CIENCIA
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Angustia, temor y ansiedad: cómo afecta la crisis a los chicos

Especialistas analizan el malestar psicológico que provoca la situación política y económica en los niños. Cómo dialogar y llevar tranquilidad.

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Discusiones. La situación económica es tema de debate dentro y fuera del hogar. Los chicos sienten la angustia de los adultos. | shutterstock

“Argentina no tiene futuro”, “este país va de mal en peor”, “así no se puede vivir”, son  frases cotidianas de los adultos que llegan a oídos de los más chicos. La plata que no alcanza, la crispación política y social, la incertidumbre con respecto al futuro, la dificultad para hacer proyectos, ¿cómo incide en los niños?, ¿cómo les afecta la actual crisis? Para los especialistas consultados por PERFIL, los chicos –aunque se intente preservarlos– están involucrados y sufren la actual situación económica y social. Angustia, ansiedad y temor son los síntomas más frecuentes.

“Aunque las familias quieran poner un filtro es muy difícil porque está en la escuela, en el bombardeo televisivo y en lo que ellos viven a diario”, le dijo a PERFIL Beatriz Janin, psicóloga (UBA), psicoanalista y presidenta del Forum Infancias. “Los chicos sufren las situaciones sociales permanentemente, si los padres están desocupados o no tienen para comprar las cosas más básicas, pero no solo por la falta de dinero sino porque sienten la angustia de los padres. Además, los niños viven la crisis ya no solo a través de los adultos sino, por ejemplo este último tiempo, cuando ven gente durmiendo en la calle. Los chicos se identifican con los que sufren, a veces mucho más que los adultos. Cuando van por la calle caminando y ven chicos pidiendo se angustian”, sostuvo la especialista.

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La crisis también se mete en la consulta de médicos y psicólogos. “Los chicos preguntan todo el tiempo si sus padres se van a quedar sin trabajo, estas situaciones se hacen muy complejas y esto después puede aparecer en los chicos como desatención en la escuela, como que se mueven mucho o como que exigen, demandan mucho la atención de los adultos. Lo que sienten es que los adultos están perdidos y no los tienen en la cabeza”, explicó Janin.

Para Felisa Lambersky de Widder, médica pediatra, psicoanalista y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), la crisis a los chicos les afecta tanto como a los adultos: “Una crisis siempre implica un momento particular en la vida de un individuo que conlleva mucha desorganización de sus estructuras psíquicas. A veces están los recursos para superarlo y a veces no”.

“Los adultos han declarado problemas para dormir, angustia, temores que repercuten si ellos han vivido anteriormente otras situaciones atemorizantes. Los chicos también pueden presentar síntomas: trastornos del sueño y trastornos de ansiedad. Los chicos pueden tener miedo de ir al colegio, de salir a la calle, porque se reactivan miedos fantasiados”, sostuvo la experta.

Comunicación. ¿Cómo hablar con los chicos de la crisis sin causarles angustia o temor? Según el psicólogo especialista en vínculos Sebastián Girona, “en un momento de tanta incertidumbre se debe tratar de minimizar el impacto que se produzca en los niños pero también de alguna forma contarles qué está pasando, que los padres están preocupados y que hay algo que sucede más allá de nuestras casas, que afecta a más gente que a nosotros, pero sin llegar a ser tremendistas ni hablar con ellos al mismo nivel que hablaríamos entre adultos”.

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“Si nosotros, los adultos, no les contamos que estamos preocupados, los niños imaginan y en su cabeza no se plantean si la preocupación, la angustia o el enojo de los padres es por la situación crítica del país o por algo que ellos hicieron mal. La falta de información genera conflicto, genera dudas, genera la fantasía de los chicos”, manifestó Girona.

Para Lambersky de Widder, dialogar es lo más importante. “Hay que hablar y tratar de contestar todas las preguntas, con las limitaciones de acuerdo a la edad. Es importante llevar tranquilidad. Se puede decir: ‘Sí, estamos preocupados pero vamos a tratar de ver cómo nos podemos arreglar’. Ante una situación de carencia, de imposibilidad de comprar ciertas cosas, explicar que son momentos particulares, que se pueden superar y que a veces uno tiene frustraciones. Si los padres pueden enfrentar su propia frustración –que es lo mejor que puede pasar– van a poder ayudar a sus hijos a resolverlo, a que los chicos lo puedan procesar”.

Janin llama a recuperar el rol del adulto como protector. “Creo que una cuestión fundamental es pensar cómo acompañarlos, cómo explicarles las cosas que pasan en términos accesibles para ellos y como padres poder ubicarse –aun en situaciones difíciles– como protectores. Que los chicos sientan que puede estar protegidos, acompañados. Que los papas están preocupados por las cosas del mundo pero que los siguen teniendo en su cabeza. En cierta forma, a pesar del desconcierto, que van a poder sostenerlos y ayudarlos. Hay que recuperar la infancia como tiempo de juegos y cuentos, algo que hace rato  venimos perdiendo”, concluyó.

El grupo más golpeado por la pobreza

Los últimos datos analizados por Unicef muestran que un 42% de los niños, niñas y adolescentes viven bajo la línea de pobreza (5,5 millones de chicos y chicas) y un 8,6% vive en hogares que no alcanzan a cubrir la canasta básica de alimentos. Por su parte, el 48% de los niños, niñas y adolescentes sufren al menos una privación en sus derechos básicos y fundamentales. Pero, ¿cómo afectan estos datos a sus protagonistas? Para responder a esta pregunta, en octubre de 2018 Unicef realizó un relevamiento cualitativo en cuatro barrios o asentamientos de centros urbanos  de distintas provincias del país. El informe “Efectos de la situación económica en las niñas, niños y adolescentes en Argentina” revela el impacto de la coyuntura actual en nutrición, salud, educación, condiciones de la vivienda, bienestar económico, protección social y dinámicas familiares. “En el trabajo de campo se observó que en las familias en situación de vulnerabilidad son recurrentes los padecimientos crónicos”, señala el informe. Las afecciones más mencionadas fueron las enfermedades transmitidas por los alimentos (ETA), sobre todo gastroenteritis y diarreas, posiblemente asociadas a las prácticas de búsqueda y recolección de desperdicios en basurales. “Respecto de la salud mental, se identificó el aumento del malestar psicológico expresado en problemas de conducta, manifestaciones de ansiedad y déficit de atención en niños y niñas. Mientras que en los y las adolescentes se observó un mayor estrés y alteraciones del estado de ánimo”.

Consejos

Dialogar con los chicos sobre la actual crisis en términos accesibles y adecuados a la edad.

No ser tremendistas, ni hablar con ellos al mismo nivel que un adulto. Llevar tranquilidad.

Incorporar al discurso la dimensión de futuro. Decir, por ejemplo: “Está pasando todo esto, pero de alguna manera se va a solucionar y vamos a salir adelante”.

Es importante que los chicos sientan que están protegidos y acompañados. Que los adultos los siguen teniendo en la cabeza.

Ante una situación de carencia, de imposibilidad de comprar ciertas cosas, explicar que son momentos particulares, que se pueden superar y que a veces uno en la vida tiene frustraciones.