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LA MIRADA DE FRankfurt

Argentina y el mundo

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Argentina y el mundo. | Pablo Temes

Como en muchas épocas de la historia de la humanidad, se está dando una crisis de paradigmas en todos los campos del conocimiento, que incluye las teorías de las relaciones internacionales y de la política exterior.  

No conocemos aún si estas “anomalías” darán lugar a una nueva “revolución científica”, como planteó Thomas Kuhn y aplicó al campo de la política mundial Arend Lijphart en The Structure of the Theoretical Revolution in International Relation.

Uno de los primeros síntomas de esta crisis es el tránsito de una sociedad a una comunidad internacional. Esta discusión se enriqueció con el aporte del sociólogo alemán Ferdinand Tönnies en Comunidad y sociedad y nos permite reconocer que en estos momentos estamos transitando una etapa de hiperglobalismo digital comunitario, que requiere de una teoría crítica y compleja para comprenderla.

Todos los paradigmas de las relaciones internacionales han contribuido en su estado de la discusión a interpretar el mundo; aunque no siempre para cambiarlo. Algunos de ellos han confundido una teoría con un tipo ideal de sistema internacional, lo que tan acertadamente advirtió Raymond Aron en coincidencia con la visión de la ciencia de Karl Popper en La lógica de la investigación científica.

Hoy se vive una crisis de paradigmas en todos los campos del conocimiento

Un corpus de ideas e interpretaciones crítico-reflexivas aplicadas al campo internacional es aquel que se identifica con la Escuela de Frankfurt, cuyos exponentes fueron Adorno y Habermas, entre otros. Estos autores tuvieron una profunda discusión en torno a los paradigmas científicos con el propio Popper, que quedó registrada en la interesante obra La disputa positivista en la sociología alemana.

¿Qué disparadores conceptuales para interpretar el funcionamiento del sistema internacional nos aportan estas teorías críticas?

Por un lado, la desnaturalización de las estructuras internacionales de poder, en tanto estas son construcciones colectivas de actores y sujetas a dinámicas sistémicas de intereses consolidados.

Por otro lado, la falta de historicidad de los análisis internacionales, que olvidan el estudio de los ciclos de larga duración frente a la cristalización de los fenómenos planteados como modelos normativos.

A su vez, el componente ideológico-cultural de los procesos globales y la constitución de los sistemas de creencias, que prevalecen en los tomadores de decisiones e influyen en la formación y cristalización de estructuras de desigualdad.

La ausencia del cambio es otro elemento que concibe un mundo estático y petrificado, que se contradice con el principio realista de la anarquía, en donde su máxima expresión son el movimiento y la transformación.

Desde la propia disciplina, se observa una endogamia cognitiva, cuyo conocimiento recae sobre un estado del arte enmarcado y con reglas sin reflexividad, que obliga a sostener planteos teóricos fuera de la criticidad.  

El pensamiento de Robert Cox resume la necesidad de analizar la interrelación entre las capacidades materiales, las instituciones y las ideas para comprender la relación entre la estructura política y económica del mundo.

Los autores Drezner, Krebs y Schweller en El fin de la Gran Estrategia sostienen que este mundo interdependiente, incierto y entrópico ha generado el fin de las grandes teorías para interpretarlo. Para ellos, no solamente han caído “los supuestos fundamentales del internacionalismo liberal” sino que “debatir sobre una gran estrategia es disfrutar de la observación del ombligo mientras el mundo arde”.

A partir de estos diagnósticos, estamos a tiempo de repensar el modelo de inserción internacional de la Argentina que cree las condiciones para un desarrollo con equidad.    

*Politólogo y doctor en Ciencias Sociales. Profesor UBA y UNSI.