El instrumento financiero que casi hace caer la economía mundial está siendo revisado para crear un nuevo mercado con un elevado objetivo: salvar el planeta.
Quienes presiden un grupo organizado por los países del G-20 han puesto en marcha una iniciativa para titulizar préstamos bancarios para infraestructura sostenible, ofreciendo una nueva manera de atraer fondos del sector privado para proyectos que apuntan a frenar el calentamiento global. Si eso funciona, dicen que podría canalizar billones de dólares a la causa al conectar los mercados de capitales con las inversiones verdes subyacentes.
“El G-20 no puede crear un mercado pero, al trabajar con el sector privado, podemos mostrar cómo puede desarrollarse un mecanismo para permitir que el inversor institucional tenga acceso a este mercado de inversión sostenible”, dijo Michael Sheren, copresidente del Grupo de Estudio de las Finanzas Sostenibles del G-20. “Al hacer esto, pueden aumentarse las inversiones sostenibles en ritmo y magnitud”.
Los títulos valores respaldados por activos (ABS por la sigla en inglés) son préstamos que tienen como garantía propiedades inmuebles, vehículos y tarjetas de crédito. En este caso, es deuda de los proyectos de infraestructura que ha sido empaquetada en un título que se vende a inversores bajo la forma de un bono. Los intereses que pagan los prestatarios habitualmente pasan como cupones a los tenedores de cada ABS.
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Esta clase de títulos intervino en desatar la crisis financiera de 2008. Los bancos titulizaban préstamos incobrables, en particular hipotecas estadounidenses, confiando en que la diversificación eliminaría el riesgo. Cuando algunos de los títulos perdieron su valor, el pánico que siguió sacudió a los mercados financieros de todo el mundo.
Una década después, Sheren y su equipo del G-20 esperan que pueda crearse este tipo de títulos con los préstamos para proyectos de sostenibilidad. El objetivo es generar un mercado que, según cree Sheren, podría ser ayudar de manera significativa a la transición a una economía de bajo carbono. Daría apoyo a las aspiraciones fijadas en el Acuerdo de París, el convenio de 2015 por el que casi 200 países se comprometieron por primera vez a limitar las emisiones de los combustibles fósiles en todas partes. Un informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU calculó que habría que invertir en energía verde US$2,4 billones todos los años hasta 2035, más de un 40 por ciento más que los US$1,8 billones invertidos en la industria el año pasado.
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Si se suman otras formas de infraestructura como el agua y el tratamiento de residuos, el cálculo de las sumas necesarias para que la economía se torne verde llega a US$100 billones.
“¿Quién tiene US$100 billones? Si hay que movilizar esa suma y a largo plazo, la mejor herramienta son los inversores institucionales”, dijo Vikram Widge, responsable mundial de finanzas y política del clima de The International Finance Corp. “No podemos hacer eso sin un fondo gigantesco de ahorros mundiales”.
Aquí es donde entra este nuevo mercado. Crearía un canal entre los prestamistas y los inversores institucionales, permitiendo que los agentes colocadores transfieran deuda de proyectos de infraestructura sostenibles a las aseguradoras y los fondos de pensiones.
FDS CP