El fiscal especial Robert Mueller, ahora liberado de las limitaciones de su período de silencio preelectoral, debe decidir sobre los próximos pasos en su investigación sobre la intromisión rusa y el papel del presidente Donald Trump. Pero Mueller todavía se enfrenta a la posibilidad de una reorganización en el liderazgo del Departamento de Justicia. Trump ha dado varias señales de que podría reemplazar al fiscal general Jeff Sessions y el destino del hombre que supervisa la investigación de Mueller, el vicefiscal general Rod Rosenstein, tampoco está claro.
Con esa posibilidad, Mueller puede sentir una presión extra para finalizar su trabajo lo más rápido posible. Un reemplazo para Sessions o Rosenstein podría despedirlo o frenar la investigación que Trump denuncia regularmente como una "caza de brujas" alimentada por el sentimiento anti-Trump en el Departamento de Justicia y el FBI.
Mueller está llevando a cabo una amplia investigación que incluye la interferencia de Rusia en las elecciones de 2016, si alguien cercano a Trump se confabuló con los rusos y si el presidente intentó obstruir la justicia. La destitución del fiscal especial probablemente produciría protestas bipartidistas en el Congreso, y los demócratas abrirían investigaciones una vez que tomen el control de la Cámara en enero.
Se espera que Mueller presente pronto algunos hallazgos de la investigación sobre colusión y obstrucción de la justicia, según dos funcionarios estadounidenses con conocimiento del asunto que pidieron que no ser identificados al referirse a la investigación. Mueller ya se enfrentaba a una creciente presión de Trump y los legisladores republicanos para presentar más acusaciones o cerrar la operación.
A menos que los hallazgos deriven en nuevas acusaciones o citaciones que se hagan públicas, podrían permanecer secretas. Como supervisor de Mueller, Rosenstein o un nuevo fiscal general en funciones decidiría si hacer públicos sus hallazgos o si compartirlos con las comisiones del Congreso.
Es poco probable que Mueller diga algo. El exdirector del FBI no dijo una palabra públicamente desde que fue nombrado en mayo de 2017, dejando que sus acusaciones hablen por él. Mueller ha mantenido silencio incluso en ese frente en las últimas semanas bajo las directrices del Departamento de Justicia que indican que los fiscales deben evitar cualquier medida significativa en el periodo cercano a una elección que pueda ser vista como una influencia en el resultado. Aunque no hay indicios de que Rosenstein esté presionando a Mueller para que concluya la investigación, ha dejado claro que quiere que ésta se lleve a cabo lo más rápidamente posible.
Incluso un nuevo supervisor decidido a frenar el trabajo de Mueller podría llegar sólo hasta cierto punto para detener la cascada de movimientos investigativos que ya comenzó. Su equipo de fiscales tiene varios casos ampliamente desarrollados que están siendo litigados en las cortes de Estados Unidos, y remitieron algunos asuntos a otros componentes del Departamento de Justicia, como el fiscal de los Estados Unidos en Manhattan.
Mueller está en proceso de atar los cabos sueltos, según un funcionario. Hasta la fecha, consiguió acusaciones contra más de dos docenas de rusos por interferir en las elecciones de 2016, así como declaraciones de culpabilidad de los principales asesores de Trump en la campaña presidencial, incluyendo a su exjefe de campaña Paul Manafort y al exasesor de Seguridad Nacional Michael Flynn. Ambos están cooperando con Mueller.
Varios asuntos podrían mantener la investigación de Mueller hasta bien avanzado el 2019, tales como otro procesamiento significativo o nuevas líneas investigativas. Y debido a que la investigación ha estado avanzando fuera de la luz pública, es posible que se hayan producido otros acontecimientos importantes tras bastidores.