COLUMNISTAS
Defensor de los Lectores

Atención: la prensa militante crece en este año electoral

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Voto a voto. Cada bando –oficialista, opositor– lleva agua para sus molinos a como dé lugar. | NA

Este espacio reservado para la defensa de los lectores de PERFIL, tanto de errores, desviaciones, incongruencias en los que pudiera haber incurrido la redacción del diario o sus editores, se ha ocupado más de una vez de una clara desviación de los principios que deben sustentar la profesión de periodista: el llamado periodismo militante o de trinchera (así se lo conoce en otras latitudes), que contribuye poco a la búsqueda de la verdad y mucho a lo que algunos sectores políticos, económicos, sociales, plantean como una suerte de interminable batalla por tener razón a cualquier precio.

Este ombudsman entiende que lo que hoy se exhibe en buena parte de los medios (gráficos, radiales, televisivos) y las redes sociales se aleja del buen periodismo y se acerca a lo que parece, más bien, como foros de discusión política unidireccional. A diferencia de aquel claro ejemplo de prensa militante que fue el programa 6,7,8  (que se emitió por el canal del Estado entre 2009 y 2015), los espacios televisivos dedicados a la política exhiben hoy –a uno y otro lado de la grieta– mensajes que poco aportan a la claridad que necesita la sociedad para comprender qué pasa realmente en la materia que abordan. Aquel espacio alineado con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner no se disfrazaba de oficio ecuánime sino que exhibía casi con orgullo la uniforme postura de sus participantes. Estos programas que se ven hoy intentan ocultar su parcialidad con escasa fortuna: comunicadores oficialistas a ultranza y opositores a ultranza, muestran sus dientes, echan a volar acusaciones contra quienes piensan distinto, insultan, agreden, eligen entrevistar sólo a personajes de su mismo color, son complacientes con ellos, emplean consignas merecedoras de una tribuna política más que de un espacio periodístico.

Lo mismo se observa saltando de radio en radio, y también hojeando algunos diarios y portales de noticias. En definitiva, el periodismo de trinchera ha llegado con toda su virulencia para quedarse en este año electoral, y quienes intentamos ejercer independencia respecto de los bandos en disputa debemos esforzarnos más para mantener el necesario equilibrio que merecen los lectores. 

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
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Recurro una vez más a definiciones del periodista catalán Francesc de Carreras publicadas por el diario El País hará unos cuatro o cinco años. Decía que el periodismo de trinchera “es aquel que contempla la realidad como un campo de batalla en el que se enfrentan buenos y malos y en el cual el periodista, apostado siempre en la trinchera de los buenos, tiene por misión disparar únicamente contra los malos”. Señalaba De Carreras en su artículo que el periodismo militante “se mueve en el mundo de la fe y las creencias, y el público que lo consume lo que quiere es afirmarse en sus ideas, sin que nadie le introduzca duda alguna sobre las mismas. Es un periodismo que a veces, se autodenomina progresista, pero que no conduce a progreso alguno sino solo al bloqueo de las mentes, al dogmatismo y al fundamentalismo, ya que no parte de la libertad de criterio ni de la razón como método para averiguar la verdad”.

Nada parece indicar que esta deformación del oficio de informar bien, con datos ciertos, con fuentes confiables, con un criterio propio y alejado de los factores de poder, irá creciendo hasta desvirtuar lo que Gabriel García Márquez definiera como “el mejor oficio del mundo”. 

A medida que se acercan las elecciones que habrán de definir buena parte del futuro de los argentinos, la influencia de periodistas y medios militantes en ambos márgenes del abismo que separa unos de otros, sólo servirá para evitar la toma de decisiones a la hora de las urnas.