No se sienta mal por la tostada de aguacate de US$12. Si toma la de pan integral, acompañada de un poco fruta, puede considerar que ha prolongado su vida.
Cuando los gobiernos instan a los ciudadanos a mejorar su dieta, por lo general se centran en limitar la ingesta de alimentos poco saludables, como la carne procesada, el azúcar y las grasas trans. Suelen poner menos énfasis en alentar a las personas a comer más alimentos nutritivos, como cereales integrales, frutas y verduras. Puede que los alimentos no saludables no sean el mejor enfoque, dice un nuevo estudio.
Según una investigación publicada el miércoles en The Lancet, una mala dieta mata a más personas en todo el mundo que el tabaco, y concluyó que una mejor dieta podría prevenir una de cada cinco muertes en todo el mundo.
Una dieta deficiente causó la muerte de 11 millones de personas, ya sea por el consumo excesivo de alimentos malos o la ingesta inadecuada de alimentos buenos, según el estudio. Concretamente, tres factores principales en la dieta (bajo consumo de granos integrales, bajo consumo de frutas y alta ingesta de sodio) representaron más de la mitad de todas las muertes relacionadas con la dieta.
Si bien el alto consumo de carne roja, carne procesada, grasas trans y bebidas endulzadas con azúcar contribuyó a las muertes globales, "estos factores se clasificaron en las últimas posiciones en riesgos dietéticos ... para la mayoría de los países de alta población", según el informe. Las políticas que fomentan una alimentación saludable, por lo tanto, pueden tener mayores impactos que las dirigidas a los alimentos poco saludables.
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"Debe haber una transformación en el sistema alimentario", dijo Dr. Ashkan Afshin, autor principal del estudio y profesor asistente en el Instituto de Mediciones y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington. Afshin aboga por una producción de alimentos mayor y mejor: más frutas, verduras, frutos secos y granos que no hayan sido despojados de su contenido nutritivo. La sostenibilidad ambiental también debe considerarse al mejorar los sistemas agrícolas, señala el informe, incluidos el impacto en el cambio climático, la biodiversidad, el uso de la tierra y el agua.
Los investigadores midieron 15 factores de riesgo dietéticos relacionados con la ingesta de alimentos y nutrientes específicos entre adultos de 25 años o más en 195 países, utilizando datos de fuentes que incluyen encuestas nacionales o subnacionales de nutrición, datos de ventas, datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación y la Base de Datos Global de Nutrientes. Los investigadores eligieron los factores de riesgo según la disponibilidad de los datos y su relación con la política o carga por enfermedad.
El estudio observó varias limitaciones, incluido el hecho de que algunos países tenían datos insuficientes sobre los elementos evaluados, como el sodio, y que su dependencia de otros estudios significa que los resultados incorporan necesariamente estas limitaciones.
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En Estados Unidos, la política alimentaria tiene un enfoque fragmentado, principalmente relacionado con la eliminación de ingredientes potencialmente dañinos. A nivel federal, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos anunció en 2015 que la industria alimentaria tenía tres años para eliminar todos los aceites parcialmente hidrogenados, la principal fuente de grasas trans. (No todas las empresas cumplieron el plazo).
A nivel local, unas cuantas ciudades han comenzado a cobrar impuestos por las bebidas azucaradas, con resultados mixtos. Michelle Obama logró cambiar los requisitos nutricionales para los almuerzos escolares cuando su esposo, Barack Obama, era presidente, impulsando políticas que requerían más frutas, verduras y granos integrales, y estableciendo límites en calorías, sodio y grasas trans.
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos, durante la gestión del presidente Donald Trump, anunció el año pasado que revertiría muchas de esas normas.
El miércoles, la Administración de Trump fue demandada ante la corte federal de Manhattan por unos seis estados sobre su plan para permitir más sal y menos cereales en los colegios. La demanda, liderada por la fiscal general de Nueva York, Letitia James, afirma que el Departamento de Agricultura implementó una versión final de las directrices nacionales para desayunos y almuerzos en las escuelas sin dar a los estados la oportunidad de participar, como exige el Congreso.