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Buenos Aires y la tercera vía

Derrotas k: producidas por De Narváez, Massa y Randazzo.
Derrotas k: producidas por De Narváez, Massa y Randazzo. | Cedoc

La provincia de Buenos Aires fue siempre el campo de experimentación de las tendencias políticas que se terminan nacionalizando. Como 4 de cada 10 votos del país son bonaerenses, lo que se prueba en la Provincia es extrapolable al país. 

Desde el regreso de la democracia y con la multiplicación poblacional del Conurbano (solo en el Gran Buenos Aires hay cuatro veces más habitantes que en la Ciudad de Buenos Aires), todo comienza allí: Alfonsín era bonaerense, la renovación peronista la encarnó Cafiero, que gobernaba la provincia de Buenos Aires, Duhalde derrotó primero a Cafiero permitiéndole a Menem ser presidente y después derrotó al propio Menem permitiéndole el triunfo a Néstor Kirchner.

Otra vez las elecciones de medio turno pueden ser el germen de una nueva forma de división del peronismo

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El kirchnerismo decidió mudar su cuartel central de Santa Cruz a la provincia de Buenos Aires  con Kicillof gobernador y Máximo Kirchner presidente del partido peronista bonaerense. Su foco en la tierra de Rosas tiene justificación: el kirchnerismo, después de pasar a retiro a Duhalde, perdió todas las elecciones de medio término en la provincia de Buenos Aires, tanto Néstor como Cristina. En 2007 le ganó De Narváez, en 2013 le ganó Sergio Massa y en 2017 le ganó Esteban Bullrich. En realidad, lo hizo perder Florencio Randazzo dividiendo el voto peronista, lo mismo que en 2013 y 2007 porque tanto Massa como de Narváez dividieron el voto peronista.

Después de tres derrotas consecutivas en las elecciones legislativas de los últimos 12 años, el kirchnerismo aprendió que si se le divide el peronismo, pierde. Y la estrategia electoral de 2019 fue vaciar la tercera vía constituida básicamente por fragmentos del peronismo, dándole a Massa las concesiones que pidiera para sumarlo a la coalición. Pero en las elecciones que no son presidenciales la tendencia a la fragmentación es mayor porque los votantes no enfrentan la disyuntiva oficialismo/oposición reflejada en continuidad o cambio del gobierno existente. Y renace la aparición de una tercera vía.

Por lo menos eso es lo que piensa Florencio Randazzo, el más odiado por Cristina Kirchner porque no solo le hizo perder las elecciones bonaerenses de 2017 quitándole el 4% que le hubiera hecho falta para ganarle a Esteban Bullrich, sino que además le hizo perder las elecciones de 2015 al no aceptar ser candidato a gobernador en la provincia de Buenos Aires en lugar de Aníbal Fernández.

Randazzo parte de ese 4% de 2017 y el 8% que obtuvo Lavagna en las PASO de agosto de 2019 y suma al grupo de tres intendentes bonaerenses que lidera Joaquín de la Torre, ex intendente de San Miguel durante tres períodos, uno de los ocho intendentes que se fueron del peronismo con Sergio Massa y posibilitó su triunfo en la provincia de Buenos Aires en 2013, y ex ministro de Gobierno de María Eugenia Vidal. También podría sumar a Fernando Gray, el intendente de Esteban Echeverría, ex presidente del partido peronista bonaerense y actual vicepresidente, cuyo mandato vencía a fin de año y se opuso a que se adelantaran las elecciones para que pasara a presidirlo Máximo Kirchner.

Joaquín de la Torre intenta convencer a Emilio Monzó para que abandone Juntos por el Cambio y regrese al peronismo para renovarlo desde una tercera vía.

Obtener 20% de los votos bonaerenses es el número mágico al que aspiran para cambiar el equilibrio político entre dos coaliciones que se llevaron el 90% de los votos en 2019. Suponen que con ese resultado en la provincia de Buenos Aires los gobernadores peronistas de interior, que en su mayoría no son kirchneristas, se animarían a independizarse del kirchnerismo.

El ejemplo es Córdoba, la provincia más antikirchnerista de todas, donde en 2007 Lavagna le ganó a Cristina Kirchner en las elecciones presidenciales. Siempre se recuerda cuando Schiaretti, tras ganar las elecciones anticipadas en su provincia en 2017, no se animó a ser el primus inter pares sumándose a Lavagna, Massa, Urtubey y Pichetto, propiciando el desbande del centro y la cooptación  de parte de sus figuras tanto por el Frente de Todos como por Juntos por el Cambio. De aquella tercera vía  todavía queda el socialismo, que en Santa Fe gana más veces de las que pierde contra el peronismo.

El sector de Randazzo supone que además de en 2021, para 2023, se podrían sumar los desencantados que en 2019 votaron por Alberto Fernández imaginándolo autónomo de Cristina Kirchner, porque suponen que en 2023 el candidato  a presidente del Frente de Todos sería Axel Kicillof (con Máximo Kirchner candidato a gobernador bonaerense) reduciendo la coalición gobernante a poco más que el kirchnerismo.

De nuevo Randazzo y la provincia de Buenos Aires pueden ser la piedra en el zapato para el kirchnerismo

Dos piezas claves de ese ajedrez con Sergio Massa y María Eugenia Vidal, también, cuando no, del distrito bonaerense. Si Vidal aspira a ser candidata a presidenta en 2023 y en su camino considerara que no debe ser candidata en la provincia de Buenos Aires este octubre, el grupo de Randazzo podría canibalizar más votos de Juntos por el Cambio en la provincia de Buenos Aires porque Vidal es la candidata que mejor mide: calculan una diferencia en más o en menos de 7% si Vidal encabeza o no la lista bonaerense.

Y si Sergio Massa en 2023 compitiera en unas PASO del Frente de Todos y le ganara al precandidato kirchnerista, nuevamente la tercera vía quedaría significativamente vaciada. A todas estas ecuaciones falta agregar la que nuevamente el kirchnerismo no pueda encabezar la lista presidencial con un representante propio y Alberto Fernández continúe siendo el factor de unión de la coalición, su “mal menor”, y Kicillof vuelva a ser candidato a gobernador bonaerense. 

Las cartas aún no están echadas.