COLUMNISTAS
preocupaciones

Arte, política y propaganda

default
default | Cedoc
Tal vez valdría la pena encontrar algún ensayo que analice seriamente las relaciones entre arte, publicidad y política. Ejemplos no faltan. Según se dice, la CIA financió al expresionismo abstracto local menos como una muestra de gusto por el gesto de libertad total de sus pintores que como contraposición de una estética americana a las rígidas expresiones del realismo socialista soviético. La clásica película de propaganda El triunfo de la voluntad, de Leni Riefenstahl, nace luego de que la directora convenciera a Adolf Hitler de que los actos públicos del Partido Nacionalsocialista en Nuremberg habían sido mal registrados por las cámaras y que los discursos de la plana mayor no exaltaban a las masas tan eficazmente como la patria lo necesitaba. Hitler mandó a que sus funcionarios los repitieran punto por punto, en el estadio vacío, y luego la Riefenstahl los compaginó con escenas anteriores. A medida que avanzó la Segunda Guerra Mundial, esa política de empleo de lo humano como ganado publicitario adquirió su costado más siniestro y, para perfeccionar el color local de su proyecto ulterior, Tiefland (Tierras bajas), dedicada al mundo gitano, la directora terminó usando a prisioneros de esa etnia alojados en campos de concentración. Por su parte, Albert Speer, un notable arquitecto alemán que soñaba en una neo Roma de la mano del Führer y que por imperio de la época terminó como su ministro de Armamento y Guerra, en el inicio de su carrera le aconsejó que en cada desfile iluminara el cielo con focos antiaéreos para que el público no viera que sus tropas de SA estaban mayormente compuestas por panzones burgueses cerveceros.

Siguiendo estos ejemplos ilustres, ¿quién habrá sido el cráneo que pensó en la adaptación local de estas intrincadas relaciones y subió a Macri a un bondi en Pilar, con extras contratados, para que actuara su indoblegable relación con las preocupaciones del pueblo?