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Bombón keynesiano

El próximo 8 de diciembre, Día de la Inmaculada Concepción, Martín Lousteau cumplirá 37 años. Su juventud llama tanto la atención como su impactante CV.

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El próximo 8 de diciembre, Día de la Inmaculada Concepción, Martín Lousteau cumplirá 37 años. Su juventud llama tanto la atención como su impactante CV. El actual presidente del Banco Provincia y flamante ministro designado para ocupar la cartera de Economía por Cristina Fernández de Kirchner es licenciado en Economía cum laude en la Universidad de San Andrés, con una maestría de la London School of Economics, y autor de los libros Sin atajos –escrito con Javier González Fraga– y Hacia un federalismo solidario. Lousteau es visto con muy buenos ojos por propios y ajenos. De bajo perfil, es considerado un workaholic de 15 horas por día en el Bapro, y a quien le preocupa la suba de precios, si bien cree que el problema no es tan grave.
El halo de buena onda que rodea al economista es comprensible: los candidatos de la oposición para el mismo cargo –Alfonso Prat-Gay y obviamente su amigo González Fraga– son sus pares genuinos por donde se los busque. Salvo, quizá, en un dato que nos parece insoslayable. Lousteau trae consigo –al igual que CFK– un ingrediente inquietante que de algún modo impactará en el nuevo gabinete: un toque sexy de fuerte sensualidad. Elegante y clásico, con impecables camisas de cuello italiano y trajes sobrios, destellos dionisíacos en la boca y en el pelo de rulos “sauvage” atraviesan como al descuido su estampa apolínea. Las mujeres, cualquiera sea su edad, acusan recibo de la seducción que proviene del “factor Martín”, cuyo nombre proviene del latín y deriva del dios de la guerra, Marte. Este origen pagano, no opaca, sin embargo, un dato importantísimo que aporta su cuota de equilibrio al joven “bombón keynesiano”, como lo llaman off de record las señoritas. El patrono de Buenos Aires (y protector de la Ciudad) es San Martín de Tours. Un santo que dio la mitad de su capa a un mendigo que tiritaba de frío. Con suma cautela, el nuevo ícono masculino del universo K deberá transitar los avatares de la guerra, la solidaridad y la paz, sin que Dionisos le tienda una trampa.