Una parte mayoritaria del oficialismo cree que las cartas ya están echadas para las legislativas del próximo domingo 14. En algún caso, firman perder por la misma diferencia que en las PASO. En otro, reducir la diferencia. Casi nadie cree en privado que se pueda dar vuelta.
Por eso, desde hace varios días, se han empezado a detectar movimientos en las distintas piezas que componen el Frente de Todos, pensando más en el rompecabezas de la poselección que en el resultado.
Dos cuestiones centrales activan esa estrategia. Una, hay que seguir gestionando, en una previsión de mayor complicación política ante la posible derrota electoral y dificultades económicas crecientes tras el Plan Platita y ante el ineludible acuerdo con el FMI.
La segunda es que casi todas las partes integrantes de la coalición preferirían evitar que se repitiera la semanita de locura que siguió a la derrota en las primarias.
De estos temas hablaron durante el viaje por Roma y Glasgow el Presidente y su círculo de confianza extrema. No dio para que Alberto F lo conversara desde allá en el llamado que le hizo a Cristina para contarle las novedades del periplo, previo al regreso y a la cirugía programada a la que se sometió la vicepresidenta.
También fue tratada la cuestión, aunque un poco por arriba, en la reunión de 45 minutos que mantuvieron a solas en el primer piso de la Casa Rosada Juan Manzur y Máximo Kirchner.
El jefe de Gabinete cree que habría que hacer algunos retoques más en el Gobierno y empoderar internamente a varios gobernadores e intendentes. Kirchner Jr. plantea dudas al respecto, en especial ante la neurosis de no pocos jefes comunales bonaerenses que no podrían buscar la reelección en 2023, impedidos por una ley provincial aprobada por el vidalismo y el massismo. Altri tempi.
El presidente de la Cámara de Diputados tendrá una batalla doble. Resistir la ofensiva opositora de hacerse con su cargo, si consigue la primera minoría el 14, es una de ellas. La otra, convencer a Alberto y a Cristina de que hay que cambiar el rumbo económico para tener chances de gobernabilidad política en 2022 y competitividad electoral en 2023.
Massa imagina que una derrota en las legislativas afecta las chances de reelección de Alberto F y también la posible postulación de Kicillof. Pero sabe que nadie queda indemne, tampoco él, si el FdT pierde en territorio bonaerense. Hay que rearmarse, piensa. Algo similar a lo que analiza Manzur, otro posible “rival” hacia adelante en cuanto a aspiraciones presidenciales.
No son los únicos. Algunos gobernadores peronistas vienen intercambiando miradas sobre lo que les puede deparar si no se activan nacionalmente. De esos diálogos no habría estado al margen Schiaretti, el mandatario cordobés, alérgico al kirchnerismo, y el único de peso que no adhirió al FdT.
Con diferencias más o menos profundas, dentro del oficialismo pareciera haber solo una coincidencia: mantener como sea la unidad, pase lo que pase. El resultado del 14N pondrá a prueba la consistencia de ese compromiso.