Julián Weich participó de una conferencia de prensa organizada por los estudiantes de periodismo de la Escuela de Comunicación del Grupo Perfil, donde habló sobre el estado de la televisión argentina. “Para mí la televisión es mostrar lo mejor y no lo peor de cada uno. Pero en televisión a muchos les encanta mostrar lo peor porque genera morbo y rating”.
El embajador de Unicef se refirió a los reality shows a partir de la nueva edición de Gran Hermano. “Expedición Robinson fue el primer reality y los participantes no buscaban fama, era vivir una experiencia, supervivencia, una competencia social”, señaló Weich en Ciclo de Entrevistas cargo de Rodrigo Lloret, director de Perfil Educación.
—¿Cuál es su opinión sobre la televisión argentina?
—Creo que la televisión se fue devaluando, pero por una devaluación social. En el 2000 íbamos a Francia y Panamá a hacer "Expedición Robinson", "Fort Boyard" y hasta "Sorpresa y media" que se hacía acá y eran programas costosísimo, hoy no se podrían hacer porque no da el mercado, porque no se recupera nunca la inversión y eso se ve reflejado en la televisión, ahora hay pocos programas o pocos canales que realmente hacen alguna inversión importante.
—Gran hermano es el programa más visto de la televisión argentina. ¿Cómo ve esa idea de experimento social donde un grupo de personas son encerradas en una casa?
—Imagínate, habiendo hecho Expedición Robinson que está en las antípodas de de Gran Hermano, por que Expedición Robinson era un programa donde nadie buscaba ser famoso y todos buscaban vivir una experiencia, porque realmente era estar abandonado entre comillas en una isla, competir por la comida, por la supervivencia, o sea era la competencia social. En cambio Gran Hermano es un semillero para gente que quiere ser famosa, por qué no creo que sea algo que alguien quiera vivir ese tipo de experiencia como algo nutritivo para el alma.
—¿Cómo piensa que va a sobrevivir la televisión?
—No lo sé porque la televisión tampoco lo sabe y nunca hizo nada para sobrevivir, ninguna campaña para que la gente vea más televisión y es algo que yo le reclamo a los canales, sólo que nadie escucha. Nadie está haciendo campaña para que la gente elija la televisión, creen que competir es solamente poner programas o hacer más rating, pero para que se consuma un producto hay campañas. Fort Boyard en el 2001 se hacía en Francia en un castillo, era un programa de entretenimientos y varios países grababan allí. Israel estaba haciendo campaña gráfica para que la gente vea televisión en esas épocas.
—¿Cuál es la situación de los programas de ficción?
Somos actores, queremos actuar. Hoy en la televisión no hay ficción directamente, hay novela turca, brasileña y hay un poco de trabajo a través de las plataformas, pero antes ibas a un canal y veías a los actores entrar, salir y cambiarse, ahora vas a los canales y no hay actores. Los actores invitados a mi programa hablan de lo que hicieron pero no de lo que van a hacer y si van a hacer algo, es en plataformas o películas, si hay mucho teatro y autogestión de teatro donde muchos actores dijeron voy a hacer mi propia obra, mi propio monólogo, o mi propia producción y salieron a hacer su obra de teatro así como salieron a hacerlo por zoom en la época de pandemia. Vengo de filmar una película en Arteaga que queda a 100 km de Rosario, de bajo presupuesto, pero es una película que va a competir a un festival, y no se ve eso pero existe. En Netflix o cualquier plataforma se ve cine argentino, pero no ves cómo y cuando se hizo y de pronto aparece el estreno, esa es la gran diferencia con la televisión, veías las novelas, cómo se hacían y a los actores en los canales, hoy no se ve.
—Usted dice que no hay ficción en la televisión. ¿Cree que la gente no mira porque son todos programas políticos?
—Hay dos discursos, uno es: “hacemos la televisión que la gente quiere ver”, y odio ese discurso, el productor dice eso y lo mataría, es como que si pongo una película porno porque va a hacer rating, pero no es lo que la gente quiere ver, la gente ve lo que yo le estoy dando, hoy muchos que en televisión muestran solo lo peor porque eso genera morbo y rating. La televisión argentina tiene una particularidad y es que la gente la prende y mira aunque no le guste lo que hay, o sea mira solo para criticar, o para que esté en el fondo. Hay que dar a la gente la mejor televisión posible como sea, con poca plata o con mucha plata hoy se podrían hacer ficciones de dos personajes, un decorado sinfín y un buen guion y hay una ficción, pero nadie tiene esa voluntad y esas ganas de hacerlo.
—¿Qué representa Adrián Suar para usted?
—Suar es un amigo de la infancia del cual no soy amigo de todos los días pero hablo con él, inventó Polka, y esto lo hablé alguna vez con él, los que trabajamos como actores desde los 19 años tenemos el síndrome del actor y es que te quedás sin trabajo siempre. Empiezas algo, termina y no sabes cuándo volvés a la televisión y no sabes por cuánto haces un bolo, cuando hice Clave de Sol me llamaron para hacer diez capítulos nada más y estuve dos años. Fue mérito mío porque lo hice bien pero yo pensé que eran diez capítulos, de hecho reemplacé a Suar. Me permitió aprender mucho en televisión y Adrián es un símbolo de la ficción porque hace televisión, hace cine, hace teatro, da trabajo a actores, no hace películas para estar solo, o comedia para estar solo, hace comedia donde él actúa y también muchas comedias o series donde él no actúa. Es un gran generador de trabajo, de producción.
—¿Cree que se perdió el respeto de lo que se dice frente a cámaras?
—Si, creo que sí es la famosa frase “lo que la gente quiere ver” y no es así. Si yo escribo un libro lo tengo que escribir sin errores de ortografía, pero uno podría decir si la gente no sabe y lee cualquier cosa, entonces yo lo escribo sin coma, acento, es lo mismo. Mi responsabilidad como escritor de un libro es escribirlo bien, no tengo que ser cómplice de que la gente no sepa distinguir que está bien escrito, que está mal, porque con ese criterio yo salgo en la televisión y digo es lo mismo. No es así, tengo que dar mi mejor versión, es como presentar a tus hijos, y decir de ellos: “este roba pasacasete, este cinco años preso, este pinta como un lindo asesino”, lo que uno dice es “genio en matemática, este juega al fútbol” presentás lo mejor. No me gusta decir malas palabras al aire, menos con mala intención, pero la mala palabra para mi es mala palabra. Decir pelotudo en televisión es mala palabra, no importa que tengas o no intención, es una mala palabra o al menos está catalogada como una mala palabra y salen te dicen: “no, mala palabra es el hambre, la injusticia”, bueno, sí, pero que yo puedo manejar la mala palabra. A la injusticia todo eso, no lo puedo manejar.
—¿Qué fue particularmente lo que incentivó a realizar trabajos sociales?
—Me crie en un hogar común donde existía mucho la palabra gauchada, mi mamá venía de Entre Ríos, mi papá era hijo de inmigrantes polacos y existía la gauchada, el “llámalo que está enfermo”, “alcánzale lo que necesita”, había muchas gauchadas, y la gauchada es algo que no se usa más, ni la palabra ni tampoco el sentido. La gauchada no tiene retorno, es empujar el auto para que arranque y se fue, pero hoy estamos muy acostumbrados a decir yo te ayudo pero me debes una y cuando yo necesite te voy a pedir y más vale que me devuelvas el favor y es una manera perversa de ver la solidaridad. Porque no estás obligado devolverme nada, obviamente te voy a pedir a vos si yo alguna vez te ayudé para que me devuelvas un favor, pero si no podés está todo bien, no podés, o no querés, no estás obligado a devolverme esa gauchada por ahí uno cree que moralmente debería devolverme la gauchada, pero no tiene por qué ser así. Y como me crié en un lugar en ese sentido muy gaucho, a mí se me potenció cuando empecé a hacer el "Agujerito sin fin", que era mi primer programa de conducción, donde siempre digo que la conducción es letra propia, las ficciones letra del autor y yo me daba cuenta que hablaba a cámara y la gente me daba bolilla.
—¿Qué opina de los influencers?
—Me encanta lo que hacen los influencers cuando se ponen a ayudar, entiendo que lo hacen en serio, que lo hacen de verdad, me parece que suman. “Un sol para los chicos” es una cosa, un influencer es otra, una campaña que haga un diario eso otra, una campaña que haga alguna radio es otra. No existe "una" campaña, son "las campañas". En nuestro país hay 150.000 ONG y todas hacen falta por eso están, sí una ONG no tiene trabajo cierra, nuestro país es inmenso entonces las distancias hace que haya una cada 10 cuadras, porque las necesidad es grande y porque cada una cree que es mejor que la de al lado. Por eso cada vez se abren más ONG y yo cada día me encargo de que se cierren, no porque las cierre yo, pero imagínese la cantidad de gente que me pregunta o me dice, quiero abrir una ONG y les digo andá a ayudar a una que ya exista. No hace falta más, hace falta que las que están subsistan bien.
—¿Qué significa ser embajador de UNICEF?
—Significa representar a una entidad que no tiene cara, porque es una oficina que depende de la ONU y necesita de los embajadores para comunicar lo que hace porque necesita el impacto de la comunicación, es como una marca. La mayonesa, el jabón en polvo, así como nos contratan para hacer esas publicidades, UNICEF no nos contrata porque lo hacemos gratis, difundimos los proyectos, trabajamos para UNICEF, colaboramos con UNICEF. Yo me la paso haciendo eventos, grabando off, yendo a ver proyectos a las provincias, voy a Uruguay a conducir el programa de allá, voy a Bolivia a ver cómo trabajan y ese es mi trabajo, difundir lo que hace UNICEF, pero porque son necesidades que tienen UNICEF de que la gente vea lo que hace, que crea en lo que se hace, que convoque a la gente que done porque vive de las donaciones, entonces es una necesidad mutua.
—¿Cómo describe la situación social de Argentina?
—Hace 30 años que soy embajador de UNICEF en Argentina y no es que siempre fue mala, es cada vez peor, cuando yo empecé a trabajar UNICEF tiene una frase que aprendí: “la mitad de los pobres son chicos", hoy es más. No lo digo yo lo dicen las estadísticas, pero eso no quita que siga el trabajo solidario, mientras haya una persona que necesite, siempre va a existir una fundación o una persona, porque para una persona no hace falta una fundación, pero siempre habrá alguien ayudando, y es la realidad con la que tenemos que convivir.
—¿Se nace gracioso o es algo que se aprende?
—No, se nace y se puede aprender a usarlo cuándo corresponde, dónde corresponde, cómo corresponde. Yo estudié actuación, clown, mimo y eso ayuda a que tu humor se encauce, pero no te va a dar humor. Te puede dar un poco más de humor porque hay técnicas para hacer reír que no tienen que ver con uno, sino que son técnicas. Te doy un ejemplo muy fácil, la repetición, como los nenes que vuelven a hacer veinte veces lo mismo, termina causando gracia y eso es una técnica. No pasa por algo que uno trae, por algún talento, obviamente si le sumás la técnica al talento, mucho mejor, pero me parece que hay una gran parte del humor que se trae que se mama, sobre todo en la casa familiar en algún lado uno lo tiene.
—¿Está bueno ser famoso según su experiencia?
—Tiene un problema la fama y es que no la podés apagar, no es que vos decidís ahora soy famoso, ahora no soy famoso por momentos es buenísimo y por momentos no. Pero no la podés manejar, no puedes decidir a partir de ahora no me reconozcan, a partir de ahora me reconocen, entonces jugás todo el tiempo con la posibilidad de que te convenga y que no te convenga. Así como a veces vas a un restaurante y no te cobran, a veces vas a comprar un caramelo y te sale en dólares porque te reconocen, y dicen “a este lo sacudo”. Nunca sabés con qué te vas a encontrar, pero si me das a elegir yo cambio la palabra ser famoso con ser querido, yo si hay algo que tengo, que he aprendido por el tiempo que llevo en el medio es que yo elegí ser actor para ser querido, no para ser famoso. Al principio elegí ser actor para ser buen actor. Yo quería ser buen actor, no me interesaba la fama, quería mostrar que podía hacer algo muy bien. Después con la terapia y con el tiempo me di cuenta que yo lo que buscaba era ser querido o aceptado, reconocido. Me encanta que me reconozcan más por mi trabajo social que por los programas. Los programas están buenísimos y con mucho amor, me encantan y seguiré haciéndolo pero a mí me satisface más que me digan, "gracias por tu trabajo con UNICEF" a que me digas: "me encantó Clave de sol", Pelito o cualquier programa.
—Con respecto a la fama. ¿Le tocó transitar algún momento extremo de ansiedad o depresión?
—Si pero no por la fama, por cuestiones personales. Yo seguí trabajando y en mi casa a veces me quería pegar un corchazo pero por una cuestión madurativa, evolutiva me pasó hace miles de años. Fui al psiquiatra, psicólogo, me medicaron, o sea, hice todo el camino que puede hacer cualquier persona con problemas, con la diferencia que yo tenía que salir a trabajar y no se tenía que notar porque no puedo salir al aire a decir estoy deprimido, porque no, no era parte del programa, pero al aire siempre me comporté haciendo mi trabajo lo mejor posible.
—¿Usted tiene una marca?
—Conciencia es mi marca y yo dono el 50% de los dividendos recibidos a cuatro ONG: Ruta 40, a Techo a Huésped ya la cooperadora del Hospital de Niños. Hace 10 años que la tengo y todos los 5 de diciembre hacemos la donación, tengo arroz, agua, tomate, arvejas, cepillo de dientes, pintura, termos, bicicleta eléctrica. Todo lo que es marca Conciencia es una empresa, no es una ONG y tiene que ver con la nueva manera de que el mundo, para mí va para ese lado, donde todo el mundo tiene que colaborar, hacer algo. Todas las empresas que tienen la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), porque se dan cuenta que algo hay que hacer con la sociedad, además de vender diarios y revistas y yo que hacer rating en televisión, hay un plus que la gente está necesitando que es el compromiso social bueno, a través de mi marca.
—¿Qué significa ser empresario en Argentina?
—Un desafío, pero esta es una empresa distinta, primero porque no doy empleo, no genero empleo, y por esa misma razón puedo donar. Si yo tuviera 20 empleados, una oficina, secretaria, 10 camionetas y pagara la publicidad en los medios, no donaría, me fundiría, puedo donar la mitad de las ganancias porque no pagó la publicidad en el programa. Hablo de mi marca y no pago publicidad en la radio, en los programas a donde voy y eso hace que yo pueda donar. ¿Y qué significa ser empresario? No es una pregunta que a mí me pegue de cerca, porque no me considero empresario a pesar de que esto es una empresa y paga impuestos. Es una sociedad anónima, o sea, no tiene ningún misterio, pero la verdad que yo no puedo decir que genero trabajo, ni que tengo que pagar sueldos a fin de mes y no sé cómo hacer los aguinaldos. Se pagan dos sueldos pero no es un problema y es un concepto distinto de empresa. Es más un medio de comunicación porque el agua es agua, el tomate es tomate, las arvejas son arvejas, no hay ningún misterio, pero lo que tiene es el concepto de pensar que vos cuando vas a una góndola de las 10 agua que hay elegís la que ayuda, ya sea como la mía u otra que ayude en otra cosa. Lo mismo pasa con la pasta, con el arroz, con todo. De hecho tengo un cepillo de dientes hecho con tapitas, que es el único en el mundo hecho con tapitas y nadie dice nada, para mí es una revolución y sin embargo están pensando en traer el de bambú de la India. Pero bueno, son las cosas que pasan hoy en este mundo que debería ser cada vez más sustentable y qué no lo es o lo está siendo, pero lento.
—¿Qué título le pondrías a tu vida?
—Cada día más útil y menos importante.
—Agradecemos tu participación en este ciclo de entrevistas y te damos la posibilidad de cerrar con un comentario final que quieras hacer.
—Hablando de sustentabilidad creo que tenemos que buscar en la vida ser lo más sustentables posible. ¿Qué significa ser sustentable para el ser humano? No gastar más de lo que tenemos, no dar más de lo que podemos, mantener un equilibrio natural. Si se encuentra en su presente, en su eje, va encontrar un equilibrio natural que no tiene nada que ver con lo que uno tiene, sino que va a tener más que ver con lo que uno es. Y con lo que somos alcanza para vivir, pero creemos que necesitamos para vivir lo que no tenemos, y lo que necesitamos para vivir es lo que somos, con eso podemos ser felices.
Por Guillermina Rizzo, Jorge Gutierrez Jimenez, Alejandro Ninin
Estudiantes de Periodismo de Perfil Educación
Escuela de Comunicación