El 10 de diciembre en Argentina está cargado de celebraciones. Por ser el Día de los Derechos Humanos fue elegido para la asunción del gobierno de Raúl Alfonsín en 1983, hace 38 años, cuando recuperamos la democracia después de años bajo una dictadura cruenta, precedida por una lucha antisemita desde un sector del gobierno que inició un período de atentados, persecuciones y criminalizaciones que constituyen una época trágica de violencia y autoritarismo. Esto culminó con la Guerra de Malvinas, un hecho que expresó la alienación de quienes gobernaban desde las Fuerzas Armadas que nos arrastraron a un fin anunciado: la muerte de miles de jóvenes argentinos llevados a la guerra sin entrenamiento ni equipos y que enfrentaron a un ejército con experiencia, entrenado y equipado que los superó pero que además los denigró y ultrajó. Fueron años difíciles y así llegamos a la primera elección democrática., en la que resulta electo Raúl Alfonsín. Ese primer gobierno democrático fue muy difícil por todo lo que hubo que reconstruir, con serios problemas económicos. Sin embargo, a partir de ese período se sentaron las bases de los cambios más importantes en términos de igualdad de género, algo que continuó en los gobiernos que siguieron y que se fue profundizando. La presencia y liderazgo de mujeres de los principales partidos políticos y de las organizaciones de la sociedad civil de derechos de las mujeres fueron claves para lograr acuerdos interpartidarios que en el Congreso lograron sancionar las leyes que nos garantizan la igualdad de género.
Pepe Mujica, el ex presidente de Uruguay, nos dijo: “Hay que cuidar la democracia y no estropearla”, y agregó: “Como sistema de gobierno no es perfecta, pero hasta ahora no hemos encontrado un sistema mejor”. Esto es algo que las feministas y defensoras de los derechos de las mujeres y niñas en toda su diversidad, incluida la población Lgbtqi+ y los distintos grupos de la interseccionalidad, sabemos por experiencia propia. Sin democracia no es posible asegurar la vigencia de los derechos de las mujeres y de las distintas identidades de género. Esto es algo que no debemos olvidar ni descuidar y que debemos defender. Los gobiernos democráticos, así considerados porque son elegidos por el voto de la población con distinto grado de libertad y transparencia, no siempre nos garantizan la igualdad de género. Por eso la democracia debe ser un bien que garantizamos pero, al mismo tiempo, debemos promover su perfeccionamiento para ampliar y asegurar la libertad de todos los partidos políticos de participar en igualdad de condiciones y, una vez en el gobierno, respetar las diferencias y asegurar la pluralidad, algo muchas veces muy difícil de lograr. Las defensoras de derechos de las mujeres y feministas debemos recordar y velar por su cumplimiento.
Recientemente, países de la región están persiguiendo, expulsando y criminalizando a las organizaciones feministas y defensoras de derechos humanos, algo que atenta contra la democracia.
A 38 años de democracia en el país, la igualdad de género es exitosa, aunque más simbólica que real porque tenemos muchas leyes pero su implementación y cumplimiento no es completo y deja muchos baches. La celebración de los 38 años de democracia en Argentina es algo que debemos celebrar todos y todas juntos y sin diferencias porque la construimos entre todos. No es el resultado de la acción de un solo partido político ni de un grupo, es de toda la ciudadanía y, como nos recomendó Pepe Mujica, debemos cuidarla, quienes nos gobiernan tienen mayor responsabilidad.