Un investigador superior que antes de iniciar un viaje de campaña les pregunta a las mujeres de su equipo “si ya empacaron sus bombachitas”. Otro jefe de laboratorio pide favores sexuales a cambio de autorizar la participación en un congreso. El director de tesis que aconseja a sus becarias: “Chicas, no se embaracen hasta que terminen la tesis”.
Estas historias se repiten en los pasillos de centros de investigación e institutos del Conicet. Pero en este último tiempo y gracias al empoderamiento de las mujeres, muchas de estas situaciones de acoso laboral y violencia de género en el ámbito científico y tecnológico han logrado visibilizarse y llegar a una denuncia formal. De esta forma, se logró romper un cerco de silencio que por años rodeó a una institución machista y jerárquica como el Conicet.
Desde 2017, con la puesta en marcha en ese organismo del “Protocolo de actuación para la prevención, difusión y capacitación en situaciones de violencia en ambientes de trabajo” y la creación de la Comisión Interdisciplinaria del Observatorio de Violencia Laboral, se triplicaron las denuncias formales por violencia laboral y de género ingresadas a la Comisión de Igualdad de Oportunidades y Tratos (CIOT).
En 2017 hubo seis denuncias, en 2018 20 (dos terminaron con la apertura de sumarios administrativos) y en lo que va de este año ya suman 18, aunque desde la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE-Conicet) denuncian que existe un subregistro (ver recuadro).
“Desde el primer ‘Ni una menos’ para acá y con el Protocolo han crecido las consultas y denuncias. Si antes estas situaciones estaban muy naturalizadas, incluso para quienes las padecían, con esta discursividad pública en torno a las violencias sexistas, con estas temáticas en agenda, quienes las padecían las han podido advertir y se están animando a hacer consultas y denuncias que antes no podían hacer”, le explicó a PERFIL Florencia Rovetto, investigadora del Conicet e integrante de la Comisión Interdisciplinaria del Observatorio.
Además, también crecieron las consultas por violencia laboral y de género. Desde 2014 hasta la actualidad el CIOT recibió 500 consultas vía correo electrónico y 200 telefónicas. En tanto, la Oficina de Atención al Becario (OABE), que funciona dentro de la Gerencia de Asuntos Legales del Conicet, recibe mensualmente aproximadamente 15 llamados telefónicos, cincuenta correos electrónicos e interviene en tres expedientes (casos de alta complejidad).
El 90% de las denuncias son realizadas por mujeres. “En general tiene que ver con acoso en el ámbito de trabajo, violencia institucional, el uso despótico o autoritario del lugar de poder que ejercen muchos directores y con eso también mecanismos extorsivos: firman una nota o permiso para irte a un congreso a cambio de favores sexuales o prebendas. Hay situaciones graves denunciadas y otras que no ameritan un sumario pero que a la larga por ser sistemáticas y continuadas en el tiempo terminan siendo graves”, sostuvo Rovetto, docente de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
"Mi director de tesis estaba encima mío todo el tiempo"
Talleres. Muchas veces ante situaciones de violencia se solicita un traslado, pero quienes deben cambiar de lugar de trabajo son las víctimas. Es más difícil mover a las personas que tiene poder, y eso hace a las lógicas jerárquicas del funcionamiento de la institución. Otras situaciones de hostigamiento o acoso menor no llegan a una denuncia formal. “A veces no es necesaria una sanción, a veces es una persona que hace chistes misóginos en el laboratorio o se dirige de forma distinta a varones y mujeres, y lo mejor es hacer un taller de despatriarcalización y sensibilización en el instituto”, aseguró Rovetto.
Desde la COIT y el Observatorio vienen realizando talleres para prevenir, sensibilizar y concientizar sobre la violencia de género en el ámbito de trabajo: uno de los últimos se hizo a pedido de la Comisión de Becarios del Museo Argentino de Ciencias Naturales, ante reiteradas situaciones de arbitrariedad y autoritarismo, según pudo saber PERFIL. Además, durante los talleres se explican las herramientas disponibles para que los trabajadores del Conicet puedan consultar, recibir asesoramiento y eventualmente denunciar situaciones de violencia.
“Una de las primeras líneas que comenzamos a trabajar con el Observatorio fue afinar los instrumentos con los que contamos para registrar los casos, cómo se desarrolla una escucha empática para poder incluso nominar el tipo de violencia de que se trata. Las situaciones de violencia que se perciben en el ámbito de trabajo son parte de una matriz cultural, de una lógica de funcionamiento patriarcal en la cual estamos todos inmersos”, sostuvo Rovetto.
El directorio del Conicet acaba de aprobar un “Manual de procedimiento para la creación de espacios de atención de violencia laboral y de género”. Y se está avanzando en crear espacios de atención en los CCT de Córdoba, Rosario, Nordeste y Cenpat. “Con todas las dificultades que tiene Conicet, está poniendo sobre la mesa el problema de los vínculos y las violencias sexistas en su interior como una prioridad”.
“Existe un subregistro de casos”
Desde la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE-Conicet) aseguran que existe un subregistro de las denuncias por violencia laboral y de género. “Muchas no pasan por la CIOT. La cifras oficiales son muchas más bajas que las que nosotros trabajamos”, sostuvo Flavio Sives, secretario general de la junta interna de ATE Conicet La Plata y miembro de la coordinación nacional de ATE Conicet.
“Somos críticos con el protocolo porque actualmente hay tres tipos de mecanismos complementarios y parcialmente contradictorios para denunciar, mientras que debería haber un solo canal que reúna todo y que tenga una mirada integral”, agregó Sives.
Desde ATE Conicet vienen interviniendo en denuncias por acoso laboral y maltrato. Las dos últimas se dieron en el Centro Regional de Investigaciones Científicas y Transferencia Tecnológica de La Rioja y en el Instituto de Investigaciones para el Descubrimiento de Fármacos de Rosario. “El que ejerce la violencia casi siempre es una persona con poder, un investigador con renombre y muchas veces el Conicet lo encubre”, destacó.
Segregación laboral
En el ámbito científico y tecnológico las violencias se viven de manera cotidiana y parecen reforzar los procesos de segregación horizontal y vertical. Lo primero se refiere a la escasa presencia de mujeres en disciplinas como las ingenierías, matemática, física e informática. En tanto, la segregación vertical se manifiesta en la escasa presencia de mujeres en los puestos directivos. Se expresa mediante el llamado “techo de cristal”, que impide el acceso de las mujeres a los puestos de mayor responsabilidad y de toma de decisiones.
“Conicet es una institución machista, donde la estructura de poder es muy masculina. En la gerencia del Conicet hay una sola mujer, solo el 25% de las unidades ejecutoras está dirigido por mujeres y un 17% de los Centros Científicos Tecnológicos (CCT) están conducidos por mujeres, cuando hay un 53% de mujeres investigadoras y 60% de becarias”, sostuvo la investigadora del Conicet Ana Franchi, de la Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología. Para Franchi aún queda mucho por hacer pero es positivo que “la mayoría de las facultades hoy tengan protocolos y dicten talleres de sensibilización en género”.