¿El Reino Unido podría hallarse ante otra elección general? Las especulaciones volvieron a estallar luego de que The Sunday Times informara que colaboradores de la primera ministra Theresa May habían analizado la posibilidad de una votación en noviembre en la que May buscaría apoyo público a una posición más dura en relación con el brexit.
La oficina de May ha calificado la versión de “categóricamente falsa”, y el secretario del Brexit, Dominic Raab, dijo a la BBC que era “una tontería”.
Desmentida aparte, hay varios otros problemas, entre ellos uno básico: May no tiene la facultad de convocar a una elección, sino que necesita el acuerdo del parlamento.
En el marco de la ley, hay dos formas de que eso pueda suceder. Una es la que utilizó en 2016 al pedir a los legisladores que aprobaran una elección anticipada, votación que exige el respaldo de los dos tercios de los legisladores. El Partido Laborista opositor sin duda lo proporcionaría, pero no sus conservadores, en especial si pensaran que la primera ministra intenta eludirlos.
La otra vía es que la primera ministra pierda un voto de confianza. May no tiene mayoría y trata de hacer algo sobre lo cual su partido está profundamente dividido, de modo que esa es la vía que ven muchos de los que piensan que podría haber una elección.
Pero en la elección del año pasado May había preparado una tercera vía: un proyecto breve que establecía la fecha de la elección y que sólo necesitaba mayoría simple. Philip Cowley y Dennis Kavanagh incorporaron el texto del proyecto de ley, que tenía menos de 100 palabras, en “The British General Election of 2017” (La elección general británica de 2017), que se publicó este mes.
Los colaboradores de May han reflotado la idea de una elección, en buena medida como amenaza a los legisladores conservadores rebeldes: si los planes de May fueran derrotados, el gobierno caería y a ello le seguiría una elección.
Eso apunta al siguiente problema de la idea de que May convoque al país: nadie sabe con certeza si la primera ministra ganaría. La campaña de 2017 reveló sus falencias y las fortalezas del líder del Partido Laborista opositor, Jeremy Corbyn. Quienes rodean a Corbyn son partidarios de una elección y están seguros de que eso los llevaría al gobierno. De hecho, hablar de una elección podría resultar contraproducente. Pocos conservadores quieren que May los lleve nuevamente a una votación, y si piensan que la primera ministra tiene el firme propósito de hacerlo podrían moverse con rapidez para reemplazarla.
Eso deja abierta la vía más probable: un voto de confianza luego de que May adopte una estrategia que uno de los sectores de su partido decida que es tan inaceptable que tiene que provocar la caída del gobierno para impedirla. “Podría haber otra elección”, dijo Cowley, profesor de política de la Universidad Queen Mary de Londres. “Pero si la hay, es más probable que se deba a que los planes de May se han frustrado que a que ella decida convocarla”.
