económica ofrece una posible respuesta: reducir las restricciones al trabajo sexual expande el conjunto de oportunidades económicas disponibles, especialmente para aquellos en el fondo de la escala económica. Esta expansión cambia el balance general del poder económico hacia las mujeres pobres, lo que les da más ventaja en otras relaciones económicas que las exponen a la violencia. Eso, a su vez, altera el comportamiento de los hombres (y las mujeres) con los que viven y trabajan.
Los economistas se refieren a esto como efectos del equilibrio general, los cuales pueden causar pequeños cambios con un impacto económico enorme. En este caso, la reducción del riesgo asociado con el trabajo sexual podría facilitar a las mujeres evitar situaciones peligrosas en otras áreas de trabajo, lo que multiplica el efecto original.
Esto es solo una teoría. Mientras tanto, como sugieren abrumadoramente los datos, la despenalización total hace que el trabajo sea menos peligroso. Los funcionarios públicos que quieran reducir la violencia contra las mujeres deberían aceptarlo.