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Acotaciones a los márgenes

¡Eureka! Guillermo Moreno, la cara visible del Gobierno cuando encara problemas económicos, encontró al villano de turno. Nada mejor que descubrir que la responsabilidad de una endemia como la inflación está lejos de la política del Gobierno. De golpe, se hizo la luz y “los márgenes” de explotación, las plusvalías que generan los empresarios cartelizados, son los que hacen subir los precios.

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¡Eureka! Guillermo Moreno, la cara visible del Gobierno cuando encara problemas económicos, encontró al villano de turno. Nada mejor que descubrir que la responsabilidad de una endemia como la inflación está lejos de la política del Gobierno. De golpe, se hizo la luz y “los márgenes” de explotación, las plusvalías que generan los empresarios cartelizados, son los que hacen subir los precios.
En esto llaman la atención dos puntos. El primero es que haya tanto alboroto por una inflación que, oficialmente, no supera los dos dígitos anuales. Podría haber dos explicaciones: o la Argentina intenta ser un país “normal” con un alza del IPC que no supere el 5% anual, casi la mitad de lo que dicen los guarismos oficiales, o en realidad el mismo equipo político y económico es el que desconfía de la representatividad de los datos que hornea el INDEC.
El segundo aspecto es una buena noticia. Que exista una preocupación repentina por los beneficios empresarios implica redescubrir que ellos son los que motorizan la dinámica del capitalismo. Si existen, hay inversión y crecimiento; si faltan, sobreviene la inquietud y la decadencia económica. Si son exiguos, se corre riesgo de no reponer el capital consumido, y si son exagerados, absorben recursos de los consumidores. ¿Cuál es ese nivel? ¿Podría fijarlo de antemano una comisión de expertos? ¿Cómo incorporar el riesgo, tener incertidumbre inflacionaria o el sobrecosto de estar en blanco en un país grisado?
Pero la interpretación parece ser diferente: que las empresas ganan demasiado y por eso inflan los precios y que el índice, aun convenientemente editado, no refleja el verdadero comportamiento de los precios. Elegir un factor ajeno a los resortes de la política económica es mirar distraídamente otro foco inflacionario en las entrañas K: la política cambiaria y de acumulación de reservas.
Las cuentas son claras: para mantener el dólar cerca y por encima de los $3,10 el Tesoro precisa un superávit mucho más importante que el que tiene ahora y que, a la vez, está cayendo anualmente. La diferencia se financia con colocación de bonos y con emisión monetaria.
Si en realidad preocuparan los márgenes monopólicos, la apuesta no debería ir por las huestes de inspectores y los avisos poco amigables del hombre fuerte de Economía sino por atacar los factores que traban la inversión y se cobran sobreprecios. Casualmente, Francia anunció esta semana que arremetería contra los insensibles que han hecho amenazar la estabilidad con una inflación que superaría en 2008 el... 3% anual previsto.
Los culpables allí son dos: los alimentos (4,5% contra 2007) y la energía (12% más que 12 meses atrás). Quizá Sarkozy tenga más suerte y su afamado cuerpo de burócratas egresados de la Ecole Nationale d’Administration puedan entender mejor las raíces galas de este problema.
Antes que Moreno, el World Economic Forum, como lo hace anualmente desde 1979, se tomó el trabajo de preguntar a empresarios y líderes de opinión “calificados” de 131 países sobre la clave, si hablamos de márgenes y nos comparamos con otras economías: la competitividad1. Es claro que no está elaborada por el INDEC ni los que responden están sujetos a la verificación de funcionarios. En este espacio de libertad, la Argentina baja posiciones raudamente: en la última edición aterrizó en el puesto 85º, sobre 131 posibles; un descenso de 15 lugares con respecto al año anterior. Al consultárseles sobre los cinco principales problemas para hacer negocios, no dudaron: 1º) inestabilidad política; 2º) corrupción; 3º) regulaciones restrictivas del trabajo; 4º) acceso al crédito, y 5º) aspectos impositivos.
Profundizando la visión de los que serán revisados en busca del eslabón perdido de la inflación, las peores notas las colocan en aspectos institucionales, como la no-transparencia en las políticas del Gobierno (127º), las barreras al comercio (129º), la extensión de la base tributaria (129º), la cooperación en la relación empresario-empleados (129º) y el respaldo de los bancos (129º). Es probable que la crisis energética ya anunciada para este invierno y los manotazos por controlar la inflación sesguen aún más los resultados en la edición de este año.
Quizá en esta encuesta se castigue por demás facetas en las cuales éste y otros gobiernos tienen una responsabilidad mayúscula. Pero, en el banquillo de los acusados, es la forma que tienen a su alcance para revelarse contra el estado de situación. Su otra cara, es cuando asisten a los exhortos desde el atril o cuando firman el convenio para la foto.
Cualquiera de estas “correcciones” a las piedras para ser más competitivos y por lo tanto tener márgenes más acotados de beneficios al amparo de menos incertidumbre no es mágico. No depende de la alquimia estadística de un nuevo índice ni de administrar la escasez de oferta energética sin tocar los precios, los más bajos de la región. Pero atenta contra el monolítico “modelo” productivista que acuñara el ex ministro de Duhalde y Kirchner, Roberto Lavagna. ¿Será él quien tenga que someterlo a cirugía reparadora?

1. http://www.weforum.org/en/media/publications/CompetitivenessReports/index.htm