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Medio Oriente

Los palestinos no pueden seguir viviendo así: Hussein Ibish

En un pequeño pueblo de Cisjordania no hace mucho tiempo, una adolescente abofeteó a un soldado fuertemente armado afuera de su casa. La sensación generalizada entre 7 millones de judíos fue que ella era una renegada violenta, una especie de aprendiz de terrorista. Pero casi 7 millones de palestinos consideraron que su actitud en la práctica, o al menos relativamente, no fue violenta. La consideraron plenamente justificada y, de hecho, heroica.

Conflicto en Palestina 05142018
Conflicto en Palestina | AFP

En un pequeño pueblo de Cisjordania no hace mucho tiempo, una adolescente abofeteó a un soldado fuertemente armado afuera de su casa. La sensación generalizada entre 7 millones de judíos fue que ella era una renegada violenta, una especie de aprendiz de terrorista. Pero casi 7 millones de palestinos consideraron que su actitud en la práctica, o al menos relativamente, no fue violenta. La consideraron plenamente justificada y, de hecho, heroica.

Este choque de percepciones completamente irreconciliables revela las realidades fundamentales entre Israel y los palestinos.

Esta semana, Israel liberó a Ahed Tamimi, una joven palestina de 17 años, tras cumplir una condena de ocho meses por "agredir" a un soldado israelí. Su primo de 15 años supuestamente recibió un disparo en la cabeza con una bala de goma de las fuerzas de ocupación israelíes durante una manifestación, después de lo cual hubo un enfrentamiento con los soldados afuera de su casa. Ahí es cuando le dio la bofetada al soldado.

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¿Por qué una adolescente abofetearía a un soldado? ¿Por qué sería idolatrada y vilipendiada internacionalmente por hacerlo? Porque su gente y la población judía de Israel no operan en terreno equitativo. Un lado tiene motivos para tratar de cambiarlo, pero muchos en el otro lado prefieren ignorar la desigualdad.

Si el siglo XX nos enseñó algo, es que las personas no pueden vivir por mucho tiempo en una condición en la que no tienen poder, voluntad y autodeterminación. Esta es la razón por la cual el proyecto colonial europeo colapsó por completo. Es por qué la segregación en el sur de Estados Unidos no pudo sobrevivir. Es por qué el apartheid en Sudáfrica simplemente fracasó.

En el territorio comprendido entre el río Jordán y el Mar Mediterráneo, conocido como Eretz Israel, Palestina histórica o Palestina mandatoria, dos pueblos viven en números iguales. Sin embargo, un grupo tiene todo el poder.

Un pequeño grupo de palestinos son ciudadanos israelíes, lo que corresponde a una minoría manejable de alrededor del 20 por ciento. Enfrentan un montón de discriminación oficial y no oficial, pero tienen muchos de los derechos básicos de los ciudadanos.

La abrumadora mayoría de los palestinos, sin embargo, no son ciudadanos de Israel o cualquier otro país. No tienen ningún poder de decisión en el gobierno que efectivamente los rige, ni ninguna influencia en las leyes, regulaciones, burocracia o tribunales que determinan su destino. No pueden viajar más de unas pocas millas en cualquier dirección sin el permiso de un ejército de ocupación hostil.

No tienen voto. No tienen pasaporte. Simplemente no tienen derechos significativos.

En un mundo de ciudadanos, los palestinos son el único gran grupo que queda de personas apátridas. Esto es particularmente sorprendente porque la mayoría de ellos no son refugiados y viven en sus propias ciudades y pueblos.

Jóvenes palestinos como Tamimi nunca han conocido otra realidad. Han crecido en un ambiente donde saben que otras personas controlan sus vidas por completo y que son totalmente impotentes. Sus padres no tienen verdadera autoridad.

Sus padres están permanentemente sujetos a todo tipo de humillaciones arbitrarias frente a ellos.

Algunos intentan racionalizar estas realidades. Culpan a los propios palestinos, los árabes u otros. Y aun así esta realidad fundamental de empoderamiento básico de los judíos frente a la falta total de poder para los palestinos sigue siendo la esencia de la realidad vivida. Esta es la base de la relación israelí-palestina. Que nadie puede negar.

Ningún pueblo sin poder hasta este nivel podrá alguna vez aceptar ese estado. Tampoco se debería esperar que lo haga.

Sin embargo, cada vez más, muchos judíos israelíes y estadounidenses están comenzando a suponer que los palestinos pueden y deben permanecer efectivamente impotentes por un futuro indefinido. No porque tengan alguna respuesta sustantiva a todo lo que he dicho sobre el trato inhumano de los palestinos. Sino simplemente porque lo ven como conveniente para Israel.

En términos prácticos, solo hay dos formas para que los Palestinos obtengan alguna autoridad estructural sobre sus vidas. Podrían tener un Estado independiente. O podrían convertirse en ciudadanos plenos e iguales de Israel o alguna otra entidad.

No hay una tercera vía hacia los derechos humanos básicos. Las alternativas a esas opciones es la formalización del aparthaid israelí. Esto es lo que muchos están promoviendo abiertamente en la actualidad.

The Wall Street Journal esta semana respondió a la liberación de Tamimi imprimiendo una especie de Piedra Rosetta de esta visión. En ella, Daniel J. Arbess, un inversionista estadounidense, le ofrece "consejo".

Desestimando esta brutal realidad como una "llamada ocupación", en la práctica les ofrece a ella y a otros jóvenes palestinos un trato: pueden disfrutar de cierta medida de integración "a la próspera economía y cultura de la innovación de Israel" con "autodeterminación" para "las comunidades locales" (lo que sea que eso signifique).

Aquí está la trampa: el "carácter judío del Estado" estará garantizado bajo "cualquier circunstancia demográfica". Así que incluso si los palestinos se convierten en mayoría, como probablemente lo harán pronto, todavía de alguna manera tendrán que vivir en un "Estado judío". Arbess aclara que una característica central de este acuerdo será mantener el "control judío de la inmigración y otras políticas de identidad nacional y seguridad". De nuevo, aparentemente bajo cualquier condición demográfica.

Arbess no oculta su demanda de supremacía judía perpetua y garantizada en toda la tierra, con o sin una mayoría judía. En efecto, los palestinos pueden obtener algunos beneficios económicos secundarios y migajas políticas localizadas si renuncian a cualquier esperanza de dignidad o autodeterminación.

Esto se parece mucho a la famosa, y descabellada, visión de "paz económica" del primer ministro Benjamin Netanyahu en que los palestinos reciben un "Estado menos". En efecto, por supuesto, significa que los palestinos aceptarán vivir como "humanos menos".

Hay señales inquietantes del enviado especial de EE.UU. a Oriente Medio, Jared Kushner, y el embajador de EE.UU. en Israel, David Friedman, de que la administración Trump comparte esa visión, y que cualquier "plan de paz" de la administración, en efecto, también lo incorporará.

Pero la "paz económica" es un absurdo porque este es un conflicto político, no una disputa sobre dinero. Incluso las disputas sobre tierra esconden lo que yace, muy obviamente, bajo la superficie: el poder.

No es bueno decir que los judíos deberían saber lo que significa vivir sin poder, y bajo los caprichos y el control de otro.

Los pueblos no funcionan así; el sufrimiento rara vez dignifica. Como siempre, los poderosos hacen lo que pueden, y los débiles sufren lo que deben.

Pero la misma dinámica de la psicología humana fundamental significa que los palestinos, solos entre todos los pueblos de la tierra, no estarán de acuerdo únicamente en vivir en una condición formalizada, fundamental, estructural de desempoderamiento radical.

¿Arbess, Netanyahu o los demás estarían de acuerdo con eso para ellos o sus familias? ¿Alguna vez soñarían con preguntárselo a los israelíes judíos? Hacer la pregunta es responderla, posiblemente con una bofetada.

Esta columna no necesariamente refleja la opinión de la junta editorial o de Bloomberg LP y sus dueños.