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Ahora, ni yanquis ni chavistas

El venezolano Hugo Rafael Chávez Frías viene armando con éxito un aplastante partido único que, según informó antes de su última visita a Buenos Aires, no será marxista-leninista porque “la tesis de la clase obrera como motor del socialismo está obsoleta”, dado que “hoy están la informática y la telemática, y Carlos Marx ni siquiera podía soñar con esas cosas”.

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El venezolano Hugo Rafael Chávez Frías viene armando con éxito un aplastante partido único que, según informó antes de su última visita a Buenos Aires, no será marxista-leninista porque “la tesis de la clase obrera como motor del socialismo está obsoleta”, dado que “hoy están la informática y la telemática, y Carlos Marx ni siquiera podía soñar con esas cosas”. El plan eternizador del comandante se financia con una montaña de petrodólares. Y halla sustento, también, en sus alianzas con otros dos líderes energéticos y militares de polémica reputación: el ruso Vladimir Putin y el iraní Mahmoud Ahmadinejad.
El argentino Néstor Carlos Kirchner cree que su éxito y el de su esposa dependen de la construcción de un “partido de cuadros” cuya actual inexistencia los hace sentir siempre amenazados y débiles. No se trataría de un partido peronista tipo PJ, si bien aún nadie se anima a justificar la creación de una “renovada” identidad en que el General nunca tuvo una “compu”.
El intento de Mr. K, según explica el periodista-consejero Horacio Verbitsky, consistiría en “trasplantar a la Argentina el modelo organizativo que aplican los grandes partidos españoles, de pocos cuadros con alta capacitación, quienes monitorean el desempeño del gobierno y se preparan para asumir la función en el futuro”. Para ello, señala HV, “ya ha establecido contactos para obtener financiamiento de fundaciones europeas”.
Mientras se revela el misterio de tales financistas europeos (¿también olerán a petróleo, como el amigo Chávez y la propia provincia presidencial?), vale la pena puntualizar que, a diferencia del chavismo, las alianzas internacionales del kirchnerismo son aún más endebles que su magra organización local. De hecho, el propio Chávez acaba de ratificarse como único prestamista extranjero, y a tasas carísimas (ver página 28).
Es en ese punto hipersensible donde habría que ubicar el prometido “cambio” de Doña Cristina, quien inició su campaña dedicándose más a maquillarse para el mundo que a explicitar su oferta electoral para el país. “Cuando había que resolver el hambre de muchos argentinos, la política exterior pasó a segundo plano y debimos vivir un poco encerrados. Pero eso ya pasó”, dicen que dijo la Primera Dama horas antes de disertar en el influyente Council of the Americas, con la bandera de las 13 franjas y las 50 estrellas a sus espaldas y, por delante, el deseo de que lluevan inversiones.
Cristina susurró su sensación de encierro mientras el socio venezolano concretaba su visita menos desmesurada y, al cabo, más ruidosa. Casi al mismo tiempo en que La Señora hablaba en el Council, el ex coronel degustaba salames en el INTI y repetía en tercera persona un mensaje que, esta vez, sonó a advertencia: “Los imperios no quieren a Kirchner y no quieren a Chávez como presidentes, a Estados Unidos y a Europa no les interesa que nos unamos”.
La que pasó fue una semana signada por inquietantes novedades (más allá de la agenda bolivariana-norteamericana de los Kirchner, que es un ejemplo de equilibrismo en sí misma).
La sociedad comercial que amontona a chavistas y pingüinos mostró su génesis promiscua. El hallazgo nocturno de US$ 800.000 en la valija del enigmático venezolano Guido Alejandro Antonini Wilson, integrante de una comitiva binacional de alto vuelo, hizo explotar las peores presunciones.
El escándalo lastima en mayor medida al incipiente Experimento K que al blindado Plan CH. Y lo hace en el momento menos oportuno: se afirma que Cristina, el jueves, en Olivos, rompió tres vasos contra la pared al grito de: “¡Me están tirando un muerto por día, Néstor!”. El martes se relanza en el Luna Park.
Chávez y los Kirchner enfrentan su primera crisis, al borde del Valijagate. Ambos dicen “yo no fui”. Uno miente, si no los dos.
Hay que decirlo: sus proyectos políticos se parecen más en las ganas de quedarse a vivir en el poder que en cualquier arista ideológica, política, histórica o de formación académica. La geopolítica de Chávez necesita amigos presentables. La de los Kirchner, algún buen amigo fuera de Caracas y combustibles a granel. Son una SRL.
“Ni yanquis ni chavistas” pareciera ser el nuevo apotegma impuesto por las circunstancias de los últimos días. Será difícil convencerse de que no es sólo un mohín electoralista.

JOSÉ, SIMÓN Y GEORGE, SEGÚN DOMINGO

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El 28 de mayo de 1880, Domingo Faustino Sarmiento dio el discurso de bienvenida a los restos de José de San Martín. Dijo:
• “Washington, Bolívar y San Martín son dignos heraldos para anunciar a la tierra que se presentarían actores que no sospechó la antigüedad.”
• “Washington fue el Josué de aquel pueblo, a quienes puso en posesión de la tierra prometida, anunciando la existencia de los Estados Unidos de Norteamérica. Quedaba el Sur de América, removiéndose como surgen los continentes del fondo del mar.”
• “El gran acontecimiento moderno era la emancipación de las Colonias. Nuestros padres se agitaban confusamente, desde el antiguo Imperio Mejicano hasta el Plata; pero lucha tan grande requería héroes de la talla de Washington. Se presentaron dos, San Martín y Bolívar, acaudillando pueblos de dos extremos de continente tan vasto.”
• “Bolívar terminó la lucha, anunció sólo la emancipación del Continente del Sur de la América, recogió los vítores y los elogios, empezó a declinar de su grandeza y murió en tentativas pequeñas para fin tan grande, cual era conservar un alto puesto en la historia. Bolívar no fue Washington.”
• “¿Qué faltó á San Martín para terminar la tarea gloriosa que Washington llevó a cabo en el otro hemisferio? ¡Ah! Señores, faltóle gobierno en su país, que continuase proveyendo de soldados y de recursos a los combatientes.”