Gran parte de la dirigencia política del país se concentrará esta semana en el armado de las listas. Por aquí miraremos con especial atención las de la provincia de Buenos Aires. Allí se pondrá en juego mucho más que el principal aporte electoral que recibirá el Congreso Nacional: se definirá la gobernabilidad actual y el futuro cercano del peronismo. Pavada de elección.
En el oficialismo se ve cada vez con más optimismo el camino de las PASO con destino a octubre, especialmente en la Provincia. Semejante fe se apalanca en varias razones. Una es la muy buena imagen que mantiene Vidal. Otra, que aún perdura como valor de la intención de voto el concepto de ilusión o esperanza por encima de la evaluación de gestión, sobre todo de la nacional, más cascoteada que la provincial.
En las últimas horas, Cambiemos recibió noticias que acentuaron la confianza, expuesta sólo en privado. La división del voto peronista bonaerense recarga las chances de un posible triunfo oficialista en el principal distrito del país. Y no sólo a la hora de contar los votos: algunos hombres cercanos a Vidal creen incluso que algún intendente puede prestarles algún servicio nada despreciable en la pelea electoral, con tal de intentar mantener bajo control Concejos Deliberantes que van a arder ante boletas separadas del kirchnerismo, del randazzismo y del massismo.
Curiosamente, o no tanto, Macri y Vidal apuestan a una doble vía que puede resultar contradictoria. No lo es. Por un lado, promueven la dispersión peronista, con la lógica matemática de que así están más cerca de la primera minoría en la Provincia (nadie fantasea con la mayoría). Pero por otro prefieren que Cristina sea candidata. Con apoyos electorales de entre el 20-25% según sondeos serios, la ex presidenta es la contracara perfecta para el relato macrista de futuro vs. pasado.
Sin embargo, y pese a sus deseos, en el Gobierno no terminan de dar por hecha la postulación de su rival predilecta. Interpretan que es mucho más lo que tiene para perder que para ganar, si es que pretende competir por la Presidencia en 2019. De acuerdo a los números que maneja el oficialismo, Cristina podría quedar relegada hasta el tercer lugar (después de Cambiemos y del massismo), lo que le impediría llegar al Senado. Por eso, interpretan, ella ha dejado trascender que encabezaría la boleta de diputados (una Cámara que siempre le pareció inapropiada para su linaje), donde entraría seguro sea cual fuere el resultado.
Una diputación parece poco para una reina. Salvo que requiera de los fueros, por las dudas. Nunca se sabe.